viernes, 9 de octubre de 2009

Virginia Woolf

Poco a poco, la oscura raya en el horizonte se aclaraba, como si las partículas
suspendidas en una vieja botella de vino hubieran descendido al fondo,
dejando verde el vidrio. También más allá se aclaraba el cielo, como si el
blanco poso hubiera descendido, o como si el brazo de una mujer recostada
bajo el horizonte hubiera alzado una lámpara.

Poco a poco, a medida que el cielo clareaba, se iba formando una raya oscura en el
horizonte, que dividía el cielo del mar, y en el paño gris aparecieron gruesas
líneas que lo rayaban, avanzando una tras otra, bajo la superficie, cada cual
siguiendo a la anterior, persiguiéndose una a otra, perpetuamente.
Al acercarse a la playa cada barra se alzaba, se amontonaba sobre
si misma, rompía, y se deslizaba un sutil velo de agua blanca sobre la arena.

La luz incidió en los árboles del jardín, y dio transparencia a una
hoja. Y luego a otra. Un pájaro gorjeó alto. Hubo una pausa. Otro pájaro
gorjeó más bajo. El sol dio relieve a los muros de la casa.


~






dia de playa










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hoy ha sido un dia de playa, sí, me fui para huir de ti, no sé qué me ha pasado, empecé a llorar otra vez por ti, iba conduciendo y llorando, por favor, no sé qué hacer.

Porque yo sé que tú necesitabas ese dinero, y te lo di, y tu tambien me has dado muchas cosas, pero de verdad si no estas con nadie por qué no hacemos las cosas bien?

Te he estado buscando, vas a ir al concierto de mauser, anda pasate! y hablamos!

perdóname por todo, a veces tendo días malos todavía, no termino de ponerme en paz contigo, he estado, llevo 5 meses sin verte, y no me he dado cuenta, del sacrificio tambien por mi trabajo, pues tambien tengo que aguantar mucho. Te he estado pidiendo tu ayuda, por favor solo quiero que me digas algo, que no te esté esperando para nada, dímelo por favor, hazte cargo, es una cuestion de vergüenza, de dar la cara por favor, me lo debes, dime algo, aunque sea que "no", que no cuente contigo, no importa, pero dímelo y así yo otra vez volveré a lo mio, y ya lo superaré para siempre.



~

En su empeño en envolver el mundo



Seguimos nuestro camino, embargados por sensaciones que tardan en desvanecerse, sensaciones agridulces, sí, porque en cierta manera él da lástima en su empeño de envolver el mundo en frases inacabadas, y por haber perdido el billete. Séame permitido denunciar este mundo de naderías y memeces, tan satisfecho de sí mismo. Llevo en mi interior algo que los destruirá por entero. Mi risa les hará retorcerse en sus sillones, les obligará a echar a correr aullando. No: son inmortales. Triunfan. Por ellos, jamás podré leer a Catulo en un vagón.

Leo que la zona de la Junquera, al norte de España, se ha convertido en el prostíbulo de Europa y que ahora el municipio se empeña en multar a las prostitutas y a sus clientes con 3000 €, y que una de ellas dice que ganaba antes 100 € al día y que ahora ya estamos en jueves y ha ganado solo 200€, hay alguna rumana entre ellas y la mayoría son extranjeras. Todo esto que leo en la prensa da pena, porque realmente esto sí que es especializarse en ser pobre, tanto de cuerpo como de espíritu. Habría que cultivarla como las artes y no así expuesta de mala manera, desgraciadamente nuestras culturas están habituadas a destruir todo lo concerniente a la vida en sus conquistas. Supongo que se habrán basado en la normativa sobre decencia pública del código penal y lo reglamentado en él en cuanto a orden público, esto es una cuestión de moral pública.
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El Gobierno condiciona la prórroga de las ayudas a parados de larga duración a la evolución de la economía. <>.

Pág 6 Opinión del economista José Manuel Naredo bajo el título: "España no va tan bien". "Una vez más el Gobierno ha echado las campanas al vuelo anunciando "brotes verdes" en el pulso de la coyuntura económica a partir del dato de junio de los trabajadores inscritos en la seguridad social (...)".



España no va tan bien

de José Manuel Naredo en Público

Una vez más el Gobierno ha echado las campanas al vuelo anunciando "brotes verdes" en el pulso de la coyuntura económica a partir del dato de junio de los trabajadores inscritos en la seguridad social. Esta interpretación es demagógica porque las inscripciones a la seguridad social están sujetas a una fuerte estacionalidad y el mes de junio es especialmente alcista. Existen métodos estadísticos para eliminar la estacionalidad de las series temporales y la de afiliados a la seguridad social se viene desestacionalizando desde hace tiempo. Lo que no se ha dicho es que, en términos desestacionalizados -que es como debe interpretarse esta serie- la afiliación siguió bajando en junio, mostrando que no hay signos de que se haya invertido la caída del empleo (y el aumento del paro) que se observa desde principios de 2008. Otra cosa es que el dato de junio confirme que la caída se ha ido moderando, junto con la menor destrucción de empleo en la construcción, pero eso no implica que el empleo repunte ya. Para ello tendrían que apreciarse primero indicios de expansión de la propia actividad económica que no se vislumbran: indicadores tan fiables del pulso de la coyuntura como son la recaudación por IVA, el crédito al sector privado, el tonelaje transportado o el consumo de energía y de cemento no muestran signos de reactivación.

El eslogan "España va bien" de Aznar sintetiza la reacción común ante los problemas adoptada, desde antiguo, por nuestros gobernantes. Desde el famoso baño de Fraga en la playa de Palomares, para ocultar evidencias de contaminación todavía presentes. O desde el gran retraso en reconocer la crisis económica de los setenta, que tuve la ocasión de vivir como analista, cuando el régimen franquista daba sus últimas boqueadas. Pasando por la tardanza en asumir la crisis que afloró tras los festejos del 92, pese al potente gasto público encargado de paliar sus síntomas. Hasta la, primero, negada, luego, minimizada y, ahora, ya casi presuntamente superada crisis actual. En repetidas ocasiones se ha argumentado que España iba mejor porque su PIB caía menos que en otros países, cuando indicadores, como el empleo o la recaudación de impuestos mostraban lo contrario. ¿Cómo cabe interpretar esta paradoja? Por una parte, hay que subrayar que ese invento del PIB que acapara la atención de los economistas conlleva sesgos y carencias que ocultan aspectos fundamentales de nuestra realidad económica: por ejemplo, las enormes plusvalías realizadas al calor de la burbuja inmobiliario-financiera no salen en la foto del PIB, aunque hayan venido animando la recaudación de impuestos y los bolsillos de muchos. Por otra parte, resulta poco creíble que se derrumbe el empleo sin que lo haga en consonancia el producto, presuponiendo aumentos de productividad por empleado impensables en tiempos de crisis.

Seguir entonado el "España va bien" cuando el país va a acabar el año acumulando cerca de 5 millones de parados y déficits y endeudamientos que marcan máximos históricos sólo puede acarrear desprestigio para los que nos gobiernan y deberían conocer lo que ocurre.

José Manuel Naredo. Economista y estadístico.

















Se hizo más blanco el lago del espejo en la pared. La flor real en el alféizar de la ventana tenía la compañía de una flor fantasma. Sin embargo, el fantasma formaba parte de la flor, ya que, cuando se abrió el capullo, en la flor más pálida, en el cristal, se abrió también un capullo. Se alzó el viento. Las olas golpeaban el tambor de la playa como guerreros con turbante, como hombres con turbante y envenenadas con dagas, que agitando brazos levantados, avanzan hacia los rebaños que triscan, los blancos corderos.

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Qué raro aspecto tiene el sauce visto en compañía. Tú eras Byron, y el árbol era el árbol de Byron, con lágrimas, cayendo como la lluvia, en lamentos. Ahora que juntos contemplamos el árbol, este ha adquirido el aspecto de ir peinado, cada rama se distingue de las demás, y ahora te diré lo que siento bajo el influjo de tu claridad.

Siento tu reproche, siento tu poder. A tu lado, me convierto en una mujer desordenada e impulsiva, cuyo pañuelo está siempre manchado de esa mantequilla con que untamos los bollos. Efectivamente, llevo en la mano la Elegía de Gray. Con la otra mano agarro el bollo que ha absorbido totalmente la mantequilla, y se ha pegado al plato. Esto te molesta. Me doy muy clara cuenta de tu desagrado. Inspirada por tus sentimientos y ansiosa de recuperar tu aprecio, comienzo a contarte el modo en que acabo de sacarte de la cama. Describo tus zapatillas, la mesa de tu aposento y la vela casi consumida; sus acentos enfurruñados y quejosos, cuando tiro de la manta, mientras te ovillas como un vasto capullo.

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Deja que te cree. Otro tanto has hecho tú por mí. Yaces en esta ardiente orilla, en este bello y muriente pero todavía luminoso día de julio, contemplando cómo pasan flotando las barcas, barca tras barca, a través de las peinadas ramas del sauce. Y quieres ser poeta, y quieres ser amante. Pero esa esplendente claridad de tu entendimiento, y la inquebrantable honradez de tu intelecto ( a ti debo estas palabras latinas; esas cualidades tuyas me obligan a rebullir inquieto y a ver las zonas manchadas y desgastadas de mi atuendo) te detienen. Te niegas a engaño. No nublas tu ser con rosadas nubes, ni amarillas.
¿Estoy en lo cierto? ¿He interpretado correctamente tu leve ademán? Sí así es, dame tus poemas. Entrégame las hojas que anoche escribiste con tal fervor de inspiración que ahora estás un poco avergonzado. Sí, porque desconfías de la inspiración, sea la tuya, sea la mía. Regresemos juntos al puente, bajo los olmos, y vayamos a mi aposento, donde acogidos por los muros, corridas las cortinas de roja sarga nos hurtaremos a estas molestas voces, a estos aromas y sabores de los limeros, y a otras vidas, a esas petulantes dependientas de comercio que van de paseo, a esas pesadas viejas que arrastran los pies, a esos furtivos vislumbres de algunas que otra vaga y evanescente fiigura, y ¿acaso no era Rhoda la que ha desaparecido al fondo de la avenida?Una vez más, por una leve contracción, he averiguado tu sentir, nos hemos alejado el uno del otro, me he ido, zumbando como un vuelo de abejas, eternamente vagabundo, sin esa capacidad que tú tienes de fijarte inexorablemente en un solo objeto. Pero volveré.

~

»Has estado leyendo a Byron. Has marcado los párrafos en los que
parece haber cierta aprobación de tu carácter. Veo marcas en todas las frases
que parecen revelar una naturaleza sarcástica pero apasionada, un ímpetu
parecido al de la polilla que se lanza sin vacilar contra la dureza del vidrio.
Al pasar la punta del lápiz por aquí, pensabas: "También yo arrojo la capa
así, también yo chasqueo los dedos ante el destino." Sin embargo, Byron
jamás preparó el té tal como tú lo haces; llenas hasta tal punto la tetera que,
al poner la tapa, el té rebosa y se derrama. En la mesa hay un charquito
castaño que se va extendiendo entre tus libros y tus papeles. Ahora lo secas
torpemente con el pañuelo que has sacado del bolsillo. Y después te vuelves
a meter el pañuelo en el bolsillo. No, éste no es Byron. Este eres tú. Este es
tan esencialmente tú que si algún día dentro de veinte años pienso en ti,
cuando los dos seamos famosos, con gota e inaguantables, te veré en esta
escena. Y si has muerto ya, lloraré. Cierto tiempo hubo en que fuiste un
joven Tolstoi. Ahora eres un joven Byron. Y quizá llegue el día en que seas
un joven Meredith. Entonces visitarás París durante las vacaciones de
Pascua, y volverás con una negra corbata, convertido en el discípulo de
cualquier detestable francés de quien nadie ha oído hablar. Entonces romperé
contigo.
»Soy una sola persona: yo. No suplanto a Catulo, a quien adoro. Soy
un estudioso sumamente disciplinado, con un diccionario a un lado, y al otro
una libreta en la que anoto curiosos usos del participio pasado. Pero no se
puede vivir siempre dedicado a disecar con cuchillo para mejor comprenderlas
estas antiguas frases. ¿Viviré siempre así, corriendo las rojas cortinas de
sarga, y viendo el libro, como un bloque de mármol, pálido a la luz de la
lámpara? Sería maravilloso dedicar la vida a la perfección, seguir siempre la
curva de la frase, me llevara donde me llevara, a desiertos y arenas
movedizas, haciendo caso omiso de señuelos y tentaciones, ser siempre
pobre e ir siempre mal vestido, parecer ridículo en Piccadilly.
»Pero soy demasiado nervioso para terminar debidamente mis frases. Hablo
aprisa, paseando arriba y abajo, para ocultar mi agitación. Me irritan tus
pañuelos manchados de grasa. Mancharás tu ejemplar de Don Juan. No me
escuchas. Te dedicas a hacer frases sobre Byron. Y mientras tú gesticulas, con tu capa y tu bastón yo intento revelarte un secreto que a nadie he comunicado todavía. Te pido (ahí en pie y dándote la espalda) que tomes mi vida en tus manos y me digas si es mi destino causar siempre repulsión a quienes amo.

~

«Como una flecha ha salido de la estancia», dijo Bernard. «Ha dejado
aquí su poema. Oh, amistad... ¡También yo prensaré flores entre las páginas
de los sonetos de Shakespeare! ¡Oh, amistad, qué agudos son tus dardos! Ha
dado media vuelta y me ha mirado. Me ha entregado su poema. Todas las
nieblas retorciéndose se alejan de la techumbre de mi ser. Conservaré esta
confianza hasta el último día de mi vida.

Como una larga ola, como un
avance de pesadas aguas, se ha acercado a mí, y su devastadora presencia me
ha abierto de par en par, dejando al descubierto los cantos rodados de la
playa de mi espíritu. Todos los parecidos han quedado unidos. "No eres
Byron, eres tú." Cuán extraño es que otra persona te concentre en un solo ser.
»Cuán extraño es sentir cómo el hilo que de nosotros surge se
adelgaza y avanza cruzando los nebulosos espacios del mundo que entre
nosotros media. Se ha ido. Aquí estoy, en pie, con su poema en la mano.
Entre él y yo media el hilo. Pero ahora, qué agradable es, cuánta confianza

nfunde, saber que la ajena presencia ha desaparecido, que la escrutadora
mirada se ha apagado, ha sido cubierta por una capucha... Con qué
satisfacción cierro las ventanas y me niego a recibir otras presencias. Con
qué satisfacción advierto que, de los oscuros rincones en que se refugiaron,
vuelven esos desastrados huéspedes, esos parientes, a los que él con su superior
poder obligó a ocultarse. Los burlones y observadores espíritus que,
incluso en la crisis y la vacilación del momento, se mantuvieron vigilantes,
vuelven ahora en rebaño al hogar.

Quisiera que la vida pudiera ofrecer esta permanencia, que la vida pudiera
tener este orden. Sí, porque Neville ama el orden sobre todas las cosas y
detesta mi desorden a lo Byron. Corre la cortina y cierra con llave la puerta.
Sus ojos (porque está enamorado; la siniestra imagen del amor ha presidido
nuestro encuentro) se llenan de deseo, se llenan de lágrimas. Coge el
atizador, y de un solo golpe destruye la momentánea apariencia de solidez en
los ardientes carbones. Cambia todo. Y la juventud y el amor. Flotando ha
pasado la barca bajo el arco de los sauces y ahora se encuentra bajo el
puente. Percival, Tony, Archie u otro irán a la India. No volveremos a
reunirnos. Entonces alarga la mano y coge la libreta -cuidadosamente forrada
con papel moteado- y febrilmente escribe largas líneas de poesía, al estilo del
poeta que más admira en el presente instante.
»Pero deseo gozar del paso del tiempo, asomarme a la ventana,
escuchar. Vuelvo a oír el irregular coro. Ahora rompen loza. Es otra
tradición. El coro, como las aguas de un torrente saltando sobre rocas y
peñas, asaltando brutalmente viejos árboles, cae con magnífico abandono, de
cabeza, en precipicios.


~

mis raíces descienden

Mis raíces descienden atravesando filones de plomo y de plata, a través de húmedos y pantanosos lugares que exhalan olores, hasta llegar a un núcleo, formado por raíces de roble unidas, en el centro. Sellado y ciego, taponados con tierra los oídos, he oído, a pesar de todo, rumores de guerras. Y el ruiseñor. He percibido mucha tropa en premura, yendo arrebañada de aquí para allá, en busca de civilización, como vuelos de aves migratorias en busca del verano. He visto mujeres con rojos cántaros dirigiéndose a las orillas del Nilo. Desperté en un jardín, con un golpe en el cogote, un ardiente beso, beso de Jinny. Y lo recuerdo todo como se recuerdan los gritos confusos, la caída de columnas y traviesas rojas y negras, en un nocturno incendio. Duermo y velo sin cesar. Ahora duermo, ahora velo.
~


A Susan la respeto, porque cose sentada. Cose a la luz de una
apacible lámpara, en una casa en la que las espigas suspiran cerca de la
ventana y me dan seguridad. Porque yo soy el más débil, el más joven de
todos ellos. Soy un niño que se mira los pies, y mira los arroyuelos que el
agua ha dibujado en la grava. Esto es un caracol, digo; esto es una hoja.
Gozo con los caracoles; gozo con la hoja. Siempre soy el más joven, el más
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inocente, el más confiado. Vosotros, todos, estáis protegidos. Y yo desnudo.
Cuando la camarera con trenzas arregladas como una corona de pelo pasa
rápida junto a mí, os sirve los albaricoques y las natillas sin dudar, como una
hermana. Sois sus hermanos. Pero cuando me levanto, sacudiéndome las
micas del chaleco, dejo una propina excesiva, un chelín, bajo el alero del
plato, para que la camarera no lo encuentre hasta después de haberme ido, y
su desprecio, cuando lo coja riéndose, no me alcance hasta el momento en
que me encuentre en la puerta.»
«Ahora el viento levanta las cortinillas», dijo Sucan, «y las jarras y
cuencos, la estera y el viejo sillón con el agujero se perciben ahora
claramente.

~



Ansían causar buena
impresión. Siento que mil posibilidades nacen en mí. Soy ingeniosa, soy
alegre, soy lánguida, soy melancólica, sucesivamente. Tengo raíces, pero
floto. Toda de oro, flotando en este rumbo, le digo a éste: "Ven." Rizándome
en negro, digo a este otro: "No." Uno abandona su puesto bajo la vitrina. Se
acerca. Se dirige a mí. Es el momento más excitante que he vivido en mi
vida. Me estremezco. Me rizo. Me balanceo como una planta en el río,
flotando hacia aquí, flotando hacia allá, pero enraizada, para que venga hacia
mí. "Ven", le digo. "Ven." Pálido, negro el cabello, el que viene es
melancólico y romántico. Y yo soy ingeniosa y parlanchina y caprichosa, ya
que él es melancólico, romántico. Está aquí. En pie a mi lado.

Ahora, con una leve sacudida, como un crustáceo que se desprende
de la roca, me suelto, le acepto plenamente, me dejo llevar. Nos unimos a la
lenta marea. Entramos y salimos de esta dubitativa música. Las rocas
quiebran la corriente de la danza, la resquebrajan, la estremecen. Entrando y
saliendo, ahora quedamos absorbidos por este gran cuerpo. Nos une. No
podemos salir de sus sinuosos, dubitativos, abruptos, perfectamente
circulares muros, que nos rodean. Nuestros cuerpos, el suyo duro, el mío
fluido, están pegados dentro del otro cuerpo que nos une, y después
alargándose, en suaves y sinuosos pliegues, nos mece y nos mece. De
repente la música cesa. Mi sangre sigue corriendo, pero mi cuerpo se está
quieto. La estancia gira ante mi vista. Se detiene.
~



~

Vamos, vayamos despacio, como vagando sin rumbo, a las doradas
sillas. El cuerpo es más fuerte de lo que yo creía. Y estoy más aturdida de lo
que suponía. Ya nada me importa en el mundo. Nadie me importa salvo este
hombre cuyo nombre ignoro. ¿Somos aceptables, luna? ¿No somos
hermosos, sentados el uno al lado del otro, aquí, yo con mi vestido de satén,
y él en blanco y negro? Ahora mis iguales pueden mirarme. Os devuelvo
rectamente la mirada, hombres y mujeres. Pertenezco a vuestro grupo. Este
es mi mundo.

Ahora cojo esta copa de delgado tallo y sorbo. El vino tiene
gusto astringente y drástico. No puedo evitar un perplejo retroceso, al beber.
Los aromas y las flores, el esplendor y la calidez, se destilan aquí
convirtiéndose en un ardiente líquido amarillo. Exactamente a la altura de
mis paletillas, una cosa seca, muy abiertos los ojos, se cierra suavemente,
dentro, y poco a poco se duerme. Es el éxtasis. Es alivio. La barra en la parte
posterior de la garganta desciende.

Las palabras se amontonan, forman una
multitud, y todas se empujan, pugnando cada cual por salir. Poco importa
que sea ésta o aquélla la que salga. Se agitan, se suben a las espaldas de las
otras. Las solas, las solitarias, se emparejan, caen juntas y se convierten en
muchas. Poco importa lo que diga. Prieta, como un pájaro que aletea, una
frase cruza el vacío espacio que media entre nosotros dos. Se posa en sus
labios. Vuelvo a llenar la copa. Bebo. Desaparece el velo entre los dos. Entro
en el calor e intimidad de otra alma. Estamos juntos muy arriba, en un
collado alpino. Melancólico está de pie en lo alto del camino. Me inclino.
Cojo una flor azul y la prendo, poniéndome de puntillas para llegar a él, en la
solapa de la chaqueta. ¡Ahí! Es mi momento de éxtasis. Ahora ya ha pasado.
Ahora la laxitud y la indiferencia nos invaden. Otros seres pasan
rozándonos. Hemos perdido la conciencia de nuestros cuerpos uniéndose
bajo la mesa.



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Es una forma de comunicación con la pareja muy potente ¿no?
Es un momento en el que depones las armas, no hay palabras hirientes, no hay actos desconsiderados y hay una comunicación ahí que puede darse que realmente ayuda mucho a la pareja.

Se ama desde el respeto al otro, desde la empatía de sus necesidades y sentimientos.

El sexo es un elemento de comunicación emocional que ayuda a compensar otros problemas de comunicación, es una expresión de unión y fusión mutua que expresa la solidaridad y complicidad entre dos personas.

Se debe aprender no sólo a respetar el espacio de los demás, sino a hacer respetar nuestro propio espacio. A veces el ego puede resultar susceptible y desconfiado y hacernos reaccionar de forma brusca ante los errores.

Es muy bonito estar invitado a compartir la vida con otro pero ello no puede significar asimilar la vida y las emociones de la otra persona como si nos perteneciesen. Y aquí entramos ya en otro tema, el de respetar los límites.
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jaja, gracias, lady byron, tenemos que decir lo que nos hiere, y aquí hay mucho escozor, pero la cuestión de moralidad pública es algo que está resuelto entre el codigo civil y el penal, de una forma exterior como límite a la Ley. Casi siempre no hay duda cuando se trata de la protección de los menores, en estos casos, la ley actúa siempre protegiendo su libertad y su preservación de la intimidad y su indemnidad sexual; sin embargo cuando hablamos de la libertad sexual de la mujer que no es menor, en estos casos los límites de la decencia pública pues estarían no creo en acotar un espacio cerrado, tampoco, pero no permitir que se usen sitios a la vista de cualquiera que pasa y sin pudor, se estaría en este caso también atentando a la moral del menor que pasa por una calle aunque sea acompañado, y lindaría con lo que antiguamente el código penal llamaba el exhibicionismo público, un poco en ese reducto se ha convertido hoy día la prostitución de la calle, tolerada en ciertas zonas y horarios, pero está claro que no se pueden poner de cara a todo el mundo, y hoy día el exhibicionismo, que existe todavía, sin embargo ha sido reducido a la falta a la decencia pública, cuando claramente no atenta la moral del menor, sino lo que la propia ley en su doctrina considera la moral pública, como bien jurídico protegido.

Bueno, te he soltado una clase de derecho y moral, pero es que esta es una especialidad que tuve que estudiar en mi carrera.

Besos para ti, y gracias.


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algo alteramos, por vanidad. Nos hemos esforzado en
acentuar las diferencias. Este deseo de ser individuos separados nos ha
inducido a resaltar nuestros defectos y cuanto de particular tenemos. Pero
hay una cadena que gira y gira a nuestro alrededor, con un círculo azul-acero
debajo.»
Ignorado, con o sin secreto, ya que esto poco importa», dijo Rhoda,
«es como una piedra caída en un estanque, a cuyo alrededor nadan los
pececillos. Como pececillos, nosotros, que hemos vagado en todas
direcciones, nos hemos puesto a nadar a su alrededor, tan pronto ha llegado.
Como pececillos, conscientes de la presencia de la gran piedra, satisfechos
nadamos y nos ondulamos. Una sensación de comodidad nos cubre. Oro
corre por nuestras venas. Uno, dos, uno, dos, el corazón late serenamente,
confiado, en trance de bienestar en éxtasis de benevolencia, y mirad, los más
lejanos confines del mundo, pálidas sombras en los más remotos horizontes,
como la India, por ejemplo, se ofrecen a nuestra vista. El mundo, antes
encogido y reseco, se hincha y redondea. Remotas provincias surgen de las
tinieblas. Vemos embarrados senderos, jungla retorcida, humanas multitudes
y el buitre que se alimenta de hinchada carroña, como si todo fuera parte de
nuestro altivo y espléndido territorio, debido a que Percival, caballero
solitario en yegua atormentada por los tábanos, avanza por un desierto
sendero, y ha levantado su tienda entre desolados árboles, y ahora está
sentado, solo, contemplando las inmensas montañas.»

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«Es odio, es amor», dijo Susan. «Es el furioso arroyo de aguas negras
como el carbón lo que nos da vértigo cuando lo miramos. Aquí estamos en
una orilla, pero si bajamos la vista sentimos vértigo».
«Es amor», dijo Jinny, «es odio, como el que Susan me tiene porque
una vez besé a Louis en el jardín. Sí, porque, por ser yo como soy, cuando
aparezco la obligo a pensar "tengo las manos rojas", y las oculta. Pero
nuestro odio casi no se puede distinguir del amor.»
«Estas rugientes aguas», dijo Neville, «sobre las que construimos
nuestras insensatas plataformas, son más estables que los enloquecidos,
débiles e inconsecuentes gritos que emitimos cuando en un intento de hablar
nos levantamos. Cuando razonamos y soltamos estos falsos dichos "¡soy
esto, soy lo otro!", el habla es falsa.

~



Ahora puedo mirar con
fijeza la caída espumeante del agua que mueve el molino, ahí, abajo. ¿Qué
nombre le daremos? ¿Qué habla Rhoda, cuyo rostro veo nebulosamente
reflejado en el espejo enfrente? ¿Qué habla Rhoda, a quien interrumpí
cuando balanceaba los pétalos en su cuenco pardo, para preguntarle si había
visto el cuchillo que Bernard había hurtado? Para ella el amor no es un
remolino. No siente vértigo, cuando baja la vista. Mira a lo lejos, por encima
de nuestras cabezas, a un lugar más allá de la India.»
«Sí, por entre vuestros hombros, por encima de vuestras cabezas, a un
paisaje», dijo Rhoda, «a un hoyo al que las escarpadas colinas de múltiples
gibas descienden como pájaros con las alas plegadas. Allí, entre el corto y
firme césped, se alzan arbustos de oscuras hojas, y contra esta oscuridad veo
una sombra blanca, pero no de piedra, móvil, quizá viva. Pero esta sombra
no es tú, no es tú, no es tú.

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«Fíjate, Rhoda», dijo Louis, «se han convertido en seres nocturnos y
están en trance. Sus ojos son como las alas de la polilla, que se mueven tan
aprisa que parecen no moverse.»
«Trompetas y cuernos», dijo Rhoda, «suenan. Hojas se abren.
Ciervos ladran en la espesura. Hay un baile y un batir de tambores, como el
baile y el batir de tambores de hombres desnudos y con gumías.»
«Como la danza de los salvajes», dijo Louis, «alrededor de la
hoguera. Son salvajes, son implacables. Danzan en círculo, blandiendo el
acero. Los saltos de las llamas iluminan sus pintadas caras, las pieles de
leopardo y los sangrantes miembros que han arrancado al cuerpo vivo.»
«Las llamas de la celebración se elevan hasta muy alto», dijo Rhoda.
«Pasa la gran procesión, agitando ramas verdes y ramas floridas. De los
cuernos surge humo azul. A la luz de las antorchas sus cuerpos están
moteados de rojo y de amarillo. Arrojan violetas. Adornan a la amada con
guirnaldas y hojas de laurel, ahí, en la circular porción de césped, a la que
descienden las escarpadas colinas. Pasa la procesión. Y mientras pasa, Louis,
tenemos conciencia de decadencia, presentimos la extinción. La sombra se
esquina. Nosotros, que somos conspiradores, nos retiramos juntos,

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El sol había llegado al más alto punto de su trayecto. Ya no se veía a
medias, ya no tenía que ser intuido, en méritos de destellos y resplandores,
como si fuera una muchacha recostada en un colchón verde mar, adornada
la frente con joyas cuajadas de gotas de agua que lanzaban rayos opalinos
de luz que caía y destellaba en el aire incierto, como los flancos del delfín al
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saltar, o el destello de la hoja de acero al caer. Ahora el sol quemaba sin
piedad, sin que nadie pudiera negarlo. Incidían sus rayos en la dura arena,
y las rocas se habían convertido en hornos de rojo ardor. Buscaba en todos
los estanques, y atrapaba al pececillo escondido en la grieta, y ponía de
relieve la enmohecida rueda del carro, el blanco hueso, o la bota sin
cordones, negra como el hierro, en la arena. A todo daba su exacta medida
de color, a las dunas sus innumerables destellos, a los céspedes su fulgente
verde, o caía en la aridez del desierto, aquí surcado por el azote del viento,
aquí transformado en desolado pedregal, aquí salpicado por el átomo verde
oscuro de los árboles de la jungla. Iluminaba las suaves superficies doradas
de la mezquita, las frágiles, rosadas y blancas casas de juego del pueblo
sureño, y a la mujer de blanco cabello y largos senos que arrodillada en el
lecho del río golpeaba con una piedra arrugadas ropas.


~

Las olas rompían y deslizaban rápidamente sus aguas sobre la
arena. Una tras otra se alzaban y caían. El agua pulverizada saltaba hacia
atrás impulsada por la fuerza de la caída. Las olas eran de profundo azul,
con la sola excepción del dibujo de luz sembrada de diamantes en sus lomos
que se contraían y distendían como los musculosos lomos de grandes
caballos al avanzar. Las olas caían. Se retiraban y volvían a caer, con el
sordo sonido del patear de una gran bestia.

~




















Ahora, gracias a mi debilidad, recobro lo que él era para mí: mi antítesis. Por ser naturalmente veraz, no veía la utilidad de esas exageraciones, y le guiaba un natural sentido de lo ajustado; realmente, era un gran maestro del arte de vivir, por lo que parece haya vivido una larga vida, difundiendo la calma a su alrededor, casi podemos decir la indiferencia, de un modo muy claro en lo referente a sus propios triunfos, a su carrera, a pesar de que también estaba dotado en alto grado de la virtud de la compenetración con los demás. Un niño entregado a sus juegos -un atardecer de verano-, y en las puertas que se abrirán y cerrarán, que seguirán abriéndose y cerrándose, y por ellas veré visiones que me harán llorar. Sí, porque no se puede participar en ellas. De ahí nuestra soledad, de ahí nuestra desolación. Regreso a aquel lugar de mi mente y lo encuentro vacío. Mis deficiencias me oprimen hondamente. El ya no está aquí para oponerse a ellas.

De ahí el silencio y lo sublime. Pero el silencio pesa sobre mí. Es la perpetua exigencia de la visión. Ahora las presiones son intermitentes y sordas. Distingo menos de lo debido, y más vagamente de lo que debiera. Oprimo el timbre interior, y no sueno, ni emito irrelevantes clamoreos de tumultuosas campanillas. Cierto esplendor me hace titilar enloquecidamente, es el arrugado rojo contra el terso verde, es el desfile de las columnas, es la luz anaranjada tras las negras y picudas hojas de los olivos. Flechas de sensación se clavan en mi espina dorsal, aunque sin orden.
~






El murmullo de las hojas es como el del agua corriendo por las
acequias, verdes profundidades moteadas de dalias y zinias. Y yo, ya un
duque, ya Platón el camarada de Sócrates; la marcha de hombres de piel
oscura, hombres de piel amarilla, en emigración al Este, al Oeste, al Norte y
al Sur; la eterna procesión, las mujeres van ahora con carteras de negocios
por el Strand abajo, como antes iban con cántaros al Nilo; todas las hojas
enroscadas, formando una densa masa, de mi vida con infinitas hojas, están
ahora resumidas en mi nombre, limpia y escuetamente recortado sobre esta
hoja. Ahora soy un adulto en su plenitud, ahora, erecto al sol o bajo la lluvia,
he de caer con la fuerza del hacha para cortar este roble en méritos de mi
peso tan sólo, porque si me desvío hacia allí, o hacia allá, caeré como la
nieve y me frustraré.
~

Pero ahora no puedo perder ni un momento. Aquí no hay respiro, no
hay sombra de trémulas hojas, no hay hueco en el que quepa refugiarse del
sol, o sentarse con un ser amado, en el fresco atardecer. Sobre los hombros
llevamos el peso del mundo, su visión está en nuestros ojos, si parpadeamos
o desviamos la vista a un lado, o nos volvemos de espalda para coger con los
dedos lo que Platón dijo, o recordar a Napoleón y sus conquistas, infligiremos
al mundo la herida de cierta oblicuidad. La vida es esto. Él señor
Prentice a las cuatro. El señor Eyres a las cuatro treinta. Me gusta oír el
suave murmullo del ascensor, el sordo golpe con que se detiene en mi
descansillo, y los viriles pasos de responsables pies a lo largo de los
corredores. Y de esta manera, en méritos de nuestros esfuerzos aunados,
mandamos buques a los más remotos confines del mundo, buques repletos de
retretes y de gimnasios. Llevamos sobre los hombros el peso del mundo. La
vida es esto. Si persevero, heredaré un sillón y una alfombra, una casa con
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invernaderos en Surrey, y una rara conífera, una rara planta de melón o árbol
florido que será la envidia de los restantes mercaderes.

He leído a mi poeta en la casa de comidas, y, mientras revolvía con
la cucharilla el café, he escuchado a los oficinistas apostando en las pequeñas
mesas y he contemplado a las mujeres dubitativas ante el mostrador. He
dicho que nada puede carecer de importancia, ni siquiera un papel pardo
accidentalmente caído al suelo. He dicho que sus empeños han de tener una
finalidad prevista, que deben ganarse sus dos libras con diez a la semana bajo
el mando de un augusto jefe. Y al atardecer, una mano, una túnica, debe
acogernos. Cuando haya reducido estas fracturas y haya comprendido estas
monstruosidades, de manera que ya no exijan excusas y justificaciones, que
son causa de que malgastemos en parte nuestras energías, devolveré a la
calle y a la casa de comidas lo que perdieron al caer en estos duros tiempos y
al quebrarse en estas pedregosas playas. Reuniré unas cuantas palabras, pocas,
y forjaré a nuestro alrededor un aro de hierro.

»Sin embargo, sigo viviendo en mi buhardilla. Allí abro el libro de
siempre. Desde allí, contemplo cómo la lluvia resbala en las losas hasta que
brillan como el impermeable de un policía, desde allí veo las rotas ventanas
de las casas de los pobres, los flacos gatos, una meretriz mirándose con
guiños en los ojos en un espejo roto, mientras se arregla la cara para la
esquina callejera. Y a veces viene Rhoda. Somos amantes.
~

Duerme, digo, duerme, y la tetera hierve y su aliento se hace más y
más denso hasta que sale en chorro del curvo tubo. De esta manera la vida
llena mis venas. De esta manera la vida corre por mis miembros. De esta
manera me siento impulsada a avanzar, hasta sentir deseos de gritar, mientras
voy de un lado para otro del alba al ocaso: "¡Basta, estoy ahíta de felicidad
natural!”.

Me siento como una hoja llevada por el viento, ahora
rozando el césped húmedo, ahora alzándome en el aire. Estoy ahíta de
felicidad natural, y a veces deseo que esta plenitud se aleje de mí, que se alce
el peso de la casa dormida, cuando estamos sentados leyendo, cuando paso el
hilo por el ojo de la aguja. La lámpara alimenta un fuego en el oscuro cristal
de la ventana. El fuego arde en el corazón de la enredadera. Veo una calle
iluminada, en las siemprevivas. Oigo tránsito en el rumor del viento por el
sendero, voces rotas, una ris.
~



«Ahora es el momento», dijo Jinny. «Ahora hemos coincidido, ahora
nos hemos reunido. Hablemos, contemos historias. ¿Quién es él? ¿Quién es
ella? Siento una infinita curiosidad y no sé qué pasará. Si tú, a quien acabo
de conocer, me dijeras: "La diligencia parte a las cuatro de Piccadilly", no
perdería siquiera los instantes precisos para meter en un maletín lo
imprescindible, e iría contigo inmediatamente.
»Sentémonos aquí, bajo las flores, en el sofá junto al cuadro.

~
Hay que ser rápido en este mundo, hay que prender hábilmente
hechos y más hechos, como juguetes al árbol de Navidad, fijándolos con un
giro de los dedos. El hombre se inclina hacia delante; cómo se inclina,
incluso hacia la azalea. Incluso se inclina hacia esta vieja, sólo porque lleva
diamantes en las orejas y, como un paquete, pasea en un coche tirado por una
yegua por sus tierras, decidiendo quién merece ayuda, qué árbol ha de ser
derribado, quién ha de ser despedido mañana.

Debo decirte que he vivido mi
vida, durante estos años, y que ahora tengo más de treinta, y he vivido peligrosamente,
como una cabra montés, saltando de roca en roca; permanezco
poco tiempo en un mismo sitio; nunca me vinculo a una persona
determinada; pero descubrirás que si levanto el brazo, inmediatamente
aparece una figura y se acerca.
~


Sí,
el tiempo pasa. Envejecemos. Pero todo se reduce a estar contigo, -sólo
contigo, aquí, en Londres, en esta habitación iluminada por el fuego, tú ahí y
yo aquí. Esto es todo lo que contiene este mundo saqueado hasta sus últimos
rincones, esquilmadas todas sus alturas y cortadas todas sus flores. Mira el
fuego ascendiendo y descendiendo por el dorado tejido de la cortina. La fruta
que la luz cerca cae pesadamente. Cae en la punta de mi bota, y da un halo
rojo a tu cara que me parece el fuego y no tu cara. De la misma manera me
parece que esto son libros en la pared, y esto una cortina, y esto quizá sea un
sillón. Pero, cuando tú llegas, todo cambia. Las tazas y los platos han
cambiado, cuando tú has llegado esta mañana. No cabe la menor duda, he
pensado, mientras echaba a un lado el periódico, de que nuestras mezquinas
vidas, pese a ser feas, sólo se revisten de esplendor y adquieren significado
cuando las contemplamos con los ojos del amor.

Me levanté. Desayuné. Teníamos ante nosotros todo el día; y como
sea que era hermoso, tierno, neutral, a pie cruzamos el parque hasta la orilla
del río, por el Strand fuimos a Saint Paul, y después a la tienda en que me
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compré un paraguas, siempre hablando, y deteniéndonos de vez en cuando
para mirar. Pero ¿puede esto durar?, me pregunté cuando estábamos junto al
león de Trafalgar Square, junto al león visto una vez y para siempre jamás.
Así revivo mi vida pasada, escena por escena. Hay un olmo, y ahí reposa
Percival. Para siempre, siempre, juré. Después, como de costumbre, caía en
la duda. Te cogí la mano. Me dejaste. El descenso a la estación del metro fue
como una muerte. Quedamos separados, alejados por todas esas caras, y por
el hueco viento que rugiente parecía barrer pelados peñascos.

A las cinco supe que eras infiel.
Cogí el teléfono, y el run, run, run, de su estúpida voz en tu vacía
habitación golpeaba mi corazón, hundiéndolo, cuando la puerta se abrió, y
allí estabas tú. Este fue, entre todos, nuestro más perfecto encuentro. Pero
estos encuentros, estas separaciones, acaban destruyéndonos.
Ahora esta habitación me parece un centro absoluto, algo arrancado
de la eterna luz. Fuera, las líneas se retuercen y se cortan, pero lo hacen a
nuestro alrededor, arropándonos. Aquí estamos centrados. Aquí podemos
guardar silencio o hablar sin alzar la voz.
~


¿Te has fijado en esto y en esto?,
decimos. Digo esto, queriendo decir... Ella dudó y, creo, entró en sospechas.
De todos modos, oí voces y un sollozo, en la escalera, cuando ya era muy de
noche. Esto significaba el fin de sus relaciones. De esta manera tejemos a
nuestro alrededor hilos infinitamente delgados y construimos un sistema. De
él forman parte Platón y Shakespeare, así como gente totalmente oscura, sin
la menor importancia. Odio a los hombres que llevan crucifijos en el lado
izquierdo del chaleco. Odio las ceremonias y los lamentos, y la triste figura
de Cristo temblando al lado de otra temblorosa y triste figura. También odio
la pompa y la indiferencia y el énfasis, dado siempre a las palabras que no lo
merecen, de la gente que perora bajo candelabros, solemnemente ataviados
de gala, con estrellas y condecoraciones. Un poco de rocío en un seto, un
ocaso en un liso campo invernal, o el modo en que una mujer está sentada,
los brazos en jarras, en un autobús, con un cesto, esto es lo que tú me invitas
a mirar, o yo a ti.
Es un inmenso alivio poder llamarnos recíprocamente la
atención sobre algo. Y, después, también el silencio. Seguir las oscuras
sendas de la mente y penetrar en el pasado, visitar libros, apartar sus ramas y
arrancar la fruta. Y mirarla y maravillarme, como miro los despreocupados
movimientos de tu cuerpo y me maravillo ante su fácil aire, su poder... el
modo en que abres las ventanas, y la destreza de tus manos. Sí, porque, triste
es decirlo, mi mente está algo enferma, se fatiga muy pronto. Termino
fláccido y húmedo, quizá repugnante, al final.



~

Necesito este fuego, necesito
este sillón. Necesito sentarme al lado de alguien, después de los
empeños del día, con todas sus angustias, todas sus tensas atenciones, sus esperas
y sus suspicacias. Después de las peleas y las reconciliaciones, necesito
intimidad, estar a solas contigo, poner orden en esa barahúnda. Sí, porque en
mis costumbres soy pulida como un gato. Debemos ser la antítesis de la
esterilidad y las deformidades del mundo, de sus multitudes que dan vueltas
y vueltas, torrenciales, pateándose.


~










A las cinco supe que eras infiel. Cogí el teléfono, y el run, run, run, de su estúpida voz en tu vacía habitación golpeaba mi corazón, hundiéndolo, cuando la puerta se abrió, y allí estabas tú. Este fue, entre todos, nuestro más perfecto encuentro. Pero estos encuentros, estas separaciones, acaban destruyéndonos. Ahora esta habitación me parece un centro absoluto, algo arrancado de la eterna luz. Fuera, las líneas se retuercen y se cortan, pero lo hacen a nuestro alrededor, arropándonos. Aquí estamos centrados. Aquí podemos guardar silencio o hablar sin alzar la voz.

Me he convertido en la voz fiscalizable, en la contable, pues sólo podemos controlar la fidelidad física pero no la verdadera fidelidad que es la sentimental. Pero si un día no vienes después del desayuno, si un día te veo a través de cualquier espejo buscando, quizá, a otra, si el teléfono suena y suena en tu habitación vacía, entonces, después de indecibles angustias, entonces porque la locura del corazón humano no tiene límites- buscaré y encontraré un tú como el tuyo. Entretanto, borremos de un golpe el tic-tac del reloj del tiempo. Acércate más.
~





Ahora el sol había descendido más en el cielo. Las islas de nube
habían adquirido más densidad y, arrastrándose, pasaban ante el sol, por lo
que las rocas se tornaban súbitamente negras, y el trémulo acebo perdía su
azul para quedar de plata, y sombras como grises paños impulsados por un
soplo se extendían sobre el mar. Las olas ya no visitaban las lejanas
charcas, ni alcanzaban la punteada línea negra de trazo irregular, sobre la
playa. La arena era gris perla, suave y brillante.

Los pájaros trazaban altos círculos y arcos en el aire. Algunos
volaban raudos por los surcos del viento, giraban y se deslizaban por ellos,
como si fueran un solo cuerpo cortado en mil hilos. Como una red, caían los
pájaros al descender a las copas de los árboles. Un pájaro voló solitario
hacia el campo, y se posó en una blanca estaca, donde abrió las alas y las
volvió a cerrar.
~






Estamos al aire libre. Se abre la noche, la noche
atravesada por vagabundas polillas, la noche que oculta a los enamorados
camino de la aventura. Huelo a rosas, huelo a violetas, veo rojo y azul apenas
escondidos. Ahora hay grava bajo mis zapatos, ahora hay césped. Hacia el
cielo se deslizan las altas casas negras, con el delito de las luces. »Todo
Londres está incómodo con tanto destello de luz. Ahora cantemos nuestro
canto de amor. Ven, ven, ven. Ahora mi áurea señal es como una libélula en
tenso vuelo. Digo palabras que suenan como el reclamo del ruiseñor cuya
melodía se comprime en el paso de su garganta demasiado estrecha. Ahora
oigo chasquidos y rumor de ramas y golpes de cuernos, como si todas las
bestias del bosque hubieran salido de caza, y todas saltaran y corriesen por
entre la maleza espinosa. Una me ha atravesado. Una ha penetrado en mí.
»Y flores de terciopelo y hojas con frescor de agua me cubren, me
rodean y me perfuman.»

~




En el jardín habían caído algunos pétalos. Reposaban sobre la
tierra, ahuecados como conchas. La hoja muerta ya no seguía en su seto,
sino que el viento la había arrancado, y ahora corría, y después se detenía,
pegada a un tallo. Por todas las flores pasaba la misma onda de luz, en un
repentino estremecimiento y esplendor, como si una aleta hubiera cortado el
verde cristal de un lago. De vez en cuando, un soplo rasante e imperioso
agitaba arriba y abajo las multitudinarias hojas, y, cuando el soplo
comenzaba a extinguirse, cada hoja recobraba su identidad. Las flores que
quemaban al sol sus coloridos discos, se apartaban de la luz, cuando el
viento las agitaba, y algunas cabezas, demasiado pesadas para volver a
alzarse, quedaban levemente caídas.

Las nubes de redondeadas
cabezas desprendían otra en su avance, pero conservaban todos los átomos
de su redondez. Ahora, en su camino, atraparon a un pueblo entero en su
red, y al rebasarlo dejaron volar de nuevo, libremente, la red. A lo lejos, en
el horizonte, entre millones de granos de polvo gris azulado ardía un vidrio,
o se alzaba la solitaria raya de la aguja de una iglesia, o un árbol.

~



"El sol da luz", digo. Me siento
como un insecto que viaja aposentado en la cumbre de la tierra, y podría
jurar, aquí sentado, que percibo su movimiento giratorio y su dureza. No
experimento el menor deseo de seguir una trayectoria contraria a la de la
tierra. Si pudiera prolongar esta sensación unas seis pulgadas más, tengo el
presentimiento de que tocaría un territorio muy raro. Pero mi trompa tiene
sus límites. Jamás he deseado prolongar estos anímicos estados de alejamiento;
me desagradan; y también los desprecio. No quiero convertirme en
un hombre que se pasa cincuenta años sentado en un mismo sitio, pensando
en su ombligo. Siento deseos de quedar uncido a un carro, a un carro cargado
de verduras que traquetea en un camino pedregoso.

~


»La verdad es que yo no soy uno de esos que encuentran su
satisfacción en una persona, o en el infinito. Las estancias íntimas me
aburren y el cielo también. Mi ser sólo destella cuando todas sus facetas
entran en relación con mucha gente. Más vale dejar que fracasen, y estoy
lleno de orificios, perdiendo porciones y porciones, como un papel quemado.











Virginia Woolf
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Virginia Woolf, cuyo nombre completo de soltera era Adeline Virginia Stephen (Londres, 25 de enero de 1882- Lewes, Sussex, 28 de marzo de 1941), fue una destacada escritora y editora británica. Aunque empezó su carrera literaria escribiendo ensayos y crítica literaria, destacó sobre todo como novelista. Durante el período de entreguerras, se convirtió en una importante figura de la sociedad literaria londinense y formó parte del Grupo de Bloomsbury. Sus novelas más conocidas son La señora Dalloway (1925), Al faro (1927), Orlando (1928), Las olas (1931) y Entre actos (1941).
Fue redescubierta durante la década de 1970, gracias a su ensayo Una habitación propia, uno de los textos más citados del movimiento feminista, que expone las dificultades de las mujeres para consagrarse a la escritura en un mundo dominado por los hombres.


Biografía [editar]
Infancia y juventud [editar]


Leslie Stephen (hacia 1860). Fotógrafo desconocido


Julia Stephen con Virginia (1884). Fotografía de Henry H. H. Cameron
Virginia Stephen era hija del novelista, historiador, ensayista y biógrafo Sir Leslie Stephen (1832-1904) y de su segunda esposa, Julia Prinsep Jackson (1846-1905). Tuvo tres hermanos: Vanessa (1879-1961), Thoby (1880-1906) y Adrian Stephen (1883-1948). Tenía además una media hermana, Laura Makepeace Stephen (1870-1945), nacida del matrimonio anterior de su padre con Harriet Marion Thackeray; y tres medio hermanos: George (1868-1934), Stella (1869-1897) y Gerald Duckworth (1870-1937), del primer matrimonio de su madre, con Herbert Duckworth. La residencia familiar, situada en el 22 de Hyde Park Gate, en el barrio londinense de Kensington, era frecuentada por la élite intelectual y artística de la época. Asiduos visitantes al domicilio de los Stephen fueron, por ejemplo, Alfred Tennyson, Thomas Hardy, Henry James y Edward Burne-Jones.
Psicoanalistas y biógrafos de Woolf han escrito que sus hermanastros Gerald y George Duckworth abusaron sexualmente de ella durante su infancia y adolescencia,[1] y que esos abusos, cuyas circunstancias exactas no se conocen bien, están en el origen del problema psicológico que sufrió la autora, un trastorno bipolar.[2] En su texto autobiográfico A Sketch of the Past, la propia Virginia Woolf solo aludió a estas desdichadas experiencias de forma velada, de acuerdo con la rígida moral de la época victoriana. Su biógrafa Hermione Lee escribió que: "Las pruebas son suficientes, pero también lo suficientemente ambiguas como para allanar el camino a interpretaciones psicobiográficas contradictorias, que presentan imágenes completamente diferentes de la vida interior de Virginia Woolf".[3]
Aunque no fue a la escuela, Woolf recibió clases de profesores particulares y de su padre. Quedó impresionada por la obra literaria de su padre, así como por su actividad como editor del monumental Dictionary of National Biography, y por la amplitud de su biblioteca privada, que estimuló en ella el deseo de convertirse en escritora. Cuando falleció su madre, el 5 de mayo de 1895, Virginia sufrió su primera depresión. Su media hermana Stella, que había tomado las riendas del hogar familiar tras la muerte de Julia Stephen, abandonó dos años más tarde la casa paterna para casarse con Jack Hills (fallecería durante la luna de miel, a causa de una peritonitis).
Entre 1882 y 1894 la familia pasó las vacaciones de verano en Talland House, con vistas a la playa de Porthminster y al faro de Godrevy.
Tras la muerte por cáncer de su padre, en 1904, y un intento de suicidio por ingestión de somníferos, se estableció con su hermana Vanessa –pintora que se casaría con el crítico Clive Bell – y sus dos hermanos en el barrio londinense de Bloomsbury, que se convirtió en centro de reunión de antiguos compañeros universitarios de su hermano mayor, entre los que figuraban intelectuales de la talla del escritor E. M. Forster, el economista J. M. Keynes y los filósofos Bertrand Russell y Ludwig Wittgenstein, y que sería conocido como el grupo o círculo de Bloomsbury.
En 1912, cuando contaba treinta años, se casó con Leonard Woolf, economista y miembro también del grupo de Bloomsbury, con quien fundó en 1917 la célebre editorial Hogarth Press, que editó la obra de la propia Virginia y la de otros relevantes escritores, como Katherine Mansfield, T. S. Eliot o Sigmund Freud.
Durante su vida, sufrió una enfermedad mental hoy conocida como trastorno bipolar, que la llevó a suicidarse el 28 de marzo de 1941, lanzándose al río Ouse, en Rodemell con varios montones de piedras en los bolsillos. Había desaparecido de su casa el día anterior.[cita requerida]
Obras [editar]
Sus primeras novelas, Fin de viaje (The Voyage Out, en inglés) y Noche y día (Night and Day, en inglés), ponen ya de manifiesto la intención de la escritora de romper los moldes narrativos heredados de la novelística inglesa anterior, en especial la subordinación de personajes y acciones al argumento general de la novela, así como las descripciones de ambientes y personajes tradicionales; sin embargo, estos primeros títulos apenas merecieron consideración por parte de la crítica. Sólo tras la publicación de La señora Dalloway (Mrs Dalloway, en inglés) y Al faro (To the lighthouse, en inglés) los críticos comenzaron a elogiar su originalidad literaria. En estas obras llaman ya la atención la maestría técnica y el afán experimental de la autora, quien introducía además en la prosa novelística un estilo y unas imágenes hasta entonces más propios de la poesía.
Desaparecidas la acción y la intriga, sus narraciones se esfuerzan por captar la vida cambiante e inasible de la conciencia. Influida por la filosofía de Henri Bergson[cita requerida], Woolf experimentó con especial interés con el tiempo narrativo, tanto en su aspecto individual, en el flujo de variaciones en la conciencia del personaje, como en su relación con el tiempo histórico y colectivo. Así, Orlando constituye una fantasía libre, basada en algunos pasajes de la vida de Vita Sackville-West, su amante lesbiana desde 1922 y también escritora, en que la protagonista vive cinco siglos de la historia inglesa. En Las olas (The waves, en inglés) presenta el «flujo de conciencia» de seis personajes distintos, es decir, la corriente preconsciente de ideas tal como aparece en la mente, a diferencia del lógico y bien trabado monólogo tradicional. Escribió así mismo una serie de ensayos que giraban en torno de la condición de la mujer, en los que resaltó la construcción social de la identidad femenina y reivindicó el papel de la mujer escritora. En Una habitación propia (A Room of One's Own, en inglés) revela la evolución de su pensamiento feminista. Destacó a su vez como crítica literaria, y fue autora de dos biografías: una divertida recreación de la vida de los Browning a través de los ojos de su perro (Flush) y otra sobre el crítico R. Fry (Fry). Asimismo, junto a E. M. Forster, llegó a escribir una carta a varios periódicos ingleses sobre el efecto que la censura tenía sobre el ánimo de los escritores, a raíz del intento del Sunday Express de condenar la novela de temática lésbica El pozo de la soledad (The Well of Loneliness, en inglés), de Hall.
La obra novelística de Virginia Woolf recibe influjos de Marcel Proust, James Joyce, Dorothy Richardson, Katherine Mansfield y posiblemente Henry James. Lo que le es realmente característico, lo que la hace prominente entre sus contemporáneos es precisamente que trató de hallar un camino nuevo para la novela, apartándose y dejando de lado el realismo imperante y abandonando la convención de la historia así como la tradicional descripción de los personajes.[4]
El entorno literario de Virginia Woolf [editar]
El nombre de Virginia Woolf está unido al grupo de Bloomsbury, formado por artistas que compartían ciertos criterios estéticos. El grupo de Bloomsbury, llamado así por el barrio londinense donde vivían muchos de ellos, muestra cierto rechazo hacia la clase media alta a la que pertenecen, y es heredero de las teorías estecistas de Walter Pater que tuvieron resonancia a finales de siglo XIX. Dentro de este grupo hubo intensas relaciones intelectuales, pero también emotivas y personales. Formaron parte de él, la pintora Dora Carrington y los escritores Gerald Brenan y Lytton Strachey, entre otros.

~














Las cosas se
han desprendido de mí. He superado ciertos deseos. He perdido amigos,
algunos arrebatados por la muerte, y otros por la simple
imposibilidad de cruzar la calle. No estoy tan bien dotada como en pasados
tiempos parecía estarlo. Ciertas cosas no están a mi alcance. Jamás
comprenderé los duros problemas de la filosofía. Roma es el límite de mi
viajar. Al caer dormida, por la noche, a veces pienso con dolor que jamás
veré a los salvajes de Tahití pescando con jabalina a la luz de un llameante
fanal, o el salto del león en la selva, o al hombre desnudo comiendo carne
cruda. Ni tampoco aprenderé ruso o leeré los Vedas.

~


Oh, viento occidental, ¿cuándo soplarás
para que la lluvia menuda caiga?
»¿Cuál ha sido mi destino. cuál ha sido esta puntiaguda pirámide que
ha oprimido mis costillares durante estos años? Ha sido recordar el Nilo y a '
las mujeres con cántaros en la cabeza; ha sido sentirme unido y desligado, al
mismo tiempo, de los largos veranos y los largos inviernos que han hecho
crecer las espigas v han helado los ríos. No soy un ser único v transitorio. Mi
vida no es una perecedera v brillante chispa, como la que destella en la
superficie del diamante. Avanzo tortuoso bajo tierra, como si un carcelero
fuera de celda en celda, con un fanal en la mano. Mi destino ha sido recordar,
saber que debo formar un solo tejido, saber que debo unir en un solo cable
los múltiples hilos, los hilos delgados, los hilos gruesos, los rotos, los imperecederos,
de nuestra larga historia, de nuestro día tumultuoso y variado.
Siempre hay algo más que debe ser comprendido; otra discordancia que ha
de ser escuchada; una nueva falsedad a castigar. Quebrados y sucios de
hollín están estos tejados con las cogullas de sus chimeneas, sus tejas desprendidas,
sus sinuosos gatos, las ventanas de sus buhardillas. Desbrozo mi
camino por entre cristales rotos, suelos llagados, y sólo veo rostros viles y
hambrientos.























ahíta de felicidad natural

Duerme, digo, duerme, y la tetera hierve y su aliento se hace más y más denso hasta que sale en chorro del curvo tubo. De esta manera la vida llena mis venas. De esta manera la vida corre por mis miembros. De esta manera me siento impulsada a avanzar, hasta sentir deseos de gritar, mientras voy de un lado para otro del alba al ocaso: "¡Basta, estoy ahíta de felicidad natural!”.

Me siento como una hoja llevada por el viento, ahora rozando el césped húmedo, ahora alzándome en el aire. Estoy ahíta de felicidad natural, y a veces deseo que esta plenitud se aleje de mí, que se alce el peso de la casa dormida, cuando estamos sentados leyendo, cuando paso el hilo por el ojo de la aguja. La lámpara alimenta un fuego en el oscuro cristal de la ventana. El fuego arde en el corazón de la enredadera. Veo una calle iluminada, en las siemprevivas. Oigo tránsito en el rumor del viento por el sendero, voces rotas, una risa.
~














hola, no sé que nos está pasando a ti y a mí, sé que es difícil la comunicación, no se te puede decir nada a la cara, eludes los temas personales, por otra parte siempre quieres tener la razón, todo es tu mecanismo de ego, que tú mismo reconoces, mira, todo esto viene también porque yo he tenido un blog y tu has hecho otros amigos y ahora no sabemos comunicarnos el uno con el otro, cuando yo he tratado temas de inteligencia emocional pensaba que te podrían interesar también para tu trabajo, pero nunca me comentaste nada, y tampoco yo he entendido tu forma de hablar, y luego me has llamado cuando han surgido problemas con amistades, y ahora despues de la ultima vez en que no estuviste comunicativo conmigo ni en todo el viaje lo has estado. Si quieres Daven nos vemos, aquí en Sevilla o en Madrid, nos hace falta vernos, yo necesito estar contigo y necesito tocarte y besarte, y hacer el amor contigo, sí, toda la noche, y conocernos, verás cómo se te quita toda esa cosa dura que tienes conmigo, tú necesitas de alguien, y yo te quiero mucho, creo que así es, por eso este amor se me convierte en odio o en algo malo también, porque sufro por tu incomprensión, comprendo que busques otras amistades, pero me parece que esa ashyland no te gusta demasiado; lo que no me gusta de ti es que quieres dominarme no sólo a mí sino a todos, quieres controlarlo todo, quieres estar en cierto sentido jugando con todos, ahí es cuando yo me he puesta muy dura contigo, pero yo pensaba que lo hacía sin maldad, el desprecio también al que me has llevado, pienso que esto lo has aprendido desde niño a despreciar así a quien no te gustaba, y que no me valoras por eso, ni me das tu reconocimiento, aparte yo no estoy segura contigo porque siempre he estado con gente diferente a ti.

~

Creo que lo que necesitamos es vernos, nos hemos hecho mucho daño, Daven, así, con la desconfianza, y luego te gusta dominar a todo el mundo, tu ego, y yo con mi blog, y tu con tus amigos, se ha creado un desentendimiento. Necesito estar contigo, tocarte y hacerte el amor, sí, Daven, es así, verás como se te quita toda esa dureza conmigo y con todos. No se te puede decir nada a la cara, aquí o en madrid podemos hacer el amor, podemos tocarnos, besarnos, eso es lo unico que yo quiero de ti, no quiero nada más, solo quiero estar contigo, todo lo demás es mentira, todo lo demás sobra.
~






Creo que lo que necesitamos es vernos, nos hemos hecho mucho daño, Daven, así, con la desconfianza, y luego te gusta dominar a todo el mundo, tu ego, y yo con mi blog, y tu con tus amigos, se ha creado un desentendimiento. Necesito estar contigo, tocarte y hacerte el amor, sí, Daven, es así, verás como se te quita toda esa dureza conmigo
y con todos. No se te puede decir nada a la cara, aquí o en madrid podemos hacer el amor, podemos tocarnos, besarnos, eso es lo unico que yo quiero de ti, no quiero nada más, solo quiero estar contigo, todo lo demás es mentira, todo lo demás sobra.


Qué libertad ofreces tú, no es esa la libertad del capitalismo, te dan a elegir entre esto o nada, entre lo pobre o nada, esa es la libertad que tú predicas, ahí no hay reglas, ahí no hay libertad, ahí el que pone las reglas las pone para los otros y no para él. Esa es la libertad, te dan a elegir entre una manzana o nada, al final acabas eligiendo lo que hay, crees que eres libre, pero te han obligado, así actúa el capitalismo.
Y luego tú te aguantas con la manzana y dices soy libre, hago lo que quiero, yo creo que despues de esto ya no confias tanto en tu trabajo, como antes, y te das cuenta, que no puedes ir por ahí diciendo tú haces lo que quieras que yo soy libre como el viento, es una libertad negativa, la que tú predicas, libertad de dejar a los demás, pero no libertad de comprometerte con alguien porque realmente qué libertad te dejan.
De este modo crees que puedes aprender de los otros pero no mucho, porque los otros están igual que tú, luchando. Y yo también tengo mis problemas con todo esto. A veces pienso cómo serán los de los demás, aunque me los puedo imaginar porque yo también he trabajado por cuenta ajena y no quiero ni volver a pensar en eso.
Lo que quiero decirte es que para tener libertad debes luchar antes por los tuyos, debes leer, debes tener conocimientos.




“Le he dado a elegir entre la manzana pequeña o ninguna” Así se usa y varía la libertad según para quién: el débil la quiere para poder elegir según su gusto y para eso necesita un árbitro regulando la operación. El fuerte la desea sin reglas ni control, para someter al débil según su voluntad. Es como cuando se habla de liberalizar el mercado de trabajo ¡Fuera normas, nada de regulaciones! Resultado: el obrero queda a merced de las condiciones impuestas por el patrón: o las toma o las deja.

Por eso siempre te chocas con la libertad porque siempre hay alguien detras que te maneja y tú lo que haces es huir y así no se logra nada.

Pero eres honesto si no transparente, dentro de lo que cabe.

Acabo de decírtelo tienes tu honrada transparencia, y tu humildad, tu esfuerzo en lo oscuro, tu progresar a ciegas, tu dignidad, tu renacer en ti mismo, tu marcha hacia tu sitio. Eso es lo que tú llamas libertad pero la libertad es más que eso, al final ante la mezquindad de las cosas, la libertad sólo la podemos ver con los ojos del amor, y en esta habitación por triste que parezca también se puede encontrar, y hablo de lecturas, de conocimientos, sin duda tú conoceras a muchas más personas que yo que te han eseñado numerosos oficios y cosas.

¿Qué libertad tengo yo? ¿La de decirle a un tío que me quiero acostar con él y hacerlo? Pues sí la tengo, pero no te creas que voy a hacerlo, para eso me hago el autoerotismo y fin, no voy a ir a pedirle a ningun tío al no ser que lo sienta. Y ahora mismo ya no siento casi nada.
Vuelves a sacar las cosas de su sitio, como si yo estuviera loca por ti y a ti solo te quedara ponerte los machos conmigo, estás muy equivocado conmigo.

Intentad ser libres: os moriréis de hambre.

Lo que compromete nuestra libertad individual, por descontado, no garantiza que no continúe habiendo alienación, como tampoco garantiza que no continúe habiendo causalidad social y sigue siendo apremiante, y lo es incluso más que nunca, en la tecnología social de nuestros días, so pena de que ésta se reduzca lisa y llanamente a “ingeniería social”.
La tecnología está creando un nuevo modo de libertad y de riqueza, pero también está creando alienación, es decir, el hombre se convierte en un objeto.

En ese sentido a mí me gusta que te rebeles y que luches por tu subjetividad, por tu persona, lo que no me gusta es que solo lo hagas para dentro, para rebelarte contra ti y los demás pero despues no hagas nada, tendrás que aliarte con alguien.

La libertad es un derroche, la libertad extenúa, mientras que la opresión produce una acumulación de fuerzas e impide el despilfarro de energía provocado por la capacidad del hombre libre de exteriorizar, de proyectar fuera de sí mismo lo que de bueno hay en él. Se comprende así por qué los esclavos siempre vencen al final. Los amos, desgraciadamente para ellos, se manifiestan, se vacían de su sustancia, se expresan: el ejercicio espontáneo de sus dones, de sus ventajas de toda índole, les reduce a sombras. La libertad les devora.

Desde una pura arbitrariedad (extremo de la libertad) podemos también negar la libertad e imponer la tiranía, esto no lo podemos olvidar, los dos extremos son malos tanto como el dogmatismo y los sistemas totalitarios.

La libertad como por obra del destino es como una lucha entre dos males y donde tú tienes que elegir, es esto lo que termina desencadenando su fin y el desenlace de esta lucha lo que resuelve nuestros límites que lo alcanzamos por la superación de esa lucha. Por eso tú estás ahí en una lucha, pero debes superarla si quieres definir tu libertad, y el campo de tu acción.
Disertar sobre la libertad no lleva a ninguna consecuencia, ni para bien ni para mal; porque sólo tenemos instantes para darnos cuenta de que todo depende de nosotros...
No nos sentimos libres, no comprendemos nuestras oportunidades y nuestros peligros, más que en ciertos sobresaltos.

Ahora bien la libertad en letras mayúsculas que está en contra del determinismo que rige en la naturaleza es probablemente una ficción cerebral. El ser humano posee respecto a nuestros antepasados evolutivos mayor grado de libertad por lo que respecta a la gama de conductas mostradas pero ello no supone que lo que consideramos normal sea una conducta elegida.

Intentad ser libres: os moriréis de hambre. La sociedad no os tolera más que si sois sucesivamente serviles y despóticos; es una prisión sin guardianes, pero de la que no se escapa uno sin perecer. ¿A dónde ir, cuando no puede vivirse más que en la sociedad y cuando no se tienen ya instintos, y cuando no se es tan lanzado como para mendigar, ni tan equilibrado como para entregarse a la sabiduría? A fin de cuentas, uno sigue como todo el mundo, fingiendo atarearse; uno se resigna a tal extremo gracias a los recursos del artificio, entendiendo que es menos ridículo simular la vida que vivirla. (Cioran, en "La tentación de existir)


¿Cómo diferenciar las cosas que dependen de nosotros de las que no dependen? Yo no lo sé.

De eso se trata, de saber qué cosas dependen de nosotros realmente. Tú sólo quieres dominarme usando la fuerza porque crees que yo actuo de forma irracional ante ti, dependo de ti si voy hacia ti, es tu forma de actuar. Pero piensa la parte que tú también dependes de mí, porque las cosas no son tan fáciles ni sencillas. Y en lo que te has obligado a mí, tienes que cumplirlo, ese fue el trato, un trato o una promesa que tú me hiciste y que no se ha roto, solo hemos discutido porque aclarar los puntos, y las cosas ya están escritas sobre la mesa y están claras, tú tienes una responsabilidad y tienes la libertad y la fuerza y debes cumplirla frente a mí, porque yo para eso me porté bien contigo.


Hay un guií³n muy bueno de Ingmar Bergman, que también voy a poner:

-â??¿No es acaso la libertad un veneno terrible para el humillado? O la palabra libertad es una droga que los humillados debe usar para poder resistir.
Yo no puedo vivir con todo eso. Me he escapado A veces es casi insoportable, los dí­as arrastran uno tras otro, creo que me ahogaré con la comida que trago, las excretas que evacúo, las palabras que digo, la luz, la luz del dí­a que llega cada mañana y me grita levántate, o el sueño que siempre son pesadillas que me persiguen de uno u otro modo, o la oscuridad tan sí³lo que nos muestra los fantasmas de la memoria.â??

(Guií³n de Bergman, La pasií³n de Anna)


Lo que podemos demostrar aquí­ desde luego es que la libertad no puede ser el unico principio motor que guí­e la conducta del hombre.

Por eso siempre he hablado de principio de â??racionalidadâ??, y de principio de ponderacion de la realidad.

Y tambien de mi pretensií³n de universalidad. De creer que lo que yo puedo hacer lo querrí­a o podrí­a querer hacer cualquier otra persona si estuviera en mis mismas circunstancias y con mis razones, y esto me ayudarí­a tambien a guiarme dentro de mis pasos y de una ética de conducta.


O al menos se tratarí­a de llegar a un consenso con esa otra persona de lo que ella querrí­a hacer en ese lugar, de esta forma no se la dañarí­a a ella.

En todo caso se trata de consensuar la verdad.

El pensador Stuart Mill, tambien lo describe con sus propias palabras: ?La única finalidad por la cual el poder puede, con pleno derecho, ser ejercido sobre un miembro de una comunidad civilizada contra su voluntad, es evitar que perjudique a los demás?, John Stuart Mill en su ensayo Sobre La Libertad.


La libertad plena en el fondo es una quimera. Besitos.
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lo dijo Ishtar a Zarza 16 julio 2008 | 2:10 PM
Claro, Zarza, todo lo demás podemos soñar infinitamente y conducirnos mas o menos con ella.

Te pongo otro argumento sacado de un doctor en medicina de Madrid, Francisco J. Rubia:

"Todas las costumbres de las que el hombre es capaz ya están más o menos reflejadas en la conducta animal, incluidas las llamadas por nosotros perversiones. Desde el punto de vista biolí³gico no existe ni la normalidad ni la moral -ambos atributos humanos- sino simplemente conductas distintas que hablan de diversos grados de albedrí­o.

Siempre que hemos pensado que en los animales, aparte del hombre, las conductas son estereotipadas y automáticas también llamadas instintivas mientras que suponemos que en el humano moderno las conductas pueden ser elegidas. Pero esta aseveracií³n no es tan segura."


se trataba también un poco de verlo desde el otro punto de vista, del que está oprimido, el que está haciendo fuerzas de reserva para la felicdad y para la libertad.

Nosotros al estar libres no valoramos la libertad que tenemos, que en realidad no es sino una gama amplia de conductas entre las que nos movemos y que nos permiten elegir, pero realmente el porblema está cuando esto mismo nos extenúa, acaba envolviéndonos en un mal de lo indiferente.

Por eso tiene razí³n Nietzsche y también Cioran cuando hablan de a fuerza de todo el que se rebela desde abajo.

Pero Cioran dirá algo más. Dice que todo el que se subleva procede de un muladar, pero además dice que el que es vencido lo es por una pureza que quiso salvar. Lo que para él hace también horrible cualquier causa, la del vencedor y la del vencido.

Tal vez todos queramos salvar alguna pureza, ese deberí­a ser el verdadero ejercicio de nuestra libertad. No sí³lo estar presos de algo sino además poner una defensa para no extenuarnos para salvarnos.

Decí­amos que era la libertad la que extenuaba y el trabajo o la prision la que hacia crecer las reservas,
Pero a ello se podrí­a objetar que el trabajo tambien extenúa mas que la libertad, pero se trataria de una fuerza mental, ahí­ es donde está la capacidad de verdad para movernos, en la motivacií³n mental, todas la luchas se consiguen cuando existe ésta, y esta existe aunque fisicamente estés extenuado por el esfuerzo de todos los dí­as, hay una reserva superior, esto se ve muchas veces cuando nos sorprendemos de nuestra capacidad de actuacií³n instintiva ante un mal, salimos corriendo o nos sale la fuerza de donde no sabemos, a las madres con los hijos les pasa lo mismo.

La fuerza sale de ahí­, de la fuerza interior y la fuerza de libertad y ésta de la fuerza mental, es ésta la capacidad de liberacií³n real que tiene el hombre.
La polí­tica sobre todo es saber construir bien esta direccion mental mas que construir artificios de otra clase, esto es lo que legitima realmente a los gobiernos, el tener un buen nivel de derechos y valores que permitan respaldarles. Es eso lo que da capacidad de mover a la gente en una direccií³n. De ahí­ que pierdan la legitimidad cuando pierden esos valores.
Nosotros al estar libres no valoramos la libertad que tenemos, que en realidad no es sino una gama amplia de conductas entre las que nos movemos y que nos permiten elegir, pero realmente el problema está cuando esto mismo nos extenúa, acaba envolviéndonos en el mar de lo indiferente. Entonces perdemos realmente la capacidad de ser libres que estaba en la afirmacií³n de nuestra mente.
Es muy curioso estudiar las relaciones entre mente y cuerpo en estas situaciones.


Claro que a veces la extenuacion del cuerpo produce una forma de liberacion que no es sublimada sino mas bien es una fuerza brutal de rebelií³n, y eso es así­. Despues no tendremos mas que un cambio de fuerzas y vuelta a repetir el mismo dilema.
Por eso dice entre otros Camus que el hombre nunca ha conocido una verdadera revolucion sino que la historia del hombre serí­a la historia de sus sucesivas rebeliones.

Como advirtiera a este respecto Albert Camus: â??En teorí­a, la palabra revolucií³n conserva el sentido que tiene en astronomí­a, esto es, el sentido de un movimiento que consiste en el cierre de un ciclo. Pero por eso mismo puede decirse que aún no ha habido ninguna auténtica revolucií³n en la historia y que si la hubiera tendrí­a que ser la definitiva. A la espera de esa revolucií³n, si es que ha de haberla, la historia de los hombres es, en cierto sentido, la suma de sus rebeliones sucesivasâ??.

Una suma con toda posibilidad inacabable salvo que el horizonte utí³pico pudiese al fin ser alcanzado, resolviéndose en optimismo o pesimismo el saldo de la historia. Pero no está muy claro que de esa imaginerí­a escatolí³gica se siga algún provecho revolucionario.



Siempre tu escepticismo ante la razí³n, sí­ pero ello no quita que la libertad sea posible precisamente en cuanto es lo que hace posible a la razí³n misma.

Y la razí³n serí­a parte constitutiva del ser humano, precisamente porque es sensible, es sentida al igual que los deseos. Hay un momento en que tras la confirmacií³n y la conformacií³n de muchos datos aprehendidos sentimos la necesidad de trazar nuestra razí³n.

Distinto es que hagamos de ella una conviccií³n profunda pero vací­a, sin sentido, propia del fanatismo. Distinto tambien es que nazca de la mera opinií³n sin sentimiento ni pasií³n.

La razí³n por tanto no puede existir sin la realidad primaria, y esta es la que da fuerza constitutiva a la razí³n y no viceversa.



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era tan tímido y los corazones de las mujeres son intrincados

Era tan tímido que no vio de ella sino la anillada mano en el agua, pero bastaba. Era una mano memorable; una mano delgada con largos dedos siempre arqueados como alrededor del orbe o del cetro; una mano nerviosa, perversa, enfermiza; una mano autoritaria también; una mano que no tenía más que elevarse para que una cabeza cayera; una mano, adivinó, articulada a un cuerpo viejo que olía como un armario donde se guardan pieles de alcanfor: cuerpo aun recamado de joyas y brocados, y que se mantenía bien erguido aunque con dolores de ciática; y que no flaqueaba aunque lo ceñían mil temores; y los ojos de la Reina eran de un amarillo pálido. Todo esto sintió mientras los grandes anillos centelleaban en al agua y algo le oprimió el pelo -lo que, quizá, fue motivo de que no viera nada más que pudiera interesar a un historiador-. Y en realidad, su mente era un cúmulo tal de antagonismos -de la noche y las encendidas velas, del poeta raído y la gran Reina, de los campos silenciosos y el rumor de los servidores- que no pudo ver nada: o sólo una mano.

Orlando durmió toda la noche sin saber nada. Sin saberlo, había sido besado por una reina. Y quizá, porque los corazones de las mujeres son intrincados, fueron su ignorancia y su sobresalto cuando lo tocaron sus labios, lo que mantuvo la memoria de su joven primo (porque eran de la misma sangre) fresca en su mente. Sea lo que fuere, no habían transcurrido dos años de esa quieta vida de campo, y Orlando no había escrito arriba de veinte tragedias y una decena de historias y una veintena de sonetos cuando llegó la orden de que compareciera ante la Reina en Whitehall.
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Tu corazón era tan tímido cuando te conocí que no supiste ver que yo era una reina. Y luego no te importó que yo conduciera el coche, ni que cuando estabas sobre mí te costara trabajo coger el ritmo, después te entró esa pasión con que lo dominas todo. Ahora estoy bien pero con dudas hacia todo.
 




Tu corazón era tan tímido cuando te conocí que no supiste ver que yo era una reina.

Y luego me dejaste que yo conduciera el coche, porque tú ibas demasiado tomado, no te importó que yo conduciera.

Y luego cuando estabas sobre mí, estabas tan nervioso que a los dos nos costó coger el ritmo en que tú te acompasabas sobre mí, estuvimos así un tiempo, pero después te entró esa pasión que tú tienes y empezaste a dominarlo todo.

Ahora estoy bien pero con dudas hacia todo.




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era una tarde de asombrosa belleza

Era una tarde de asombrosa belleza. Al declinar el sol, todas las cúpulas, agujas, torrecillas y pináculos de Londres, se erguían negros como tinta contra las furiosas nubes coloradas del poniente. Aquí estaba la cruz griega de Charing; ahí la cúpula de San Pablo, ahí el cubo macizo de los edificios de la Torre; ahí, como un grupo de árboles despojados de todas sus hojas, salvo un nudo en la punta, estaban las cabezas en las picas de Temple Bar. Ahora las ventanas de Westminster se iluminaban y ardían como un escudo celestial de muchos colores (en la imaginación de Orlando), ahora todo el ocaso parecía una ventana de oro con tropas de ángeles (en la imaginación de Orlando otra vez) ascendiendo y bajando infinitamente las escaleras celestiales. Todo ese tiempo parecía que patinaban sobre insondables abismos de aire, tan azul era el hielo; y tan vidrioso era y tan liso que resbalaban hacia la ciudad más y más ligero, con las gaviotas blancas girando alrededor y cortando en el aire con las alas las mismas curvas que elllos cortaban en el hielo con los patines.

Sasha, como para darle seguridad, estaba más cariñosa que de costumbre y aún más deliciosa. Pocas veces hablaba de su vida pasada, pero ahora le contó cómo en invierno, en Rusia, ella oía el aullido de los lobos, a través de la estepa, y tres veces, para que él se lo imaginara, aulló como un lobo.

Tal vez era esa imaginación portentosa de Orlando, el hecho de que era un soñador y ella le permitía soñar, lo que hacía que él la tuviese como una amiga y aún así él soñaba con otros horizontes y ya lejos de Sasha, aunque su imagen se desvanecía, él pertenecía a otra cultura, a otra sociedad, pero era un soñador ante todo.
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QUÉ PUEDE USTED HACER CON SUS AHORROS, SI HACIENDA LE AMENAZA CON SUBIR LOS IMPUESTOS?

EXPANSIÓN Pág 13 del sábado pasado señalaba que "Las rentas altas refugian parte de sus capital en seguros de Luxemburgo".

Ante al crisis económica y la previsible subida de impuestos por parte de los Gobiernos socialdemócratas, los bufetes de abogados han diseñado estrategias de elusión fiscal hacia enclaves de tributación reducida, es decir paraísos fiscales basados en la opacidad de la rentas obtenidas por el capital evadido. Sobre ello el Gobierno noruego ha publicado en junio pasado un informe titulado "Paraísos fiscales y desarrollo: un resumen del Informe noruego".









Esta semana también conoceremos las órdenes industriales europeas que saldrán positivas tras el espectacular crecimiento de Alemania, pero aún no se ve en datos de producción industrial y en exportaciones. Las empresas industriales aprovecharán estos nuevos pedidos para normalizar su exceso de inventarios y la producción tardará en reaccionar. Por el lado del comercio exterior, las exportaciones fuera del área cayeron un 2.7% m. corregido de estacionalidad en mayo tras tres meses dando señal de estabilidad. El tipo de cambio del euro se ha vuelto a fortalecer contra la mayoría de divisas, especialmente contra la libra esterlina, y el nuevo ciclo de importaciones mundiales está siendo liderado por Asia y Oriente Medio, países que explican un pequeño porcentaje de nuestras exportaciones. Aunque abusamos de los cuentos chinos, la Eurozona exporta más a Polonia que a China. Nuestro principal cliente es el Reino Unido cuyas importaciones están estancadas y el tipo de cambio nos perjudica. Luego EEUU donde las importaciones siguen contrayéndose y luego la Europa del este, donde salvo Polonia y la república Checa la mayoría de países siguen inmersos en una profunda recesión. Esperamos una recuperación de las exportaciones, como indican las encuestas de confianza, pero no llegará hasta el 3tr09, aunque luego el crecimiento será muy intenso hasta el verano de 2010. No obstante, las ventas de coches de junio trajeron sorpresas positivas, especialmente en Alemania y Francia donde las ayudas públicas a la compra de automóviles han sido más generosas.




Hay que poner al purasangre a correr a su máximo potencial y debemos mantener la ambición y apostar a ganador. Pensemos que los destrozos de la tormenta han afectado también a nuestros competidores y que ahora se abre un mundo de oportunidades.
La duda es cómo vamos a sustituir al ladrillo, pero la duda ofende. Esta economía no ha hecho otra cosa más que reinventarse desde que apostamos por la economía de mercado en 1959. Telefónica, Banco Santander, BBVA, Inditex, Iberdrola, Ferrovial, Acciona, Abengoa, Gamesa, Repsol, Indra, Técnicas Reunidas, IESE, Instituto de Empresa, etcétera, son nuestra nueva Armada Invencible que hay que consolidar e incrementar en el próximo ciclo para cuestionar la supremacía anglosajona. Ánimo, podemos.
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El actual modelo español es el llamado "asistencial", financiado mediante impuestos a cambio de atender sólo a personas que no superan un determinado nivel de renta. El modelo que debería haberse puesto en marcha, es el llamado "universal" que cubre a todas las personas por igual, y que es financiado, quizás, durante su inicio, por el previsible superávit de la Seguridad Social y, parcialmente, por los beneficiarios en función de su renta. El tercer modelo es el llamado de "seguro obligatorio", que introduce un nuevo Seguro Social en los costes laborales. Y, en paralelo, el sector asegurador querría haber conseguido la aprobación del Gobierno para desarrollar, quizás si hubiera desgravaciones para ello, un "seguro privado de dependencia" que se incluiría dentro de los planes de pensiones o como ampliación del catálogo de los seguros de vida.

Si el Gobierno no "se espabila" llevando ante el juez a alguna de las Comunidades Autónomas que no cumplen con su parte de la financiación de la Ley, podrá encontrarse son ser el único pagano del fracaso, porque tal como apuntan las encuestas, la mayoría de las personas que recurren a los servicios sociales reclamando planes individuales de atención a la dependencia querrían que sus cuidadores fuesen de su propia familia; y claro es que si no hay salario para el miembro de la familia que se "sacrifica", no hay quien ayude al dependiente. Porque es bien sabido que cuando la pobreza entra por la puerta el amor sale por la ventana.




Hace 2 años y medio que se inició el cumplimiento del Sistema Nacional de Dependencia (SND), encargado de articular las ayudas económicas y las prestaciones sociosanitarias para personas que no puedan valerse de forma autónoma y necesiten ayuda especializada diaria. Un colectivo que asciende a 867.615 registradas como tales, la mayor parte de ellas, mayores de 65 años. Esta iniciativa supone un cambio sustancial e irreversible en el modelo de atención social ya que representaría la incorporación de un nuevo derecho social de carácter universal. Es lo que se ha denominado el cuarto pilar del Estado del Bienestar.

La metodología de la dependencia clasifica entre los que permanecen en sus hogares y reciben asistencia familiar o asistencia social domiciliaria; los que, residiendo en sus casas, hacen uso de los llamados centro de día; y finalmente, los que por su alto grado de dependencia o la imposibilidad de las familias para atenderlos, están institucionalizados, es decir que viven en residencias, ya sean estas públicas, concertadas o privadas. En la actualidad, en España se calcula que el 70% de las personas dependientes son asistidas por algún miembro de su familia, pero este modelo no tiene perspectivas de sostenerse debido a la progresiva incorporación de la mujer al mundo laboral. Al día de hoy ya se da una situación paradójica: en los centros públicos de atención geriátrica hay sobredemanda (hay listas de espera), mientras que en los centros privados hay sobreoferta (hay plazas libres). Evidentemente se trata de una cuestión de ajuste de precios que el SND debería resolver en la nueva legislación.






En estos momentos en que la recesión parece que todavía no tiene fin ni profundidad los agentes económicos están asustados y con un grado de incertidumbre elevado han dejado de consumir y han aumentado el ahorro. Ya saben, la cigarra y la hormiga. Lo malo de los brotes verdes tan cercanos pueden ayudar a los agentes a olvidar lo sucedido. El vacío y medio a lo desconocido-cuando quebró Lehman brothers- puede ser desdeñado si se confirma el fin de la caída en vertical de la actividad económica. Ya sucedió durante la crisis de las .COM El olvido siempre ayuda a vivir y si el dinero es barato y abundante el olvido es más rápido todavía. En la recesión del 73, el daño sobre la actividad y el empleo fueron terribles, globales y duraderos. No existe recuerdo alguno de aquella recesión para todos los agentes activos menores de-mas o menos-55. Precisamente la gente que está en la cumbre de su carrera profesional, más dinero gana, más ahorro pueden lograr, menos enfermedades y más expectativas del "disfrute" del estado del bienestar, pero a la vez es gente que ya ven próxima la época de la prejubilación y en estos momentos la quiebra fiscal les aterroriza, porque ya no tiene capacidad de generar más ahorro, una vez que el precio de los activos se ha derrumbado. Es por ello que resulta tan útil la lectura de dos reportajes sobre el segundo aniversario de la caída de Bear Stearns: El primero fue publicado en CINCO DÍAS pág 10, elaborado por el periodista Nuño Rodrigo; y el segundo pertenece al periodista Íñigo de Barrón en EL PAÍS pág 26 del pasado domingo.





En los nueve círculos del infierno que describe Dante Aligheri en La Divina Comedia, Virgilio guía a Dante a través de un sendero de tormentos que, alegóricamente, se corresponde con los pecados. En una suerte de justicia poética, Dante muestra cómo quienes en vida leían el futuro de los demás se ven obligados a caminar con la cabeza mirando siempre hacia atrás.




Estas entidades captaban dinero en el mercado monetario y lo invertían en titulizaciones hipotecarias. Eran activos derivados de hipotecas de baja calidad pero que, presuntamente, estaban ordenados y empaquetados de forma que el riesgo era bajo. De hecho, se aceptaban como garantía de la financiación que se captaba en el mercado monetario. Pero cuando se vio que el riesgo era superior al esperado se produjo un episodio de pánico bancario ante el que el sistema bancario paralelo no pudo responder. El mercado financiero se secó.
Aquello era una crisis de liquidez, tan grave que provocó una intervención sin precedentes de los bancos centrales, para frenar el colapso interbancario. Se arregló la crisis de liquidez, pero el hundimiento de los precios de los activos y la falta de financiación degeneraron en un problema de solvencia. Y en un nuevo episodio de pánico y falta de liquidez, cayó Bear Stearns. Los problemas de liquidez y solvencia se encadenaban y alimentaban entre sí, salpicados con intervenciones públicas que sólo tenían efectos a corto plazo. El sistema estaba viciado y, aunque los riesgos eran evidentes, nadie pudo atisbar un huracán tan violento como el que llegó tras Lehman. Además, mirar para otro lado era más rentable.
Dante reservó para los primeros círculos del infierno los pecados que llama de autoindulgencia -lujuria, avaricia, gula o pereza-. Probablemente eran comunes en la Florencia del siglo XIV y, desde luego, lo fueron cuando los mercados cultivaban la semilla de la burbuja. La autoindulgencia habitual en todas las burbujas -y la locura inmobiliaria de la que España está empezando a despertar es un gran ejemplo- se agudizó por una visión de los mercados como entes eficientes, en los que se puede obtener rentabilidad y controlar el riesgo. Que se ha demostrado tan equivocada como peligrosa si se aplica de forma masiva.
Los modelos matemáticos que valoraban las hipotecas subprime fallaron, al no prever que, por ejemplo, la morosidad hipotecaria en Michigan y en Florida son cifras correlacionadas están correlacionadas. En agosto de 2007, Goldman Sachs dijo que las probabilidades de movimientos en fondos como los de aquel verano eran de seis entre un 10 elevado a 138, es decir, un uno seguido de 138 ceros...
También hubo pecados de malicia, a los que Dante reservaba los siguientes círculos del infierno. De ésos hay siempre, pero en el mundo financiero los Madoff sólo aparecen con las vacas flacas.
Antes de entrar en el infierno, Dante describía a las almas que penaban por sus alrededores porque en vida no hicieron nada, ni el bien ni el mal. Algo que se podría aplicar -siendo benevolentes- a los supervisores. Se tomaron aquello del laissez faire al pie de la letra, seguramente abrumados por la sofisticación de las finanzas y bajo la presión del brutal poder económico y las vinculaciones políticas del mundo bursátil.
Virgilio recorrió con Dante los nueve círculos del infierno en 24 horas, antes de llegar al purgatorio. En sus siete terrazas se purifican las almas de aquellos cuyos pecados pueden ser expiados. Dos años después de cruzar la puerta del infierno, quizá sea pronto para afirmar que los mercados están en el purgatorio, aunque los demonios lleven tres meses escondidos y el Ibex esté en el 10.000.






El futuro
Al igual que la deuda excesiva sembró la semilla de la crisis, las consecuencias de ésta pasarán por un mundo con menos capacidad financiera. Eso supondrá un menor consumo de los hogares y un menor dinamismo empresarial, y configurará un modelo económico diferente. El mundo de 2006 ya no volverá
La crisis cumple ahora su segundo aniversario sin mostrar el final del túnel. Una travesía mucho más oscura desde que, en septiembre pasado, EE UU dejó caer una entidad tan interconectada con todo el mundo como Lehman Brothers, un error monumental en opinión de la mayoría de los economistas consultados. La crisis ha sacudido al capitalismo, que necesita reformas urgentes que tardan en llegar. Incluso existe el riesgo de que el poderoso lobby financiero atenace a las autoridades para que sólo hagan cambios cosméticos, ante la tímida recuperación de las cuentas.

Crisis financiera mundial
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"Los bonus fuerzan a mentir para ganar más", apunta un experto del IESE
"Los propios bancos no pueden medir el riesgo", concluye el profesor Garicano
Los expertos creen que la confianza sólo regresará cuando los supervisores y reguladores consigan entidades más transparentes. Evitar el espejismo de la liquidez ilimitada y que la banca pueda transferir riesgo al sistema, como hizo con las subprime, apunta José Carlos Díez, economista jefe de Intermoney, son otras lecciones de la debacle.
De todas formas, como dicen los economistas Xavier Sala i Martí y Jaques Attali, las nuevas normas no evitarán la siguiente crisis, sólo cambiará su naturaleza. "Las nuevas crisis financieras mundiales utilizarán todos los recursos de las nuevas tecnologías de la comunicación", dice Attali.
Esta crisis se ha llevado por delante un puñado de mitos:
- Más mercado y menos Estado. Antes de la crisis, en plena vorágine de crecimiento alocado, se pedía que dejaran manos libres al mercado, al que se consideraba justo repartidor de riquezas. "En sectores que son sistémicos, no sólo la banca, es absurdo que el Estado se retire del todo. Si por volumen de empleo o el peso en la economía, una empresa no puede caer, el Estado debe tener controles y supervisión", comenta Alfonso García, socio de Analistas Financieros Internacionales (AFI). En esta crisis los Estados han sido los paganos, con una factura de más de tres billones de euros.
- La supervisión escasa impulsa al mercado libre. En el mundo financiero anglosajón, la normativa se tomaba como una pesada carga que frenaba la creación de riqueza. A la vez, persistía la creencia de que la autoridad supervisora británica, la Financial Services Authority, y la norteamericana, la Securities Exchange Commission, eran implacables con los que se saltaban la ley. La crisis ha demostrado que las entidades van por delante de los reguladores. Crearon una banca en la sombra sin ningún control y organizaron un mercado de hipotecas subprime sin asumirlas en sus balances. Pese a los anuncios de mayor control al sector, Estados Unidos ha renunciado a dar más poder a los supervisores como se planteó en un principio. En el mercado existe el convencimiento de que es un problema de cantidad (escaso número de funcionarios) y de calidad (tienen menor preparación que los ejecutivos). Luis Garicano, profesor de la Universidad de Chicago e impulsor de un nuevo departamento en la London School of Economics, opina que: "La clave es regular sin estrangular al mercado".
- Los banqueros son profesionales de prestigio y deben tener salarios elevados. Ha quedado demostrado que los ejecutivos y los consejeros aprobaban productos de los que desconocían su riesgo real, como ha dicho Juan Ramón Quintas, presidente de la CECA. Es decir, no hicieron bien su trabajo. Sin embargo, cobraban unos sueldos estratosféricos que les hace responsables de lo ocurrido, aunque al final la factura la han pagado los ciudadanos y los accionistas. La UE ha decidido atacar los sueldos que fomenten el riesgo al fomentar la subida de beneficios a corto plazo. En Reino Unido, el Gobierno ha pedido conocer los salarios para que no se relacionen con operaciones de riesgo. En EE UU sigue abierto el debate. "Ni siquiera alguien con la capacidad de siete personas se merecería esos salarios", apunta Pablo Fernández, del IESE, "los bonus por beneficios fuerzan a mentir a la gente para cobrar más".
- El que la hace, la paga. Este axioma ha mutado en "al que la hace, le pagan", porque los pocos altos ejecutivos que han perdido su puesto se han ido a casa con muchos millones. Hasta ahora, la lista de bajas de presidentes o consejeros delegados es esta: Fred Goodwin, del Royal Bank of Scotland; Charles Prince, de Citigroup; Stanley O'Nelly, de Merrill Lynch; Marcel Ospel, de UBS; Martin Sullivan, de AIG; Ferry Killinger, de Washington Mutual... y pocos más.
Luis de Guindos, responsable financiero de PriceWaterhouseCoopers cree que si los culpables (y sus entidades) no asumen las responsabilidades, se trasladará la idea de que cuando hay beneficios son para las empresas, y si hay pérdidas, las paga el Estado.
- La banca comercial es aburrida. El dinero está en la banca de inversión. Hace sólo unos años, las entidades dedicadas a la banca comercial, la que obtiene resultados céntimo a céntimo eran consideradas atrasadas financieramente, menos rentables y ausentes de glamour. Algunos Gobiernos y supervisores alentaron el crecimiento de la banca de inversión, que protagonizaba grandes operaciones internacionales y movía el tejido empresarial. La crisis ha demostrado que detrás de todo esto había más ingeniería financiera y burbujas de liquidez que otra cosa.
"Hay que volver a la banca aburrida, la más próxima al cliente, para recomponer el sistema" ha dicho Paul Krugman, premio Nobel de Economía de 2008. Las autoridades quieren que, en el futuro, las grandes entidades combinen el negocio comercial con el de inversión. "Lo que se ha llevado esta crisis es el modelo de banca que ganaba un 25% más cada año por el fuerte endeudamiento. Cuando el mercado va mal, estas entidades son las que peor lo pasan", apunta De Guindos, ex secretario de Estado de Economía. Garicano añade: "Nada es gratis. Retornos excepcionales casi siempre proceden de asumir riesgos excepcionales".
- Los grandes mercados están supervisados y regulados. Las hipotecas basura y los CDS (seguros de impago) movían miles de millones pero no estaban regulados ni supervisados. Además, las entidades los tenían fuera de sus balances. "Este tipo de productos ha demostrado ser vulnerables a la incertidumbre. Sus mercados se cerraron hasta el punto de que no hubo ni una transacción", comenta García, de AFI. Para evitarlo, la UE quiere que, a partir de 2011, la banca que trabaje con productos fuera de balance tenga más capital.
- El mercado es eficiente y pone precio a los activos. Este largo ciclo de crecimiento alentó la creencia de que el mercado siempre da precio a los activos. En mitad de esa carrera alcista, los bancos norteamericanos insistieron en la utilización del mark to market, es decir, que los activos se valoren a precio de mercado, recogido en las Normas Internacionales de Contabilidad (NIC). El resultado fue que los activos se hincharon en paralelo a la burbuja. Esta filosofía también está en la reforma internacional de Basilea II. Ambas están en profunda revisión.
Ahora, la banca norteamericana y británica ha conseguido que el supervisor elimine la valoración de mercado para no castigar sus cuentas, en un movimiento que algunos consideran "maquillaje" y que puede favorecer otra burbuja futura. Sin embargo, la UE ha suavizado la normativa, pero la mantiene. Los expertos piden utilizar otros modelos, pero con transparencia. "Sobre Basilea II hemos aprendido que los propios bancos no pueden decidir el riesgo crediticio y por lo tanto las reservas usando sus propios modelos", dice Garicano.
- No hay que preocuparse de la liquidez, casi es ilimitada. "La idea de que siempre había liquidez acabó con el principio del medir el riesgo real. Parecía que había dinero para todo", apunta Robert Tornabell, catedrático y profesor del Departamento de Dirección Financiera de ESADE. Lo cierto es que se ha pasado de golpe, de la inundación a la sequía.
- No hay ciclos en la economía. En mitad de la borrachera de crecimiento, algunos economistas sostuvieron que los ciclos habían desaparecido. Tras superar, sin graves problemas, la crisis de las divisas latinoamericanas y de las empresas puntocom de principios del 2001, algunos apuntaron que la experiencia pasada, junto a la interconexión entre las autoridades internacionales, podía mitigar la virulencia de ciclos pasados. Lejos de eso, la globalización ha demostrado que hace sobrereaccionar a los mercados, amplifica las noticias negativas y la desconfianza.
Emilio Ruiz, economista, especializado en la Gran Depresión del 29, dijo en diciembre de 2004: "El uso generalizado de las comunicaciones, ¿nos hace suponer la desaparición o, por lo menos, admitir que los ciclos se desenvolverán dentro de una mayor estabilidad? Si admitimos la existencia de grandes ciclos en la dinámica de la economía capitalista, la duración de cierta estabilidad llegaría hasta 2020". En mayo de 2006, Juan José Toribio, director del IESE de Madrid, comentó: "Creo que al vivir en una economía más globalizada, las recesiones de una zona vienen compensadas por las aceleraciones de otra".
- Los bancos, cuanto más grandes, más seguros. Nadie osaría hacer este comentario en presencia de los presidentes de Citigroup, Bank of America, Royal Bank of Scotland o del ex presidente del difunto Lehman Brothers... Precisamente las víctimas de esta crisis están, en parte, en la lista de los gigantes del sector, con la excepción de los españoles.
El Banco de Inglaterra y el BIS han dicho que si las entidades son demasiado grandes para quebrar, son demasiado grandes para existir. El BCE pide que sean controlados por colegios de supervisores, no sólo por el de su país.
- Con la globalización, no importa donde esté la sede social. Parte del negocio ruinoso de Citigroup o de Lehman estaba en Asia o Europa. El Royal Bank tuvo pérdidas en Nueva York... pero al final han sido los Gobierno norteamericano y británico los que han pagado la factura del rescate. Cuando una entidad cae, el lugar donde está la sede social es clave para las ayudas. Por eso, los políticos quieren "campeones nacionales" y ha resurgido el nacionalismo económico.
- Estamos a salvo con las nuevas normas: las NIC y Basilea II. Poco ha durado el prestigio de ambas normativas. Están en revisión completa para reforzar cuatro aspectos: las provisiones, que deberán hacerse en momentos de bonanza aunque no haya morosidad (el modelo español); el capital, que deberá aumentar, sobre todo si hay operaciones de riesgo; el principio de consolidación dentro del balance de todos los productos (para evitar la venta de subprime a terceros) y vigilancia de la liquidez, que apenas se tenía en cuenta.
- Las agencias de 'rating' y los auditores vigilan. El oligopolio de las tres grandes agencias de calificación financiera, Moody's, Standard&Poo's y Fitich ha fracasado y se prepara una profunda revisión. Han demostrado no tener sistemas fiables para medir los créditos basados en activos basura. Los auditores también han sido criticados por mezclar sus servicios con los de consultoría. "No aprendieron de la crisis de Enron", dicen en AFI. Tornabell, de Esade, cree que no pueden cobrar de los clientes a los que tienen que juzgar. Fernández, del IESE, cree que hay empresas que consideran que los auditores no te pueden criticar porque les estás pagando.
- Los 'hedge funds' y los productos sofisticados dinamizan la economía. La titulización de activos (que es una forma de empaquetar y revender productos), los derivados y los hedge funds fueron los protagonistas de la época dorada. Ahora se les considera responsables de buena parte de la burbuja y del sobreendeudamiento. Warren Buffet advirtió de que "los derivados son verdaderas armas de destrucción masiva". De Guindos opone que "el origen de la burbuja de liquidez no son tanto los derivados como el mantenimiento de los tipos de la FED en niveles muy bajos durante mucho tiempo".
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Lágrimas le rodaban por la cara. Mirando al cielo vio negrura también. Ruina y muerte, reflexionó, lo cubren todo. La vida del hombre acaba en la tumba. Los gusanos nos devoran.

Methinks it should be now a huge eclipse
Of sun and moon, and that the affrighted globe
Should yawn...

Al decir esto una estrella de alguna palidez surgió en su memoria. La noche era oscura, era tenebrosa; pero era una noche como ésa la que ellos aguardaban; era una noche como ésa la que ellos necesitaban para la huida. Recordó todo. Había llegado el momento. En un arranque de pasión atrajo a Sasha y le dijo: “Jour de mavie!”. Era la señal convenida. A medianoche se encontrarían en un mesón cerca de Blackfriars. Había caballos apostados. Todo estaba listo para la fuga. Así se despidieron, ella a su tienda, él a la suya. Faltaba todavía una hora.

Ahí esperaba en la oscuridad. De súbito le golpearon en la cara, blanda pero pesadamente, en el lado de la mejilla. Tan tensa era su expectativa que se sobresaltó y llevó la mano a la espada. El golpe se repitió una docena de veces en su frente y en su mejilla. La helada había durado tanto que necesitó un minuto para entender que eran gotas de lluvia: los golpes eran gotas de lluvia. Al principio caían lentamente, deliberadamente, una por una. Pero pronto las seis gotas fueron sesenta, luego seiscientas, después cayeron juntas en un chorro firme de agua. Era como si el duro cielo consolidado se viniera abajo en una sola fuente profusa. En el término de cinco minutos Orlando se empapó hasta los huesos.
Algún instinto ciego, porque ya era incapaz de razonar, debió inducirlo a tomar la margend el río en dirección del mar.

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Aquel invierno calamitoso que vio helada

Daba vértigo la sola vista del agua. Todo era caos y confusión. El río estaba sembrado de témpanos. Algunos eran amplios como una cancha y altos como una casa; otros no eran mayore que un sombrero de hombre, pero fantásticamente retorcidos. Ora descendía todo un convoy de bloques de hielo hundiendo cuanto le estorbaba el camino. Ora arremolinándose y retorciéndose como una serpiente torturada, el río parecía lastimarse entre los fragmentos, y los empujaba de orilla a orilla, hasta deshacerlos contra los arcos y los pilares. Aterrado y atónito, Orlando no pudo hacer otra cosa que mirar las aguas que se desencadenaban a sus pies. Al fin, como recobrándose, espoleó su caballo y corrió a lo largo del río en dirección del mar.

En el verano de aquel invierno calamitoso que vio la helada, la inundación, la muerte de tantos millares y el derrumbe total de las esperanzas de Orlando -porque fue desterrado de la Corte; cayó en desgracias con los nobles más poderosos de su tiempo; sufrió la justa cólera de los Desmond de Irlanda, y aun la del Rey, a quien ya le daban bastante trabajo los irlandeses para que no lo desazonara este nuevo enredo-, en ese verano Orlando se retiró de golpe a su gran casa de campo y vivió en absoluta soledad.
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En los nueve círculos del infierno que describe Dante Aligheri en La Divina Comedia, Virgilio guía a Dante a través de un sendero de tormentos que, alegóricamente, se corresponde con los pecados. En una suerte de justicia poética, Dante muestra cómo quienes en vida leían el futuro de los demás se ven obligados a caminar con la cabeza mirando siempre hacia atrás.
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En la soledad, el mal tomaba cuerpo rápidamente. Ya entrada la noche, leía a veces unas seis horas más, y cuando le pedían instrucciones para carnear la hacienda o para cosechar el trigo, apartaba su infolio y miraba sin comprender. Eso era grave y les partía el alma al halconero Hall, al palafrenero Giles, a Mrs. Grimsditch, el ama de llaves, a Mr. Dupper, el capellán. Un apuesto caballero como él, decían, no necesitaba libros. Que dejara los libros, decían, a los tullidos y a los moribundos. Pero algo peor venía. Pues una vez que el mal de leer se apodera del organismo, lo debilita y lo convierte en una fácil presa de ese otro azote que hace su habitación en el tintero y que supura en la pluma. El miserable se dedica a escribir. Y si eso ya es bastante malo en un pobre, sin otra propiedad que una silla y una mesa debajo de una gotera -pues al fin de cuentas no tiene mucho que perder-, el trance de un hombre rico, que tiene casas y ganado, doncellas, burros y ropa blanca, y sin embargo escribe libros, es penoso en extremo. Se le escapa el sabor de todo; lo torturan hierros candentes; lo roen los gusanos. Daría el último centavo (¡tan virulento es ese mal!) por escribir un solo librito y hacerse célebre; pero todo el oro del Perú no puede comprarle el tesoro de una frase bien hecha. Se enferma, cae en una consunción, se vuela los sesos, vuelve su cara a la pared. No importa en qué actitud lo encuentran. Ha atrevesado las puertas de la Muerte y conocido las llamas del Infierno.

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Orlando, felizmente, era de naturaleza robusta, y el mal (por razones que declararemos después) no lo quebró como a muchos de sus iguales. Con todo, lo afectó profundamente, según veremos. Al cabo de una hora o dos de lectura de Sir Thomas Browne, cuando el bramido de ciervo y el canto del sereno proclamaban el momento más hondo de la noche, y el sueño general atravesó el cuarto, sacó del bolsillo una llave de plata y abrió las puertas de un escritorio incrustrado que había en el rincón. Adentro había unos cincuenta cajones de madera de cedro y cada uno con un rótulo escrito cuidadosamente en letra de Orlando. Se detuvo, como si no supiera cuál abrir. Uno decía “La muerte de Áyax”, el otro “El nacimiento de Príamo”, otro “Ifigenia en Áulide”, otro “La muerte de Hipólito”, otro “Meleagro”, otro “La vuelta de Ulises” -en fin, casi no había un solo cajón sin el nombre de algún personaje mitológico en un momento crítico de su carrera. En cada cajón había un documento considerable, escrito de puño y letra de Orlando. La verdad es que hacía muchos años que Orlando padecía ese mal. Ningún muchacho había pedido manzanas como Orlando había pedido papel; ni golosinas como él había pedido tinta. Huyendo de los juegos y de la charla, se había ocultado detrás de las cortinas, en los oratorios secretos, o en la despensa detrás del dormitorio de su madre (donde había un gran agujero en el piso que olía espantosamente a estiércol de pájaros), con un cuerno de tinta en una mano, una pluma en la otra, y en las rodillas un pliego de papel. Así fueron escritas, antes que él cumpliera los veinticinco, unas cuarenta y siete comedias, historias, novelas, poemas; unas en prosa, otras en verso, unas en francés, otras en italiano: todas románticas y todas largas.

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Así Orlando daba sus órdenes y despachaba en un santiamén los menesteres de su vasta propiedad; pero en cuanto estaba solo bajo la encina, los segundos se inflaban y se inflaban como si nunca fueran a caer. Iban llenándose, además, de objetos incoherentes. No sólo lo asaltaban problemas que han confundido a los mayores sabios -¿Qué es el amor, qué la amistad, qué la verdad?-, sino que al pensar en ellos, todo su pasado, tan infinatamente largo y tan múltiple, se agolpaba en el segundo pendiente, lo hinchaba de increíble manera, lo teñía de mil colores y lo colmaba con todos los desperdicios del universo.
En tales cavilaciones (o como se les quiera llamar) pasó meses y años de su vida. No sería exagerado decir que salía con treinta años después de almorzar y volvía a cenar con cincuenta y cinco a lo menos.

Pero hasta en las etapas más infinitas, cuando se hinchaban más los instantes y le parecía errar solo, por desiertos de enorme eternidad, el tiempo le faltaba para aplanar y descifrar los turbios pergaminos que treinta años entre los hombres y las mujeres habían enrollado y apretado a su corazón y su cerebro. Aún estaba perplejo con el Amor (la encina había producido sus hojas y las había dispersado en el suelo unas doce veces) cuando la Ambición lo echaba del campo, para ser echada a su vez por la Literatura o por la Amistad. Y como la pregunta inicial no había sido resuelta -¿Qué es el Amor?-, volvía a la primera insinuación, o sin insinuación, y expulsaba los Libros o las Metáforas o los ¿Para qué vive uno? al margen, donde se desplegaban a la espera de una ocasión de intervenir de nuevo. Alargaban el proceso las muchas ilustraciones, no sólo visuales, como la de la vieja Reina Isabel, acostada en el diván de tapicería, vestida de brocado rosa, con una tabaquera de marfil en la mano y una espada con empuñadura de oro al costado, sino olfativas -exhalaba un fuerte perfume- y auditivas: los ciervos, aquel día de invierno, bramaban en Richmond Park. Y así, el pensamiento del amor estaba todo impregnado de invierno y nive; de fogatas de leña; de mujeres rusas, espadas de oro y ciervos que bramaban; de la baba del viejo Rey Jaime y fuegos de artificio y sacos de tesoro en bodegas de barcos isabelinos. Cuanta idea trataba de extraer de su sitio en a mente, estaba oculta por materias extrañas, como el trozo de vidrio que, después de un año en el fondo del mar, se ha incorporado huesos y libelúlas y monedas y trenzas de mujeres ahogadas.
“¡Otra metáfora, por Júpiter! -exclamaba, al decir eso (lo que muestra el desorden y el laberinto de su estado mental y explica por qué razón la encima floreció y se marchitó tantas veces que Orlando llegara a definit el Amor)-. ¿Y para qué? -se preguntaba-. ¿Por qué no formular directamente en pocas palabras -y luego meditaba una media hora, o tal vez dos años y medios el modo de formular directamente en pocas palabras- qué es el amor? Una comparación como la anterior es del todo falsa -argüía-, porque no hay libélula (salvo en circunstancias muy excepcionales) que viva en el fondo del mar. Y si la Literatura no es la Esposa y Compañera de Lecho cuando se ha dicho Esposa? ¿Por qué no decir directamente lo que no quiere, sin una palabra de más?”

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Leyó una frase y levantó los ojos al cielo; levantó los ojos al cielo; levantó los ojos al cielo y los bajó al diario. ¿La Literatura? ¿La vida? ¿Convertir la una en la otra? ¡Qué monstruosamente difícil! Pues -ahora pasaban unos ajustados pantalones color punzó, ¿cómo los hubiera expresado Addison? Ahora pasaban dos perros bailando en las patas traseras, ¿cómo los hubiera expresado Lamb? Porque leyendo a Sir Nicholas y a sus amigos (como lo hacía ella en los intervalos de mirar a su alrededor), tuvo la sensación -aquí se levantó y caminó -era una sensación de lo más incómoda- de que uno nunca, nunca, debía decir lo que pensaba.
(Estaba en las riberas del Serpentine. Su tono era bronceado; barquitos endebles como arañas se escurrían de un lado a otro). Le daban la sensación, prosiguió, de que uno siempre, siempre, debía escribir como otra persona. (Los ojos se le llenaron de lágrimas) Porque realmente, pensó, impulsando un barquito con la punta del pie, yo no sería capaz.

Lo cierto es que cuando uno ha estado con luna (como dicen las niñeras) -y aún había lágrimas en los ojos de Orlando- la cosa que miramos no es la misma, sino otra cosa, que es mayor y mucho más imponente y sin embargo es la misma cosa. Si uno está con luna y mira el Serpentine, poco tardan las olas en ser tan grandes como las olas del Atlántico.
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Ella estaba en busca de ese yo, como adivinará el lector que sorprenda sus palabras al manejar (y si son palabras deshilvanadas, triviales, aburridas y a veces incomprensibles, la culpa es del lector por escuchar a una dama que habla sola; nos limitaremos a reproducir lo que dijo, añadiendo entre paréntesis cuál yo estaba hablando, pero bien podemos equivocarnos).
-¿Entonces qué? ¿Entonces quién? -decía-. Treinta y seis años, en un automóvil, una mujer. Sí, pero miles de otras cosas también. ¿Seré una snob? ¿La jarretera en el hall? ¿Los leopardos? ¿Mis antepasados? ¿Envanecida con ellos? ¡Sí! ¿Comilona, lujuriosa, viciosa? ¿Seré yo así? (aquí entró un nuevo yo). No me importa un bledo. ¿Sincera? Me parece que sí. ¿Generosa? ¡Ah!, pero eso no cuenta (aquí entró un nuveo yo). Pasarme las mañanas en cama oyendo las palomas entre sábanas de hilo; fuentes de plata; vino; doncellas, lacayos. ¿Mimada? Tal vez. Demasiadas cosas por nada. De ahí mis libros (aquí mencionó cincuenta títulos clásicos, que representaban, pensamos, las primeras obras románticas que destruyó). Vulgar, fluido, romántico. Pero (aquí entró un nuevo yo) un chambón, un chapucero. Más torpe que yo no había nadie. Y -y- (aquí no dio con la palabra y si sugerimos Amor podemos equivocarnos, pero lo cierto es que se rió, y se ruborizó, y exclamó después: ¡Una rana montada en esmeraldas! ¡Moscas en el cielo raso! (aquí entró un nuevo yo).

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El camino de helechos conducía, con muchas vueltas y revueltas, a la encina, que se levantaba en la cumbre. El árbol era más grande, más recio y más nudoso que cuando ella lo conoció, alrededor del año 1588, pero estaba aún en la plenitud de su vida. Las hojitas agudamente plegadas seguían agrietándose en las ramas, espesamente. Tirada en el suelo, sintió los huesos del árbol abriéndose como costillas a un lado y otro. Le gustaba pensar que cabalgaba sobre el lomo del mundo. Le gustaba asirse a algo duro.
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En ese momento, algún reloj de iglesia sonó en el valle. El paisaje cónico se desinfló. El presente se le vino encima otra vez, más suave que antes, ahora que se desvanecía la luz. No destacó ningún detalle, nada pequeño: sólo campos nublados, chozas con lámparas, el dormido bulto de un bosque, y una luz en forma de abanico rechazando la oscuridad en un callejón. Ella ignoraba si habían dado las nueve, las diez o las once. Había venido la noche -la noche que era el tiempo que más quería, el tiempo en que se ven con toda claridad los reflejos en el negro estanque del espíritu. Ya no necesitaba desmayarse para mirar bien hondo en la oscuridad donde las cosas toman forma y para distinguir en el negro estanque a una muchacha de bombachas rusas, o a Shakespeare, o un buque de juguete en el Serpentine, y después el Océano Atlántico, embraveciéndose en altas olas contra el Cabo de Hornos. Miró en la oscuridad. ¡Ése era el bergantín, en la cresta de la ola! Subió, y subió y subió. El arco blanco de mil muertes creció ante él. ¡Hombre temerarario, hombre ridículo, doblando sin cesar tan inútilmente el Cabo de Hornos, en plena tempestad! Pero el bergantin pasó por el arco y emergio al otro lado, sano y salvo.
-¡Éxtasis! -grtó-. “¡Éxtasis!” Y después el viento cesó, las aguas se aquietaron, y vio las olas cabrillear tranquilas a la luz de la luna.
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Todo, ahora, estaba tranquilo. Era casi la medianoche. La luna salía con lentitud sobre el bosque. Su luz alzó un castillo fantasma sobre la tierra. Ahí estaba la enorme casa, con todas sus ventanas vestidas de plata. No había paredes ni sustancia. Todo era fantasma, todo era quieto. Todo estaba iluminado como a la espera de una Reina muerta. A sus pies, Orlando vio una agitación de penachos oscuros en el patio, y antorchas vacilantes, y sombras que caían de rodillas. Otra vez una reina bajó de su carroza.
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Una sola pluma tembló en el aire y cayó en mitad del estanque. Entonces la arrebató un extraño éxtasis. Tuvo un desatinado impulso de seguir los pájaros hasta el borde del mundo, o de arrojarse en el musgo esponjoso y beber el olvido, mientras la risa ronca de los grajos resonaba en lo alto. Apuró el paso; corrió, tropezó, las ásperas raíces de la maleza la tiraban al suelo. Se había roto el tobillo. No se podían levantar, Pero ahí se quedó tirada, feliz. La fragancia del mirto de los pantanos y de la ulmaria estaba en sus sentidos. La risa ronca de los grajos en sus oídos. “He dado con mi compañero”, murmuró, entregándose en éxtasis a los fríos abrazos de la hierba, envuelta en su capa, en la hondanada, junto al estanque. “Aquí me quedaré. (Una pluma cayó sobre su frente). He encontrado un laurel más verde que el lauro. Siempre estarán frescas mis sienes. Éstas son plumas de pájaros silvestres -plumas de lechuza, plumas de búho. Tendré sueños fantásticos. Mis manos no usarán anillo de bodas”, prosiguió, quitándoselo del dedo. “Las raíces se enroscarán en ellas”.
“¡Ah! -suspiró hundiendo con delicia la cabeza en su espinosa almohada-. Muchos años he buscado la felicidad y no la he encontrado; la fama y la he perdido; el amor y no lo he tocado; la vida -y la muerte es mejor. He conocido muchos hombres y muchas mujeres -continuó-. No he entendido a ninguno. Más vale que me quede aquí, en paz, bajo el solo cielo -como el gitano me dijo hace tantos años. Eso pasó en Turquía.”
Y miró exactamente arriba la prodigiosa espuma de oro en que se habían desleído las nubes, y vio un camino, y camellos en fila atravesando el desierto de piedra entre nubes de polvo colorado; y luego, después del paso de los camellos, no había más que montañas altísimas y llenas de grietas con picos de roca y creyó escuchar esquilas de cabras en los pasos. Y en los repliegues había campos de iris y de gencianas. Así cambió el cielo, y sus ojos fueron bajando hasta alcanzar la tierra oscurecida por la lluvia y ver la enorme giba de los South Downs, fluyendo sobre una costa; y donde se acababa la tierra, empezaba el mar, con barcos que pasaban; y creyó oír un cañonazo, lejos, mar adentro, y pensó primero: “Es la Armada Invencible” -y pensó después-: No, es Nelson”, y luego recordó que ya habían pasado esas guerras y que los barcos eran atareados barcos mercantes; y las velas en el sinuoso río eran de barcos de excursión.
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Pero era una mujer y al escribir la vida de una mujer podemos, ya se sabe, sustituir la exigencia de la acción por la del amor. El amor, lo ha dicho el poeta, es toda la vida de la mujer. Basta echar una mirada escribiendo en su mesa, puesto que es una mujer, una mujer hermosa, una mujer en su plenitud, pronto abandonará este simulacro de escribir y pensar y pensará en un guardabosque, aunque sea (y con tal que piense en un hombre, a nadie le parece mal que una mujer piense). Y luego le escribirá una esquelita (y con tal que escriba esquelitas, a nadie le parece mal que una mujer escriba), y lo citará para el domingo, y el guardabosque silbará bajo su ventana -lo cual, naturalmente, constituye la esencia de la vida y el único tema de la literatura. ¡No me vengan ahora con que Orlando no hizo una sola de esas cosas! Ay de mí -una y mil veces ay de mí-, nada de eso hizo Orlando. ¿Tendremos que admitir que era uno de esos monstruos de iniquidad, que desconocen el amor? Era bondadosa con los perros, fiel a sus amigos, la generosidad en persona para muchos poetas muertos de hambre, tenía la pasión de la poesía. Pero el amor -según lo definen los novelistas de género masculino -¿y quién, después de todo, tiene mayor autoridad?- nada tiene que ver con la bondad, la fidelidad, la generosidad o la poesía. El amor es quitarse las enaguas y... Pero todos sabemos lo que es amor. ¿Hizo eso ella? La verdad nos compele a decir que no, que no lo hizo. Por consiguiente, si la heroína de nuestra biografía no se resuelve ni a matar, ni a querer, sino a pensar e imaginar, podemos deducir que no es otra cosa que un cuerpo muerto y abandonarla...

Pasan nubes, tenues o espesas, operando algún cambio en el color del pasto. Enigmáticamente, como siempre, el reloj del sol registra la hora. El espíritu empieza a trabajar una pregunta o dos, lánguida y vanamente, acerca de la vida. Vida (canta o zumba, más bien, como una pava al fuego). Vida, vida, ¿qué eres? ¿Luz o sombra, el delantal de bayeta del lacayo o la sombra de la paloma en el pasto?

Prosigamos, pues, explorando, esta mañana de verano, en que todos adoran la flor del ciruelo y la abeja. Y tarareando, preguntamos al estornino (pájaro más sociable que la alondra) qué piensa al borde del cajón de basura, mientras recoge entre los dientes del peine pelos de marmitón. ¿Qué es la vida?, le preguntamos asomados a la puerta del gallinero. ¡Es la Vida, la Vida, la Vida!, grita el pájaro, como si hubiera oído, y supiera precisamente lo que buscamos con esta fastidiosa costumbre nuestra de hacer preguntas afuera y adentro y de inventar minucias como hacen los escritores cuando no saben qué decir. Entonces vienen aquí, dice el pájaro, y me preguntan qué es la vida. ¡Es la Vida, la Vida, la Vida!

Repechamos el camino del pastizal, hasta la cumbre de la colina de azul vinoso y de púrpura oscura, y nos tiramos al suelo, y soñamos y miramos una langosta acarreando a su casa en la hondanada, una pajita. Y nos dice (si chirridos como el suyo merecen un nombre tan sagrado y tan tierno), la vida es tarea, o así nos place interpretar el zumbido de su gaznate atorado de polvo. La hormiga está de acuerdo, y las abejas, pero si nos demoramos lo bastante para interrogar a las mariposas, que se deslizan al atardecer entre las campánulas más indistintas que ellas, nos murmurarán al oído insensateces, como los alambres del telégrafo en tormentas de nieve: hi-hi, ho-ho. Es risa, es risa, dicen las mariposas.
Habiendo interrogado al hombre y al pájaro y a los insectos (porque los peces, cuentan los hombres que para oírlos hablar han vivido años de años en la soledad de verdes cavernas, nunca, nunca lo dicen, y tal vez lo saben por eso mismo), habiendo interrogado a todos ellos sin volvernos más sabios, sino más viejos y más fríos -porque, ¿no hemos, acaso, imploado el don de aprisionar en un libro algo tan raro y tan extraño, que uno estuviera listo a jurar que era el sentido de la vida?-, fuerza es retroceder y decir directamente al lector que espera todo trémulo escuchar qué cosa es la vida: ¡ay!, no lo sabemos.
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Pero, ¿en quién apoyarse? Formuló esa pregunta a los desordenados vientos del otoño. Porque era el mes de octubre, húmedo como de costumbre.
No en el Archiduque: se había casado con una gran dama y hacía muchos años que cazaba liebres en Rumanía; no es Mr. M.: se había hecho católico; no en el Marqués de C.: tejía bolsas de cuerda en Botany Bay; no en Lord O.: hacía mucho tiempo que se lo comieron los peces. De una manera o de otra, todos sus viejos admiradores habían desaparecido, y las Nells y las Kits de Drury Lane, por más que ella las favoreciera, no servían precisamente de apoyo.

“¿En quién?”, se preguntó, fijando los ojos en las errantes nubes, entrelazando las manos, mientras se arrodillaba en el alféizar, imagen viva de la femineidad suplicante, ¿en quién apoyarse? Lo mismo que la pluma había escrito sola, ahora se organizaban las palabras, ahora se entrelazaban las manos; involuntariamente. No hablaba Orlando, sino el Espíritu de la Época. Pero quienquiera que fuese, nadie le contestó. Los grajos daban vueltas y vueltas entre las nubes cárdenas del otoño. Al fin había parado la lluvia, y una iridiscencia en el cielo la decidió a ponerse el sombrero con plumas, y los zapatitos con cordones y salir a pasear antes de la comida.
Todos menos yo tienen su pareja, reflexionó, al atravesar desconsoladamente el patio. Los grajos, hasta Canute y Pippin... por momentáneas que fueran sus alianzas, cada cual esta tarde parecía tener su pareja. “Y yo, la dueña de todo eso -Orlando pensó, echando una mirada al pasar a las innumerables ventanas heráldicas del hall-, estoy soltera, estoy impar, estoy sola”.
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Hacían rueda en torno al ponche que Orlando se encargaba de suministrar con largueza, y fueron muchas las historias que refirieron y las courrencias que tuvieron, porque no se puede negar que cuando las mujeres se juntan -pero, chis- cierran muy bien las puertas para que no llegue a la imprenta ni una sola palabra de lo que dicen. Todo lo que deseamos es -pero, chis-, ¿no se oye en la escalera el paso de un hombre? Estábamos por decir lo que desean, cuando ese caballero no sacó las palabras de la boca. Las mujeres carecen de deseos, dice este caballero, entrando en la salita de Nell: sólo simulaciones. Sin deseos (ya lo ha servido Nell y se ha ido) su conversación no puede interesar a nadie: “Es bien sabido -afirma el señor S. W.- que cuando les falta el estímulo de otro sexo, las mujeres no tienen nada que decirse. Cuando están solas no conversan, se arañan”. Y desde que no pueden conversar y no pueden arañarse indefinidamente y (como el señor T. R. lo ha demostrado) “son incapaces de sentimientos afectuosos para su propio sexo y mutuamente se detestan”, ¿qué supondremos que hacen las mujeres cuando se reúnen?
Como a ningún hombre sensato le puede interesar la pregunta anterior, pasémosla por alto (ya que los biógrafos comparten con los historiadores el privilegio de no tener sexos) y registremos simplemente que a Orlando le agradaba muchísimo la sociedad de las mujeres -hecho imposible, según los caballeros demostrarán.

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Pienso que la mujer es un bello animal romántico, que puede ser adornado con pieles y plumas, perlas y diamantes, sedas y metales. El lince arrojará su piel a sus plantas para que se haga una palatina; el pavo real, el guacamayo y el cisne colaborarán en su manguito; el mar se despojará de sus caracoles y los peñascos de sus piedras preciosas, y la naturaleza entera contribuirá al embellecimiento de un ser que es su obra más perfecta. Todo esto les concedo, pero en cuanto a la falda es unútil que insistan. En el vestuario hay algo profundo que acontece a los sexos y a su diferencia.

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¡Salve, deseo natural! ¡Salve, felicidad, divina felicidad y placeres de todas clases, flores y vino, aunque las unas se marchitan y el otro embriaga; y pasajes de recreo, para salir de Londres, el día de domingo, y el cantar en una capilla oscura himnos fúnebres, y cualquier cosa, cualquier cosa, que interrumpa y confunda el martilleo de las máquinas de escribir y el envío de cartas y la forjadura de eslabones y de cadenas que una todo el Imperio! Salve, groseros labios rojos y arqueados de las muchachas de la tienda (como si Cupido, muy torpemente, hubiera mojado e pulgar en tinta roja y garabateado una señal al pasar), ¡salve, felicidad!, martín pescador que flameas de orilla a orilla, y tú también, consumación del deseo natural, ya sea lo que el novelista masculino dice que eres, o plegaria, o renunciación; salve bajo cualquier forma que vengas y ojalá haya más formas, y aun más extrañas. El río fluye oscuro y sin dueño -ojalá, según aconseja la rima, “como un sueño”; pero más turbio y peor es nuestro destino habitual-, sin sueños, pero vivo, satisfecho, fluido, común, bajo árboles cuya sombra de un verde oliva ahoga el ala azul del pájaro evanescente que se dispara como un dardo de ribera a ribera.
¡Salve, felicidad!, entonces, y ¡salve! después de la felicidad, no esos sueños que salpican la aguda imagen como hacen con la cara los espejos manchados de las posadas rurales: sueños que astillan el todo y nos descuartizan y ieren, y nos dividen por el medio en la noche cuando quisiéramos dormir; sino el sueño, oh sueño, tan hondo que todas las formas quedan molidas en un polvo de infinita blandura, agua de vaguedad inescrutable, y ahí, envueltos, amortajados como una momia, como un gusano, quedemos acostados en la arena en el fondo del sueño.
Pero ¡esperen!, ¡esperen!, ahora no estamos visitando la tierra ciega. Azul, como un fósforo que se enciende, justo en lo más profundo del globo del ojo, vuela, arde, hace saltar el sello del sueño; el martín pescador, hasta que refluye como una marea al rojo, el río de la vida; burbujeando, goteando; y despertamos de esa nada y nuestra mirada (porque la rima es de lo más servicial para salvar la incómoda transición de la muerte a la vida), cae sobre -(aquí el organillo deja de tocar bruscamente).

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A fuerza de usar faldas por tanto tiempo, ya un cierto cambio era visible en Orlando; un cambio hasta de cara, como lo puede comprobar el lector en la galería de retratos. Si comparamos el retrato de Orlando hombre con el de Orlando mujer, veremos que aunque los dos son indudablemente una y la misma persona, hay ciertos cambios. El hombre tiene libre la mano para empuñar la espada, la mujer debe usarla para retener las sedas sobre sus hombros. El hombre mira el mundo de frente como si fuera hecho para su uso particular y arreglado a sus gustos. La mujer lo mira de reojo, llena de sutilezas, llena de cavilaciones tal vez. Si hubieran usado trajes iguales, no es imposible que su punto de vista hubiera sido igual.
Tal es el parecer de algunos filósofos, que por cierto son sabios, pero nosotros no lo aceptamos. Afortunadamente, la diferencia de los sexos es más profunda. Los trajes no son otra cosa que símbolos de algo escondido muy adentro. Fue una transformación e la misma Orlando la que determinó su elección del traje de mujer y sexo de mujer. Quizá al obrar así, ella sólo expresó un poco más abiertamente que lo habitual -es indiscutible que su característica primordial era la franqueza- algo que les ocurre a muchas personas y que no manifiestan. De nuevo nos encontramos ante un dilema. Por diversos que sean los sexos, se confunden. No hay ser humano que no oscile de un sexo a otro, y a menudo sólo los trajes siguen siendo varones o mujeres, mientras que el sexo oculto es lo contrario del que está a la vista. De las complicaciones y confusiones que se derivan, todos tenemos experiencia; pero dejemos el problema general, y limitémonos a su operación en el caso particular de Orlando.
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Esa mezcla de hombre y de mujer, la momentánea prevalencia de uno y otra, solía dar a su conducta un giro inesperado. Por ejemplo, las mujeres curiosas preguntarán: Si Orlando era mujer, ¿cómo no tardaba más de diez minutos en vestirse? ¿Y no estaban sus trajes elegidos a la buena de Dios, y a veces hasta raídos? Sin embargo, le faltaba la gravedad de un hombre, o la codicia de poder que tienen los hombres. Su corazón era muy tierno. No toleraba que golpearan un burro, o ahogaran un gatito. En cambio, aborrecía los quehaceres domésticos, se levantaba al alba y andaba por el campo en verano antes de la salida del sol. Ningún agricultor la aventajaba en el conocimiento de las cosechas. Era de mucho aguante para beber y le gustaban los juegos de azar. Montaba bien y era capaz de manejar seis caballos al galope sobre el Puente de Londres. Sin embargo, aunque era tan práctica y tan atrevida como un hombre, la vista del peligro ajeno le producía palpitaciones de las más femeninas. Por cualquier motivo rompía a llorar. No era versada en geografía, juzgaba intolerables las matemáticas y defendía ciertos pareceres absurdos, que abundan más entre las mujeres que entre los hombres; por ejemplo, que viajar hacia el sur es ir cuesta abajo. Imposible resolver por ahora si Orlando era más hombre o más mujer. Oímos el rodar de su carruaje en el empedrado. Llega a su casa en Londres. Bajan el estribo; abren los portones de hierro. Entra en la casa de su padre en Blackfriars, siempre espaciosa y agradable (aunque la moda se alejara a otros barrios), con sus jardines en declive hacia el río, y un lindo monte de nogales para pescar.

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LOS AMIGOS "SOL" backpackers hostel
c/ Arenal, number 26, 4th floor -Post Code: 28013 Madrid

Amigos Opera c/ Campomanes, 6, 4ª planta
If your booking is for the next 2 days, please better call us:
tel: (+34) 91 559 2472 (SOL)
tel: (+34) 91 547 1707 (OPERA)





HOSTAL METROPOL
Montera 47, 1st. Floor
28013 Madrid
Bull's hostel
Plaza Santo Domingo 1, 1ºD

Madrid, Madrid
Spain
28013


Olé madrid
C/ Cervantes, 8

28014, Madrid
Spain

Wether the Nymph shall break Diana's Law,
Or some frail China Jar receive a Flaw,
Or stain her Honour, or her new Brocade,
Forget her Pray'rs or miss a Masquerade,
Or lose her Heart, or Necklace, at a Ball.

Si un delicado jarrón de porcelana se rasga -o la Ninfa viola el precepto de Diana- o mancilla su honor o su brocado flamante -o no asiste a la misa, o a un baile de máscaras- o pierde el corazón, o el collar, en un baile.

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Tendré que luchar sola contra el tirano. Sólo yo cumpliré el pacto. El nunca resistiría la tiranía hasta la muerte, pensó ceñudamente, contemplando su rostro, viéndola triste, malhumorada, vencida. Y, como a veces sucede cuando la sombra de una nube car sobre la falda verde de una colina y desciende la melancolía y allí, entre todas las colinas que la rodean, se instalan la tristeza y el dolor y parece que las colinas mismas deberían meditar sobre el destino de la nublada, de la oscurecida, ya sea para compadecerla o para alegrarse maliciosamente por su desaliento, así él se sintió oscurecido en aquel momento, mientras seguía sentado y se preguntaba cómo responder, cómo resistir su súplica: perdóname, quiéreme, decía, “Resiste. Lucha contra él”. Y lo decía con toda verdad y con toda justicia. Porque tenían que luchar contra la tiranía hasta la muerte, pensó. El reverenciaba la justicia por encima de todas las demás virtudes. Y ante quién ceder, se preguntó, ante la divinidad en lo que tenía de más austero, ante la súpica en lo que tenía de más patético, sentado mirando hacia una orilla cuyos puntos cardinales desconocía, y pensando cóo ahora el césped y la terraza y la casa quedaban envueltos en la paz y la tranquilidad de la distancia.
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La mañana era tan espléndida, si se exceptuaba una ráfaga de viento de tarde en tarde, que mar y cielo parecían un mismo edificio, como si las velas estuvieran clavadas en lo alto del cielo, o las nubes hubieran caído al mar. En alta mar, un vapor había lanzado al aire una gran voluta de humo que seguía allí, curvándose y enrollándose decorativamente, como si el aire fuese una delicada gasa que sujetara las cosas y las retuviera suavemente en su malla, balanceándose dulcemente de aquí para allá. Y, como sucede a veces cuando hace muy buen tiempo, se diría que los acantilados reparaban en la presencia de los barcos y los barcos en la de los acantilados, como si intercambiaran mensajes secretos. Porque el faro, muy próximo a la orilla, parecía, a veces, aquella mañana, a causa de la neblina, enormemente lejano.
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Luego la corriente en torno a su mano se hizo más lenta. Cesó el ímpetu del agua; el mundo se llenó de suaves crujidos y chirridos. Se oyó a las olas romper y golpear el costado del bote como si ya hubiera echado el ancla. Todo se acercó mucho. Porque la vela, que él no había perdido de vista un solo momento y que había llegado a convertirse en una persona a la que conocía, se aflojó por completo; se detuvieron, mientras la vela temblaba, esperando la brisa, bajo un sol ardiente, a kilómetro de la orilla y del faro. El mundo entero parecía haberse detenido. El faro se inmoviizó y lo mismo hizo la línea de la distante orilla. El sol calentó más y todo el mundo pareció acercarse mucho y sentir la presencia, casi olvidada, de los demás.
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(al faro)







Y también en mí se alza la ola. Se hincha, arquea el lomo. Una vez más tengo conciencia de un nuevo deseo, de algo que surge en el fondo de mí, como el altivo caballo cuando el jinete pica espuelas y después lo refrena con la brida. ¿Qué enemigo percibimos ahora avanzando hacia nosotros, tú, sobre quien ahora cabalgo, mientras piafamos en este pavimento? Es la muerte. La muerte es el enemigo. Es la muerte contra la que cabalgo, lanza en ristre y melena al viento, como un hombre joven, como Percival cuando galopaba en la India. Pico espuelas. ¡Contra ti me lanzaré, entera e invicta, oh Muerte!
(las olas)



Una vez más veo ante mí la calle habitual. El dosel de la civilización
ha sido quemado. El cielo es oscuro como un barnizado hueso de ballena.
Pero en el cielo hay una palidez, ya de los faroles, ya del alba. Hay una cierta
agitación; parloteo de gorriones, en un plátano, no sé dónde. Hay cierto aire
de inicio del día. No, no lo llamaré alba. ¿Qué es el alba en la ciudad para un
hombre entrado en años, que, de pie en la calle, mira un poco mareado el
cielo? El alba es como un emblanquecerse el cielo, como una renovación.
Otro día, otro viernes, otro veinte de marzo, enero o setiembre. Otro general
despertar. Las estrellas retroceden y se extinguen. Las barras adquieren
profundidad entre las olas. La película de niebla adquiere densidad sobre los
campos. El rojo se pone sobre las rosas, incluso en la pálida rosa que cuelga
junto a la ventana del dormitorio. Un pájaro gorjea. Los campesinos encienden las tempranas velas. Sí, es la eterna renovación, el incesante alzarse
y caer, caer y alzarse otra vez.
~

Aquí estamos, una vez más entre migas de pan y servilletas manchadas. Este cuchillo
ya se congela de grasa. El desorden, la sordidez y la corrupción nos
rodean. Nos hemos llevado a la boca cuernos de pájaros muertos. Es con esas
grasientas migas, babeadas en las servilletas, con estos menudos cadáveres,
con lo que tenemos que construirnos. Siempre vuelve a empezar. Siempre
hay enemigo. Ojos que miran los tuyos. Dedos que se enlazan con los tuyos.
El esfuerzo de esperar. Llama al camarero. Paga la cuenta. Debemos
levantarnos de la silla. Debemos ir en busca de nuestros amigos. Debemos
irnos. Deber, deber, deber... Detestable palabra. Una vez más, yo que me
creía inmune, yo que había dicho: "Me he liberado de esto", me doy cuenta
de que la ola me ha revolcado, me ha puesto cabeza abajo, ha esparcido todas
mis posesiones, obligándome a recoger, a reunir, a amontonar, a hacer
acopio de fuerzas, levantarme y hacer frente al enemigo.
~

El día se levanta, la muchacha se lleva las joyas de agua con
corazón de fuego a la frente, el sol dirige rectamente sus rayos a la casa
dormida. Se ensanchan las barras de las olas, se arrojan las olas a la playa,
hacia atrás vuela la espuma pulverizada, y deslizándose las aguas de las olas
rodean la barca y el acebo. Los pájaros cantan a coro, profundos túneles
pasan por entre los tallos de las flores, la casa se torna más blanca, se
despereza el durmiente, poco a poco todo despierta. La luz invade las
estancias y empuja sombra tras sombra al fondo, donde quedan replegadas e
inescrutables. ¿Qué contiene la sombra central? ¿Algo? ¿Nada? No lo sé.
»Sí, pero ahí está tu rostro. Veo la expresión de tus ojos. Yo, que me
había creído tan vasto, un templo, una iglesia, un universo sin límites. capaz
de estar en todas partes, junto a todas las cosas, y también aquí, no soy más
que eso que ves, un hombre entrado en años, de cuerpo bastante pesado,
grises las sienes, que (me veo en la copa) apoya un codo en la mesa.
~

Sin medida receptiva, abarcándolo todo, trémulo de plenitud, y al
mismo tiempo claro y refrenado, así parece ser mi ser, ahora que los deseos
han dejado de incitarle a que se vaya y se aleje, ahora que la curiosidad ha
dejado de teñirlo de todos los colores. Hondo, sin vaivenes de mareas,
inmune, ahora que ha muerto, yace el hombre a quien yo llamaba "Bernard",
el hombre que llevaba una libreta en el bolsillo para escribir notas, frases
para la luna, notas de rasgos, el aspecto de la gente, la manera en que volvía
la cabeza este individuo, o arrojaba las colillas el otro, en la M, polvillo de
mariposa, en la N, distintos nombres que a la muerte se dan. Pero ahora
abramos la puerta, la puerta de cristal que gira constantemente sobre sus
visagras. Que venga una mujer, que un hombre joven, con traje de etiqueta y
bigotillo, se siente, ¿podrán decirme algo? ¡No! Sé todo eso también. Y si, de
repente, la mujer se levanta y se va, "querida", le diré, "ya no puedes
conseguir que te siga". El golpe de la ola al caer, que ha sonado durante toda
mi vida, que me despertaba para que viera un aro de oro en la alacena, ya no
estremece lo que llevo dentro.
~

Pero ¿cómo describir el mundo visto sin el propio yo? No hay
palabras. Azul, rojo... Incluso estas palabras desconciertan, incluso ocultan
con su densidad en vez de dejar pasar la luz. ¿Cómo describir o decir algo,
otra vea, con palabras con significado? Sólo cabe decir que se desvanece,
que experimenta una gradual transformación, que se convierte incluso
durante un breve paseo en habitual, también este paisaje. La ceguera vuelve,
al avanzar uno, y cada hoja repite otra hoja. La belleza regresa, mientras uno
mira, y regresa con su cola de fantasmales frases. Uno respira, inhalando y
exhalando recio aliento; abajo, en el valle, el tren cruza arrastrándose los
campos, gacha la oreja del humo.



El problema es que las reformas del mercado de trabajo se aplacen demasiado tiempo. Ya se sabe que las reformas hay que hacerlas sin que haya conflictos políticos por medio. Ni siquiera la prosperidad para todos desigualmente repartida conseguida por Rato o la mayoría absoluta de Aznar pudo hacerlas posible. El reformismo se trasmuta en pragmatismo cada vez que llega la recesión económica. Es verdad eso de que el ciclo político sigue al ciclo económico. Este tipo de negociaciones finalizan con éxito sólo si todas las partes ganan algo. Los sindicatos, para mantener la audiencia entre sus afiliados, deben conseguir el compromiso del Gobierno de no endurecer las condiciones del seguro de desempleo. Porque saben que si continua la recesión económica el empleo seguirá disminuyendo de forma inevitable. Y la CEOE, que no desea bajo ningún concepto el crecimiento de la conflictividad laboral, puede estar interesada en que, en un momento en el que no se invierte en capital, los salarios se adapten al menor de los crecimientos posibles de la productividad. Seguramente llegarán a un acuerdo generalizado de aumentar la flexibilidad de la producción y de la jornada de trabajo. Si no lo hacen es porque "los nos y los otros han creído ver una ventana de oportunidad de cambio de Gobierno y a la vez que han constatado que no hay brotes verdes.






























De esta manera regresó a mí el paisaje, de esta manera vi loscampos ondulándose en olas de color ante mí, pero ahora había una diferencia. Veía sin ser vista. Caminaba sin sombra. Llegaba sin que se anunciara mi llegada. De mí había caído el viejo manto, la reacción, la hueca mano que golpea devolviendo los sonidos.

Sutil como un fantasma, sin dejar huellas por donde pasaba, sólo percibiendo, caminaba en soledad por un mundo nuevo jamás hollado, rozando nuevas flores, incapaz de hablar como no fuera en infantiles palabras de una sílaba, sin el cobijo de las frases, yo que tantas había hecho, sin compañía, yo que siempre fui junto a los de mi clase y condición, solitaria, yo que siempre había tenido a alguien con quien compartir el vacío hogar, o la alacena con su colgante lazo de oro.

~
Entonces, ¿cómo regresa la luz al mundo, después del eclipse del
sol? Milagrosamente. Frágilmente. A rayas delgadas. Cuelga en lo alto,
como una jaula de cristal. Es un aro que será quebrado por una jarrita. Ahí
hay una chispa. Y, en el instante siguiente, un chorro de crepúsculo. Luego
un vapor, como si la tierra inhalara, espirase, uno, dos, por vez primera.
Luego, en la luz muerta alguien pasa con una luz verde. Luego surge
retorciéndose un blanco fantasma. Los bosques palpitan en azul y verde y
poco a poco los campos beben rojo, dorado y castaño. De repente, un río
arranca una luz azul. La tierra absorbe el color como la esponja bebe agua
lentamente. Adquiere peso, se redondea, pende, se aposenta y se balancea
bajo nuestros pies.

Los bosques habían desaparecido. La tierra era una inmensidad de
sombras. Ni un sonido rompía el silencio del paisaje invernal. No había gallo
que cantara, ni humo que se alzara, ni tren que avanzara. Un hombre sin sí
mismo, dije. Un pesado cuerpo apoyado en una valla. Un hombre muerto.
Con desapasionada desesperación, enteramente desilusionado, observé la
danza del polvo; mi vida, las vidas de mis amigos, y aquellas fabulosas
presencias, jardineros con escobas, mujeres ecribiendo, el sauce junto al río;
nubes y fantasmas también formados por el polvo, de un polvo que
cambiaba, tal como las nubes pierden y adquieren el oro y el rojo y pierden
sus cumbres, y se hinchan por aquí, por allá, mudables, hueras. Yo con mi
libreta de notas con mi elaboración de frases me había limitado a registrar
cambios. Sombra, me había aplicado a anotar sombras. Pero cómo puedo
ahora proseguir, dije, sin yo, sin peso y sin visión, en un mundo sin peso y
sin ilusión...
~
El paisaje ante mí se marchitó. Fue como un eclipse, cuando el sol
se fue y dejó la tierra, floreciente en pleno follaje veraniego, marchita, frágil,
falsa. También vi en una sinuosa carretera, en una danza de polvo, los grupos
que habíamos formado, cómo se reunían, cómo comían juntos, cómo se encontraban
en esta estancia o en aquélla. Vi mi infatigable ajetreo, cómo había
ido corriendo de uno a otro lado, cómo había viajado y había regresado, me
había unido a este grupo y a aquél, aquí había besado, aquí me había
inhibido. Siempre había insistido con entusiasmo, animado por un
extraordinario propósito, con la nariz pegada al suelo, como el perro que
sigue un rastro; alguna vez alcé la cabeza, lancé un grito de pasmo, y
después, desesperanzado, volví a husmear el rastro. Cuánto desorden, cuánta
confusión, aquí nacimiento, aquí muerte, suculencia y dulzura, esfuerzo y
angustia y yo siempre corriendo de un lado para otro. Ahora había
terminado. No tenía más apetitos que satisfacer, no más picadas con las que
envenenar a los demás, no más cortantes dientes, no más manos que agarrar,
no más deseos de sentir la pera, la uva y el sol latiendo, desde el muro del
huerto.

Grattis på födelsedagen! Happy Birthday! Buon Compleanno! Joyeux Anniversaire! Alles Gute zum Geburtstag! La Multi Ani! Hyvää syntymapaivää! Fortuna dies natalis! Feliz Cumpleaños!

Que el reino de la oniria te devele los más preciados secretos del universo y que se cumplan tus sueños. Un beso. I wish you all the best!!! Love and blessings!!!

Hails my dear Sister! I wish to thank You so much for really great Birthday wishes! Sorry because I late with my answer, my week was very hard. Unfortunately I hadn't free time even for my Birthday.
Hope You are great! Have an awesome weekend! Much darkest kisses and greetings! Cheers!
Hello dear friend! :) How are you doing? By me quite well, but I feel really tired. Exams are comming so I'm sitting with my nose in my books all the time... Hope by you all is ok! :D
Have a wonderful Sunday!
Hugs and kisses! :***

happy birthday!!!!!! preferido


WITCHYS WIKKED GRAPHIX

WITCHYS WIKKED GRAPHIX


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I hope you enjoy this day with much and fantastic music and light!!!

Love and blessings!!!

Have a Wonderful Week.
Take Care.
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¿Qué vieron Seckendorff y otros economistas de la época en los Países Bajos que les hizo tanta impresión? Conocemos bastante sobre industria y comercio en la ciudad holandesa de Delft en la época en que Seckendroff visitó el país, y aunque no sabemos si visitó esa ciudad, podemos tomarla como ejemplo. Las teorías del economista alemán Werner Sombart sobre la guerra y el lujo pueden verse representadas en Delft por la construcción naval y el arte de la pintura como incentivos en el desarrollo del capitalismo; pero con sus fabricantes de microscopios convertidos en científicos la ciudad confirma la tesis del economista noruego.estadounidense Thorstein Veblen de que la “curiosidad veleidosa” -no guiada por la codicia- también es una fuerza impulsora del capitalismo. En el siglo XVII Delft mostraba que la guerra marítima, el arte como producto de lujo y la curiosidad científica pueden entrelazarse para dar lugar a innovaciones y riqueza en núcleos productivos muy diversificados. La importancia de la diversidad por se -otro factor olvidado por la economía estándar de hoy día- es algo en lo que insisten prácticamente todos los visitantes extranjeros de los Países Bajos en aquella época. En el núcleo de Delft destacan los fabricantes de lentes de vidrio -lupas- utilizadas para el control de calidad en la industria textil.

En el siglo XV los pintores flamencos y holandeses fueron pioneros en el uso de la pintura al óleo sobre lienzo, mientras que los pintores italianos solían pintar al fresco sobre paredes recientemente enyesadas. Los pintores holandeses obtenían su aceite de linaza y sus lienzos de lino o cáñamo de la Armada y la Marina mercante, donde esos materiales se utilizaban para el tratamiento de la madera y la producción de velas. En el siglo XVII Delft le tomó la delantera a Florencia como principal fabricante europeo de vidrio para usos científicos. Como he mencionado, las lupas se utilizaban en la industria textil, pero sus fabricantes encontraron otros campos donde emplearlas. La Armada necesitaba binoculares y telescopios, y algunos de los fabricantes de elntes de vidrio comenzaron a producir microscopios. A veces esos mismos fabricantes de microscopios se convirtieron en científicos, describiendo el nuevo mundo revelado por sus lentes. En Delft el gran fabricante de microscopios y científico Antoni van Leeuwenhoek (1632-1723) creó una sinergia entre la industria textil, la producción de microscopios y las ciencias naturales, centradas en las lentes de vidrio. Para registrar sus descubrimientos empleaba a artistas como ilustradores. Jan Vermeer (1632-1675), que vivía muy cerca de Van Leeuwenhoek, comenzó a utilizar en su pintura una especie de cámara oscura primitiva con lentes de vidrio, como muestra una reciente película, La joven de la Perla. Los lazos entre arte y ciencia se reforzaron cuando Vermeer, antes de su muerte, nombró albacea testamentario a Van Leeuwenhoek.

Otra consecuencia de las operaciones de la Armada era la necesidad de mapas, que ocupaban un lugar destacado en muchas de las pinturas de Vermeer; de hecho, uno de sus biógrafos comenta su “obsesión por los mapas”. En Italia éstos se solían confeccionar como grabados sobre madera; ahora los holandeses comenzaron a producir grabados sobre cobre. El cobre y el latón eran materiales utilizados normalmente para fabricar los binoculares de la Armada y los microscopios científicos, creando así otro nuevo vínculo entre ciencia, arte y armamento naval. Otro holandés, nacido también en 1622 y que también inició su carrera como fabricante de lentes de vidrio, fue el filósofo Baruch Spinoza.

Los Países Bajos eran en aquella época un laboratorio en el que se podían observar los mecanismos del desarrollo económico. A los investigadroes de la época les parecía evidente que las innovaciones y la riqueza eran el resultado de las muchas oportunidades existentes para la invención fuera de la agricultura, la caída de los costes unitarios de producción y los rendimientos crecientes en las actividades urbanas, y la amplitud de la división del trabajo en muchas profesiones diferentes entrelazadas en diversas sinergias. Antonio Serra, basándose en la observación de los mismos fenómenos en Venecia, describía claramente esos tres rpincipios en su obra de 1613, añadiendo que “un factor da fuerza al otro”; con otras palabras, describe un sistema autocatalizado de crecimiento económico. Serra también incluía un capítulo sobre el tipo de política económica que un Estado debe poner en práctica para crear riqueza basándose en ese tipo de sistema. Es como si aquellos teóricos dijeran: si se desea estimar la riqueza de una ciudad, cuéntese el número de profesiones, más rica será la ciudad. La diversidad de actividades económicas era un objetivo en sí mismo que hacía posible que los nuevos conocimientos “saltaran” de un sector a otro como hemos observado. Esos descubrimientos teóricos seguían la tradición del ben comune formulado por Brunetto Latini en el siglo XIII.

El objetivo de la política económica era pues la emulación de la estructura económica vigente en Venecia y Holanda, fomentando tantas profesiones diversas como fuera posible y procurando obtener rendimientos crecientes y facilitar e cambio tecnológico, aunque nunca se trató de copiar exactamente la política económica de Venecia o la República holandesa. Los economistas de la época entendían que su estructura económica era el resultado de una situación geográfica muy particular que las incitaba a la navegación y de la escasez de tierra cultivable. Con otras palabras, la estrategia de desarrollo europea consistió en fijar determinadas referencias y tratar de emularlas.
Otro economista, Phiplipp Wilhelm von Hörnigk (1638-1712) señalan los principios que debían seguir los Estados alemanes atrasados a fin de emular la estructura económica de los países europeros más ricos. Vale la pena señalar que esta estrategia estaba dirigida primordialmente a Austria y fue publicada por primera vez en 1684, tan sólo un año después del último asedio de Viena por los turcos.

Desde muy pronto encontramos la observación de que la proximidad de una ciudad suele mejorar las prácticas agrícolas. Según Botero, “las ovejas holandesas paren tres o cuatro corderos cada vez, y las vacas suelen parir dos terneros; además producen tanta leche que quien no lo haya visto no podría creerlo”. Sin embargo, la importancia clave de la sinergia entre ciudad y campo -el argumento de que sólo los agricultores que comparten un mercado laboral con una ciudad industrial pueden alcanzar la riqueza- no obtuvo un reconocimiento generalizado hasta la Ilustración.

Los alemanes también eran conscientes de que, al menos a corto plazo, no podían emular el sistema político, más democrático, de los Países Bajos o Venecia. Existía una clara relación entre la estructura económica de un Estado y su estructura política y a corto plazo Alemania tenía que vivir con los gobernantes que tenía. La forma de desarrollar el país era convencer a los gobernantes de que modificaran su política económica, lo que a su vez cambiaría -a largo plazo- la forma de gobierno en una dirección más democrática. La autocracia de los gobernantes se iba a convertir en lo que Wilhelm Roscher llamó más tarde (1868) despotismo ilustrado, y los filósofos y economistas de alrededor de 1648 intentaron cambiar paulatinamente la percepción de los gobernantes sobre lo que constituía un reino con éxito.
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MADRID, 14 Jul. (EUROPA PRESS) -
   Rebajar dos puntos las cotizaciones sociales que pagan las empresas al sistema de Seguridad Social costaría unos 7.200 millones de euros y acabaría llevando al sistema al déficit en el año 2011, según señalaron fuentes de CC.OO. a Europa Press.
   El sindicato calcula que cada punto de las cotizaciones supone un 0,35% del PIB, de manera que la rebaja de dos puntos que podría ofrecer el Gobierno reduciría la recaudación del sistema en un 0,7% del PIB, lo que equivale a 7.200 millones de euros.
   Por este motivo, CC.OO. asegura que si esta propuesta finalmente se aprueba el sistema de Seguridad Social, que ha mantenido sus cuentas en positivo hasta la fecha, acabaría entrando en déficit en el año 2011, con un saldo negativo del 0,05% del PIB.
   La rebaja de cotizaciones es una de las principales demandas de la patronal en el diálogo social que mantiene el Ejecutivo con los agentes sociales. La propuesta inicial de la CEOE pedía una rebaja de cinco puntos, algo que el Gobierno descartó desde el principio.
   En el primer documento que el Gobierno hizo llegar a los agentes sociales el pasado mes de junio, el Ejecutivo propuso una rebaja de 0,5 puntos, aunque se mostró dispuesto a estudiar rebajas mayores ante el claro rechazo de la patronal.
   Hoy Gobierno, sindicatos y patronal están celebrando una nueva reunión tripartita en la que el Ejecutivo ha presentado una reelaboración de dicha propuesta de acuerdo.

Grosso modo, podrían distinguirse cuatro grupos. El primero lo forman Grecia, Polonia y Australia que, por el momento, no han experimentado caídas del producto interior bruto (PIB). El segundo grupo se caracteriza por una desaceleración de la actividad importante y una subida del paro relativamente suave, y está integrado por Austria, Francia, Finlandia, Portugal, Canadá, Estados Unidos, el Reino Unido y Bélgica. El tercero está compuesto por las economías que han sufrido las caídas más fuertes del PIB pero cuyo paro ha aumentado poco (Holanda, Italia, Alemania, Suecia, Corea y Japón). Por último, tanto España como Irlanda son los casos más extremos ya que se caracterizan por un descenso significativo del PIB acompañado por un notable deterioro del mercado de trabajo. Aunque cabe la posibilidad de que en algunos de estos países la transmisión de la recesión económica al mercado de trabajo ocurra más tarde, las perspectivas para 2009 mantienen el mismo patrón.
  La respuesta heterogénea del mercado de trabajo a la crisis es por tanto evidente. Algunos de los factores que la explican son las diferencias en el peso del sector de la construcción y la importancia de la burbuja inmobiliaria, la naturaleza de la regulación administrativa del empleo y la capacidad de adaptación del mercado laboral a los altibajos de la economía real.
  Observemos en primer lugar la variabilidad en la contribución del sector de la construcción sobre el total del empleo. Se espera un peor comportamiento en el mercado de trabajo en aquellos países que combinan un mayor volumen relativo de trabajadores en la construcción con una burbuja inmobiliaria.
La reforma del mercado laboral español es inaplazable y ayudará al país a salir más rápido de la crisis y a tener un crecimiento más saludable. Así piensan los 100 economistas que en abril pasado hicieron público un manifiesto en el que pidieron que se eliminen los contratos temporales y se cree un contrato único indefinido con indemnizaciones por despido progresivas. Los firmantes propusieron también flexibilizar la negociación colectiva para que los acuerdos entre empresarios y trabajadores en el ámbito de la empresa prevalezcan sobre convenios de ámbito superior.
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La vida es agradable, la vida es buena. Después del
lunes viene el martes, y a éste sigue el miércoles.
»Sí, pero al cabo de cierto tiempo hay una diferencia. Puede muy
bien ser que algo en el aspecto de la estancia, una noche, en la disposición de
las sillas, la insinúe. Parece que ha de ser cómodo hundirse en un sofá
arrinconado, y mirar, escuchar. Entonces ocurre que dos figuras en pie, de
espaldas a la ventana, aparecen recortándose contra las ramas de un árbol de
ancha copa. Con brusca emoción, uno piensa: "Hay figuras sin rasgos,
revestidas de belleza." En la pausa siguiente, mientras las ondas se expanden,
la muchacha con la que uno debiera conversar se dice: "Es viejo." Pero yerra.
No es la edad, sino que una gota ha caído, otra gota. El tiempo ha dado otra
sacudida a la situación. Arrastrándonos salimos de la bóveda del grosellero,
para entrar en un mundo más ancho. El verdadero orden de las cosas -ésta es
nuestra perpetua ilusión- queda ahora de manifiesto. Así, en un momento, en
un salón, nuestra vida se adapta al mayestático avance del día sobre el cielo.
~

»Contra esto se estrelló la muerte de Percival. "¿Cuál es la felicidad",
dije (nuestro hijo había nacido), "Cuál es el dolor?", refiriéndome a los dos
costados de mi cuerpo, mientras bajaba la escalera, en manifestación
puramente física. También me fijé en el presente estado de la casa. El viento
movía la cortina, la cocinera cantaba, por la puerta entreabierta veía el
armario. Dije: "Dale (a mí) otro momento de respiro", mientras bajaba la
escalera. "Ahora, en esta sala, sufrirá; no tiene escape." Pero no hay palabras
para el dolor. Sólo hay gritos, grietas, blancura que pasa sobre las sábanas,
alteraciones del sentido del tiempo y del espacio; la impresión de algo
extremadamente fijo en los objetos móviles; y sonidos muy remotos y
después muy cercanos; carne desgarrada y sangre que salta, una coyuntura
bruscamente retorcida; y bajo todo ello hay algo muy importante, aunque
muy remoto, que se debe conservar en la soledad. Y así salí. Vi la primera
mañana que él no vería. Los gorriones eran como juguetes colgando de un
hilo sostenido por un niño. ¡Qué extraño es ver las cosas sin adherirse a ellas,
desde fuera, y darse cuenta de la belleza que tienen en sí mismas! Y,
entonces, la sensación de haber sido liberado de un peso. Las ficciones, las
falsas creencias y la irrealidad han desaparecido, y la ligereza ha llegado dotada de una especie de transparencia, haciéndose invisible, y se va a través de las cosas, mientras uno camina... ¡Qué extraño! "Y ahora, ¿qué nuevo
descubrimiento me espera?" Y, a fin de conservar íntegramente este estado,
hice caso omiso de los periódicos y fui a ver cuadros. Vírgenes y columnas,
arcadas y naranjos, quietos como en el primer día de la creación, pero
conocedores de la tristeza, colgaban allí, y yo los miraba. "Aquí", dije, "tú y
yo estamos juntos, sin interrupciones
Esta libertad, esta exención, parecía entonces una conquista, y produjo en mí tal exaltación que a veces voy allá,
incluso ahora, para recobrar la exaltación y recobrar a Percival. Pero duró
poco. Lo que atormenta es la terrible actividad de la visión de la mente:
cómo fue derribado, qué aspecto tenía, a dónde le llevaron, hombres en
taparrabos tirando de cuerdas, los vendajes y el barro. Entonces viene el
terrible golpe de la memoria, imprevisto, sin posibilidad de evitar sus
efectos.

~
La vida es agradable. La vida es buena. El proceso de la vida, en sí
mismo, es satisfactorio. Fijémonos en un hombre normal y corriente que
goce de buena salud. Le gusta comer y le gusta dormir. Le gusta respirar aire
fresco y caminar a buen paso por la calle. O, en el campo, canta el gallo
encaramado en una verja; un potro galopa alrededor de un campo. Siempre
hay algo que hacer a continuación. El martes sigue al lunes. El miércoles al
martes. Y cada día emite las mismas ondas de bienestar, repite la misma
curva de ritmos, cubre con un escalofrío la fresca arena, o se va lentamente
Librodot Las Olas Virginia Woolf
143
con cierta pereza. De esta manera, el ser crea aros, la identidad se robustece.
Lo que era ardiente y furtivo como un puñado de grano arrojado al aire, y
desperdigado aquí y allá por soplos de vida nacidos en todos los puntos de la
rosa de los vientos, es ahora metódico y ordenado y arrojado con un
propósito. O así parece.
~


Lamentablemente la vida de la mujer es así, sale de relaciones amorosas para caer en otras que la dejan también en una situación de dependencia emocional de un hombre que no sé si le merece o no, pero creo que ella necesitaría bastante apoyo psicológico por parte de otras mujeres. Tu manera de escribir es impactante, tal vez demasidado real, pero deja que desear en lo que respecta a los sentimientos de las mujeres. Y en concreto al sentimiento de autoestima. Para ti no existe ego en los personajes, ni siquiera en ese abogado que se cruza en la historia, ahí todo empieza a tambalear en la historia, donde los personajes son dependientes emocionales de los enredos de otros.
~



















no hay palabras para el dolor

Contra esto se estrelló la muerte de Percival. "¿Cuál es la felicidad?", dije: “Nuestro hijo había nacido”, "¿Cuál es el dolor?", refiriéndome a los dos costados de mi cuerpo, mientras bajaba la escalera, en manifestación puramente física. También me fijé en el presente estado de la casa. El viento movía la cortina. Dije: "Dame a mí otro momento de respiro", mientras bajaba la escalera. "Ahora, en esta sala, sufrirá; no tiene escape." Pero no hay palabras para el dolor. Sólo hay gritos, grietas, blancura que pasa sobre las sábanas, alteraciones del sentido del tiempo y del espacio; la impresión de algo extremadamente fijo en los objetos móviles; y sonidos muy remotos y después muy cercanos; carne desgarrada y sangre que salta, una coyuntura bruscamente retorcida; y bajo todo ello hay algo muy importante, aunque muy remoto, que se debe conservar en la soledad. Y así salí.
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esta libertad, esta exención

Vi la primera mañana que él no vería. Los gorriones eran como juguetes colgando de un hilo sostenido por un niño. ¡Qué extraño es ver las cosas sin adherirse a ellas, desde fuera, y darse cuenta de la belleza que tienen en sí mismas! Y, entonces, la sensación de haber sido liberado de un peso. Las ficciones, las falsas creencias y la irrealidad han desaparecido, y la ligereza ha llegado dotada de una especie de transparencia, haciéndose invisible, y se va a través de las cosas, mientras uno camina... ¡Qué extraño! "Y ahora, ¿qué nuevo descubrimiento me espera?" Y, a fin de conservar íntegramente este estado, hice caso omiso de los periódicos y fui a ver cuadros, quietos como en el primer día de la creación, pero conocedores de la tristeza, colgaban allí, y yo los miraba. "Aquí", dije, "tú y yo estamos juntos, sin interrupciones. Esta libertad, esta exención, parecía entonces una conquista, y produjo en mí tal exaltación que a veces voy allá, incluso ahora, para recobrar la exaltación y recobrar a Percival.

Pero duró poco. Lo que atormenta es la terrible actividad de la visión de la mente: cómo fue derribado, qué aspecto tenía, a dónde le llevaron, hombres en taparrabos tirando de cuerdas, los vendajes y el barro. Entonces viene el terrible golpe de la memoria, imprevisto, sin posibilidad de evitar sus efectos.
~
























Quiero decirte que me voy en un estado de nerviosismo a Sevilla, lo cual me pone en una situación no aconsejable para conducir pero deberé hacerlo, no es la primera vez que conduzco llorando o en estado nervioso.
Quiero que sepas que yo te quiero mucho, que quiero luchar por ti, que los dos no hemos podido confíar hasta ahora porque hemos tenido muchos obstáculos.
Y tú querías dar luz a tus sueños de vald tepes y yo a mi sueños sudamericanos, pero la realidad es más mediocre que todo eso. Normalmente ellos se están ganando la vida como pueden.
Lo más seguro es que ella te quiera, sí pero tambien por tu dinero, por lo que sea, te has sentido débil físicamente, y porque ella estaba cerca de ti. Un poco la historia es parecida a la mía con el colombiano. Poque él ha seguido chantajeándome por el dinero, se cree que me domina emocionalmente, por mi dependencia emocional. Se cree más que yo por eso. Ayúdame por favor.

Si ella valiera intelectualmente tú la habrías considerado, le habrías dado un puesto en friendfeed, los dos nos hemos engañado.
Creías que ella te estabilizaba emocionalmente, y ahora le has dado largas.
Yo sé que has actuado egoístamente, del mismo modo que has actuado conmigo, que solo te ha importado ahora lo que tú me decías, estar bien con tu trabajo, así sois los hombres, ahora empezáis a poner excusas.

Llámame esta noche. Sólo quiero decirte que yo te necesito, que los dos nos podemos apoyar realmente en todo, en tu trabajo, pero también como antes en lo intelectual, tener un poder o una fuerza visible como teníamos antes, y no avergonzarnos, y lo mas importante no caer en dependencias emocionales de gente que se aprovecha solamente de nosotros.

Te escribo todo esto para irme tranquila ya para Sevilla, porque necesito ponerme bien contigo, porque tú me haces sentirme segura, porque ahora se ha demostrado y porque en un futuro también, que los dos buscamos tener un remanso de paz, como tú eras antes cuando estabas bien contigo mismo, sobre todo en los dos próximos meses, si me fuera bien con mi inversion, verás como sí, todo va a ir bien para los dos y podremos estar juntos, dame la confianza por estos dos meses, yo necesito de ti, he ido a buscarte por esto, también te puedo hacer feliz no solo en lo emocional en lo físico, con el cuerpo con todo, deja de jugar con las mujeres, deja de hacer el tonto, no me hagas mas daño por favor, piensa bien las cosas, entre nosotros tenemos más cosas que compartir, tu me abres la mente, los dos nos ayudariamos en nuestro trabajo, estaríamos más conectados mentalmente, la libertad y la cultura sería mayor, mientras que ahora lo unico que tengo con el otro es un chantaje emocional cada vez que hablo con él. No quiero volver a hablar con él me da lo mismo el dinero que me debe. Y tú deberías hacer lo mismo con la rumana, no hables más con ella, no te creas que ella está mal, las rumanas son frías, se dedican a utilizar a los hombres, como te ha utilizado a ti, a jugar con sus encantos, no creas que le vas a hacer daño, con sus lágrimas de cocodrilo, sin embargo a mí sí me has hecho daño y me lo sigues haciendo, y nos lo podemos hacer los dos porque somos más sensibles en lo emocional.
Sólo te pediría que dejaras de fumar, es lo único que no me ha gustado de ti, tu dependencia del tabaco, es algo que no me gusta en absoluto, yo lo dejé con 35 años y ahora me siento mucho mejor, sustituye por otra cosa, caramelos, té, bebe mucha agua, cualquier cosa antes que fumar, no sabes lo malo que es, el mal sabor del paladar, todo eso.
Te quiero, no me dejes sola, por favor. Cuídate mucho.

~



FESTIVAL MADRID IS THE DARK FEST
Grupos
Novembers Doom
Saturnus
Isole
Ataraxie
Helevorn
Detalles
Fecha: Viernes, 11 de Septiembre de 2009
Dirección: Sala Ritmo & Compás
Localidad: Madrid
Provincia: Madrid
Información de la Sala
Nombre: Ritmo & Compás
Dirección: Marqués de Monteagudo, 15-4
Localidad: Madrid
CP: 28028
Provincia: Madrid
Teléfono: 91 724 22 70 / 91 726 87 58
Web: www.ritmoycompas.com
Email: monteagudo@ritmoycompas.com


10/10/2009
Cannibal Corpse, Dying Fetus, Evocation, Obscura en Madrid (Sala Heineken)
16/10/2009
Ensiferum en Madrid (Sala Heineken)
28/11/2009
Sonata Arctica en Madrid (Sala Heineken)


 


Grupos
Cannibal Corpse
Dying Fetus
Evocation
Obscura
Detalles
Fecha: Sábado, 10 de Octubre de 2009
Dirección: Sala Heineken
Localidad: Madrid
Provincia: Madrid
Información de la Sala
Nombre: Heineken
Dirección: Princesa, 1
Localidad: Madrid
CP: 28008
Provincia: Madrid
Web: www.salaheineken.com
Email: pepoperandones@gmail.com



Sala ritmo & compas c/ conde de vilches, num 22, avda de america
sala heineken, c/ princesa 1



puntos de venta: Discoteca EXCALIBUR (C/Sanz Raso, 19), Bar TYRANT (Bajos de Argüelles)  , Tienda ARISE (C/La Estrella, 19)  






Barrakudas rock bar
C/ Brescia, 19 madrid metro ventas

Templo del gato c/ trujillos, 7 madrid

El refugio, san juan de lasalle, 5.
Gruta 77, C/CUCLILLO, 6 (ESQUINA NICOLÁS MORALES), 28019
Metro: Oporto
Bus: 34, 35, 108, 118 y N-17 (nocturno)
MADRID - ESPAÑA


Espacio niram, metro opera c/ independencia , 2 plaza Isabel II

Home bar, c/ fomento, 30
Garaje sonico Malasaña, metro tribunal c/ san andres, 12 plaza 2 de mayo,
jimmy jazz
c/ payaso fofo, 24 vallecas

~

mediados de verano

Llega mediados del verano y mi matrimonio no está lejos. Sir Amyas es un buen caballero que me trata con gran cortesía y confía en hacerme feliz. Ningún poeta podría cantar nuestro noviazgo, pues he de confesar que, desde que empecé a leer historias de princesas, he lamentado algunas veces que mi destino se pareciera tan poco al suyo. Pero ellas no vivían en Norfolk, ni en la época de las guerras civiles; y mi madre me dice que la verdad es siempre lo mejor.
~









mujeres capaces de escribir

Muy pocos contestaban a preguntas sobre moral y religión, y las respuestas que ofrecían no eran serias. Las preguntas sobre el valor del dinero y el poder eran invariablemente eludidas y ponían en un gran aprieto a quien las formulaba. “Estoy segura”, afirmó Jill, “de que si Sir Harley Tightboots no hubiera estado trinchando el cordero cuando le pregunté por el sistema capitalista me habría degollado. La única razón por la que hemos salvado el pellejo tantas veces es que los hombres son demasiado glotones por un lado y demasiado caballeros por otro. Nos desprecian demasiado para preocuparse por lo que decimos.
-Claro que nos desprecian -admitió Eleanor-. Y al mismo tiempo, ¿cómo interpretáis esto?... He estado investigando entre los artistas, ¿es eso cierto, Poll?
-Jane Austen-Charlotte Brönte-George Elliot -enumeró Poll, como quien vocea panecillos en el callejón.
-¡Malditas sean las mujeres! -exclamó alguien-. ¡Son un fastidio!
-Desde Safo no ha habido ninguna mujer de primera línea... -empezó a decir Eleanor, leyendo la cita de una publicación semanal.
-Ahora es bien sabido que Safo fue una invención en cierto modo lasciva del Profesor Hobkin -interrumpió Ruth.
-En todo caso, no hay razón para suponer que ha habido mujeres capaces de escribir o que habrá mujeres capaces de escribir -continuó Eleanor-. Y sin embargo, todos los escritores que encuentro no paran de hablar de sus libros. ¡Magistral! exclamo, o ¡el mismísimo Shakespeare! (porque algo hay que decir); y os aseguro que me creen.
~

El delito de estafa no es que me pagues, que es lo que el dice, esto puede ser una atrenuante, pero el delito de estafa es la forma torticera, engañosa con que me sacó el dinero, eso es el delito de estafa y eso ya está perpetrado al haber habido engaño.
Si no podemos volver a ser amigos, toda la confianza que yo he puesto en ti se ha dañado, ese es el delito, y la gravedad por la suma importante de la operación perpetrada, que eso lo tendrá en cuenta el juez, la cuantía de la estafa. En cuanto ya no hay amistad, no importa que quieras pagarme ahora, es que ya se ha traicionado y se ha abusado de la confianza dada por el otro, en este caso por mí.

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el delito es el angaño, es como si me pones una nvaja para sacarme el dinero, lo que se llama la intimidación, pues esto es lo mismo pero un poco mas sigiloso y sutil e inteligente, per no `poe ello menos castigado y atendiendo sobre todo a la cuantía, que es me haces un engalo, me ofreces tu cuerpo como porstiucuion pero lo disfrzas de algo distitnos, de una relacion amorosa para que yo caiga prendida, y encima despues me dices que soy una ingenua y una inmadura por haberte creído, loq ue todavía realza la agravante de premeditación y el abuso de confianza.



lo dijo virginiawoolf 30 julio 2009 | 10:28 PM
bueno los sueños es una realidad casi latente en que el cerebro casi no hace nada, es parecido al sueño de la mosca, sí en serio, lo que sucede que es muchos de esos sueños para nosotros provienen de la realidad, yo creo que son unos sueños los que tambalean a otros sueños, pero casi siempre estos son provocados por la realidad que también es una gran fuente de emergencia de sueños, yo creo que es importante soñar, pero hay que hacer caso a los sueños que se parecen más a la realidad vivida mas recientemente, que se van impregnando poco a poco en nosotros, es así, los sueños se cambian por otros sueños mas vivos si cabe.

me gustó el poema, un besito
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La verdad es que a veces se me ha atacado cuando tenía mi otro blog de que yo suelo copiar, que copio a los filósofos, a los autores que me gustan y es verdad. Esto además es algo que hago con más conocimiento de causa desde que comprendí lo que significó la Edad Media en la historia de la humanidad, no sé si sabéis, claro que sí, que durante la edad media la cultura se conservó en los monasterios y que eras los monjes legistas los que a través de la copia del amanuense y del comentario de texto, sobre todo de los textos clásicos de Aristóteles, que fueron traducidos y comentados por el santo aquinate, es así realmente cómo con la copia y el comentario del original de los legistas, y después con la copia del comentario de los comentaristas sobre los legistas, como la copia se hizo más importante que el original, pero además es así el modo único cómo la humanidad pudo progresar en su pasado hacia el futuro, sin destruir su pasado, y sobre todo el legado más brillante de ella misma, en lo que había producido sobre todo de legilación en el derecho romano y también en la filosofía griega que fue la que predominó y después fue más comentada.

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A veces ese racionalismo ha sido denostado desde Descartes, es cierto, por su dogmatismo, porque a diferencia de oriente, el pensamiento occidental creó una brecha entre el pensamiento, la mente, el cuerpo y las emociones, cuando en oriente la forma de pensar no es tan lógica, ni se hace ese cisma entre argumentos antitéticos, sinso que todo allí resultaría complementario.

Aun cuando la Escolástica medieval tuviese una etapa muy negativa y muy digmática en que estaba cerrada al saber científico y se cerró de hecho, condenando a Galileo y cerrándose a otras verdades, sobre todo las que provenían de un saber primitivo acerca de la humanidad, de ahí también su cerrazón hacia todo tema sexual y su parentesco de este con el pecado y con una doctrina de la penitencia, así como el invento del matrimonio que se llevó a cabo también por la iglesia; pero realmente lo que yo admiro del escolasticismo es esto, es haber refinado hasta lo culto el hecho del arte del recopiado y el arte manuense, nadie como la edad media lo perfeccionó tanto, en su forma también de captar la atención del público con miniaturas, y también con un arte de la propagación de la palabra, como la palabra portada, que se basaba además en la captura del “deseo” humano, a través de alguna historia o algun mito de adoración; con esto se superaba lo primitvo de un saber acerca del poder que anticguamente provenía de lo salvaje y del uso de la guerra y la apropiación por la fuerza, para ahora establecer e inaugurar un nuevo periodo en la humanidad, mas sutil que provenía de un lenguaje de una forma de capturar el deseo por la palabra y que permtiía también a través de la ley gobernar.

En realidad, nuestro derecho es casi una copia del derecho romano, y otro tanto del derecho napoleónico, y no tenemos que tener miedo a decirlo, es así, la humanidad ha avanzado, no de la imprivisación sino gracias a una técnica que no se ha permitido capturar el saber más sabio de lo que se produjo en gracia y en el mundo clásico y despues en el derecho romano, practicamente no hemos avanzado mucho desde ahí, y aunque la escolastica negara el saber cientifico en algunas cosas, este saber mismo, el del recopiado me parece también una gran tecnica cientifica el haberla descubierto, y el saber de la Ley en definitiva como parte y como sabiduría para gobernar a los pueblos.
Por eso cuando se intentan salvar los copyrights y derechos de autor de tantas obras, en parte está bien porque es una obra personal, pero realmente yo admiro más la obra que es una gran copia y una buena copia de los grandes autores, aunque tenga un estilo personal.

El otro día leyendo a Antonio Gala decía algo muy sabio: “A los escritores originales jamás se les ocurre ser original, nunca se imita tanto como cuando se quiere ser original.”
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Por eso estoy muy apega ahora a Virginia Woolf, y espero que ella desde algún sitio me permita su licencia para ir ahondando más en ella si es posible de aquí en adelante.

Pero fijarse que hoy nuevamente el pensamiento científico está volviendo a lo pequeño, a la no lógica categórica, a la continuidad entre antitéticos y complementarios, a que todo es uno, a la investigación del átomo, y de lo pequeño porque ahí es donde reside la verdad y lo que podemos medir de ella. Y fijarse tambien como hoy día con el avance de la teconología de nuevo y la informática, el canon, es decir, la coipia tiene una dimensión tan importante en la forma de nuestras tecnoclogías modernas, cualquier cosa que sale por intertnet se puede copiar en segundos, ya con una repidez extrema, hasta ese punto ya un poco loco, hemos evolucionado, sin embargo crreo que esto es una forma de progreso, y debemos tenerla en cuenta para seguir, lo que sí deberíamos a partir de ello es utiliazarlo bien, saberle dar un rumbo adecuado al trabajo creativo que hagamos, saber que puede tener un valor en el contexto genérico, de la sociedad o la comunidad informática.
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Pues que pague con su merecido, me ha dicho Nacho de Jairo. Fijate, esta vez ha estado valiente.


¿Por qué me atormentas?


-Ay, Cassandra! ¿Por qué me atormentas? ¿No sabes que nuestra creencia en el intelecto masculino es la mayor de las falacias?
-¿Qué? -exclamé-. Pregunta a cualquier periodista, a cualquier profesor o a cualquier político del país y te dirán que los hombres son mucho más listos que las mujeres.

-¡Como si yo lo dudara! -respondió con desdén-. ¿Qué otra cosa podrían decir? ¿Acaso no los hemos criado, alimentado y protegido desde el origen de los tiempos para que fueran listos aunque no fuesen nada más? ¡Todo es obra nuestra! -exclamó-. Nosotras insistíamos en que teníamos intelecto y ahora lo hemos conseguido. Y es el intelecto -continuó- lo que está en el fondo de todo. ¿Hay algo más adorable que un niño antes de que empiece a cultivar su intelecto? Resulta hermoso mirarlo; no se da aires de nada; comprende el significado del arte y de la literatura de manera instintiva; disfruta de la vida y hace que los demás disfruten con él. Luego le enseñan a cultivar su intelecto. Se convierte en abogado, en funcionario, en general, en escritor, en profesor. Acude todos los días a una oficina. Produce un libro todos los años. Mantiene a una familia con el producto de su cerebro... ¡pobre diablo! Pronto no puede entrar en una habitación sin que los demás nos sintamos incómodos; condesciende con todas las mujeres que conoce y no se atreve a confesar la verdad siquiera a su propia esposa; en lugar de ser un regalo para nuestra vista tenemos que cerrar los ojos para abrazarlo. Cierto es que ellos se consuelan con toda clase de condecoraciones y toda clase de ingresos... pero ¿qué nos consuela a nosotras? ¿Pasar una semana en Lahore dentro de diez años? ¿O que el último insecto de Japón tiene un nombre que mide dos veces más que su cuerpo? ¡Por amor de Dios, Cassandra, vamos a idear algo para que los hombres puedan tener hijos! Es nuestra única oportunidad. Porque a menos que les facilitemos alguna ocupación inocente no tendremos ni gente buena ni libros buenos; pereceremos bajo los frutos de su frenética actividad; ¡y ni un solo ser humano sobrevivirá para saber que una vez existió Shakespeare!

-Es demasiado tarde -repliqué-. Ni siquiera podemos mantener a nuestros hijos.
-Y tú me pides que crea en el intelecto.
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Mientras hablábamos, los hombres gritaban a voz en cuello en la calle y, prestando atención, oímos que acababa de firmarse el Tratado de Paz. Las voces se desvanecieron. La lluvia que caía en ese momento impedía sin duda la correcta explosión de los fuegos artificiales.

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memorias de una novelista

La señorita Willat adoptó la teoría de que escribir no requiere ninguna clase de formación, si bien le pareció indecente describir lo que había visto, y en lugar de retratar a sus hermanos (y eso que uno de ellos había llevado una vida de lo más pintoresca) u ofrecer una memoria de su padre (cosa que le habríamos agradecido), se inventó amantes árabes y los situó a orillas del río Orinoco. Los hizo vivir en una comunidad ideal, pues disfrutaba elaborando leyes, y creó para ellos un escenario tropical, porque es más fácil lograr el efecto deseado allí que en Inglaterra. Escribía páginas enteras sobre “montañas que parecían murallas de nubes, de no ser por los profundos barrancos azues que hendían sus aderas y las cascadas diamantinas que discurrían brincando y centelleando, ora doradas, ora púrpuras, y se adentraban en la oscuridad de los pinares, emergiendo de nuevo a la luz del sol para perderse en una miríada de torrentes que fluían sobre los pastos cubiertos de flores en su base”. Pero cuando debía enfrentarse con sus amantes y con las conversaciones de las mujeres en el interior de las tiendas a la hora del crepúsculo, cuando las cabras entraban para ser ordeñadas, o describir la sabiduría de “esa anciana que había presenciado demasiados nacimientos y muertes para alegrarse de lo uno o lamentarse del otro”, entonces vacilaba y se sonrojaba de forma notoria. No podía decir “Te amo”, sino que empleaba las formas obsoletas del “os” y el “vos”, lo que parecía indicar que no se comprometía. Esa misma timidez le impedía ponerse en el papel del árabe o de su prometida y en realidad de cualquiera que no fuese su portentosa voz que unía los diálogos y explicaba cómo las mismas tentaciones nos asaltan igualmente bajo las estrellas del trópico y bajo la sombra de los olmos en Inglaterra.
~

“Miss Willatt adopted the theory that no training is necessary, but thought it indecent to describe what she had seen, so that instead of a portrait of her brothers (and one had led a very queer life) or a memory of her father (for which we should have benn grateful) she invented Arabian lovers end set them on the banks of the Orinoco. She made them live in an ideal community, for she enjoyed framing laws, and the scenery was tropical, because one gets one's effects quicker there than in England. She could write pages about 'mountains that looked like ramparts of cloud, save for the deep blue ravines that cleft their sides, and the diamond cascades that went leaping and flashing, now golden, now purple, as they entered the shade of the pine forests and passed out into the sun, to lose themselves in a myriad of streams upon the floer enamelled pasturage at their base'. But when she had to face her lovers, ant the talk of the women en the tents at sundown when the oats came in to be milked, and the wisdom of 'that sage old man who had witnessed too many births and deaths to rejoice at the one or lament at the other' then she stammered and blushed perceptibly. She could not say 'I love you', but used 'thee' and 'thou', which, with their indirectness, seemed to hint that she was not committing heself. The same self-conciousness made it impossible for her to think herself the Arab or his bride, or anyone indeed except the portentous voice that linked the dialogues, and explained how the same temptations assail us under the tropical stars and beneath the umbrageous elms of England.”
~


Podemos imaginar (robando la acertada frase de la señorita Linsett) que es “chica tímida, desgarbada y dada a la ensoñación”, que entraba en las pocilgas y leía historia en lugar de ficción, no lo pasó muy bien en su primer baile. Las palabras de su hermano resumen sin lugar a dudas cuál era el ambiente de vuelta a casa. Frances Ann Wilatt encontró una esquina en el gran salón de baile donde pudo ocultar casi por completo su desmañada figura, y allí aguardó hasta que alguien le pidiera un baile.
...
A través de los libros que leía se había formado cierta idea de lo que es el orgullo, la avaricia y el fanatismo. En las novelas de Waverley leyó sobre el amor y sus ideas le produjeron una ligera inquietud. En las obras religiosas que le prestó la señorita Buckle aprendió, con gran alivio, que es posible escapar del mundo y al mismo tiempo gozar de un contento eterno. Jamás habría santa más santa que ella, pues tenía la costumbre de preguntarse siempre antes de hablar o de actuar: ¿es esto correcto? El mundo era en verdad horrible, y cuanto más desagradable lo encontraba más virtuosa se volvía. “La muerte estaba en aquella casa y el Infierno se abría ante ella”, escribió, luego de haber pasado una noche en ese salón con ventanas escarlata y haber oído las voces de los que en él bailaban. Pero las sensaciones que la incitaban a escribir no eran enteramente dolorosas. Con todo, su seriedad no servía sino para protegerla a medias y en ella tenían cabida innumerables tormentos. “¿Soy yo el único monstruo sobre la faz de la tierra?”, preguntaba, en mayo de 1841. “Los pájaros canturrean en el exterior; hasta los insectos se liberan de la escoria del inverno”. Ella era la única “pesada como el pan ácimo”. Estaba poseída por una terrible timidez y escribe a la señorita Buckle como si viera temblar su sombra sobre el mundo entero bajo la inquisitiva mirada de los ángeles. Era una sombre encorvada, henchida de maldad, y ponía a prueba tanto su propia capacidad como la capacidad de su amiga para enderezarla. “¿Qué no daría por ayudarte?”, escribe la señorita Buckle. La dificultad con que tropezamos al leer ahora estas palabras es la de comprender cuál era su objetivo, pues está claro que las dos amigas imaginaban un estado en el que el espíritu permanecía sereno y feliz, y quien lo alcanzara sería perfecto. ¿Era la belleza lo que buscaban? Puesto que entonces ninguna se interesaba por nada más que la virtud, es posible que una suerte de placer estético camuflado formara parte de su credo. Lo cierto es que cuando caían en este tipo de trances quedaban aisladas de su entorno; pero el único placer que se permitían sentir era el placer de la sumisión.

~



We can imagine (to steal Miss Linsett's useful phrase) that this 'shy awkward girl much given to mooning' who alked in to pigsties, and read history instead of fiction, did not enjoy her first ball. Her brother's words evidently sum up what was in the air as they drove home. She found some angle in the grat ball room where she could half hide her large figure, and there she waited to be asked to dance.
...
From histories she got a general notion of pride, avarice and bigotry; in the Waverley novels she read about love. These ideas vaguely troubled her. Lent religious orks by Miss Buckle, she learnt, with relief, how one may escape the world, and at the same time earn everlasting joy. There was never to be a greater saint than she was, by the simple device of saying, before she spoke or acted, is this right? The world then was very hideous, for the uglier she found it the ore virtuous she became. 'Death was in that house, and Hell yawned before ir', she wrote, having passed, one evening, a room with crimson windows and heard the voices of dancers within; but the sensations with which she wrote ere not entirely painful. Nevertheless her seriouness 'Am I the only blot upon the face of nature? She asked in May, 1841. 'The birds are carolling outside my windows, the very insects are putting off the winter's dross' She alone was 'heavy as unleavened bread'. A terrible self-consciousness possessed her, ans she writes to Miss Buckle as though she watched her shadow trembling over the entire world, beneath the critical eyes of the angels. It was humped and crooked and swollen with evil, and it taxed the powers of both the young women to put it straight. 'What would I not give to help you?' writes Miss Buckle. Our difficulty as we read now is to understand what their aim was; fot it is clear that they imagined a state i which the soul lay tranquil and in bliss, and that if one could reach it one as perfect. Was it beauty that they were feeling for? As, at present, neither of them had any interest except in virtue, it is possible that aesthetic pleasure disguised had part in their religion. When tehy lay in these trances they were at any rate out of their surrooundings. But the only pleasure that they allowed themselves to feel was the pleasure of submission.

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Cuando murió su padre (por el que nunca había sentido afecto) se sintió más animada y decidió buscar en Londres una esfera de acción para ejercitar “las grandes facultades de las que soy consciente”. Puesto que vivía en un barrio pobre, la ocupación más adecuada para una mujer de su época era hacer el bien, y la señorita Willatt se aplicó inicialmente a la tarea con un vigor ejemplar. Como no estaba casada decidió representar a la parte menos sentimental de la comunidad. Si otras mujeres traían hijos al mundo, ella se ocuparía de la salud de estos niños. Tenía por costumbre comprobar sus progresos espirituales y reflejaba el balance en las últimas páginas de su diario, donde se aota el peso, la altura y el número de la policía; y lamentaba con frecuencia su “caráceter inestable, siempre empeñado en distraerme y preguntando: ¿adónde?”. Puede que en realidad no estuviera tan satisfecha de su filantropía como la señorita Linsett pretendía hacernos creer. “¿Sé lo que es la felicidad?”, pregunta en 1859 con extraño candor; y tras reflexionar, contesta: “No”. Así pues, imaginarla como la mujer sobria y sin tacha que su amiga describe, siempre dispuesta a hacer el bien con una fe inquebrantable, resulta bastante dudoso. Muy al contrario, era una mujer amargada e insatisfecha, que buscaba más su propia felicidad que la de los demás. Fue entonces cuando pensó en la literatura, y cogió la pluma a los treinta y seis años más para justificar su complicado estado anímico que para decir lo que debía. Es obvio que su ánimo era complicado, aun cuando vacilemos, desde nuestra distancia, a la hora de definirlo. De algún modo descubrió que “no tenía voación” para la filantropía, y así se lo manifestó al reverendo R. S. Rogers en una entrevista “que resultó dolorosa y perturbadora para ambos”, el 14 de febrero de 1856. Mas, al reconocerlo, admitía también que carecía de otras muchas virtudes y debía demostrar, al menos a sí misma, que tenía otras. Al finy al cabo, el mero hecho de sentarse con los ojos bien abiertos colma la mente de imágenes, y tal vez al vaciarlas resulte posible cescubrir algo revelador. George Elliot y Charlotte Brontë comparten la autoría de muchas de las novelas pertenecientes a este periodo, pues ambas revelaron el secreto de que la preciada materia de la literatura se encuentra a nuestro alrededor, en salas de estar y en cocinas donde viven mujeres, y se concentra con cada tic-tac del reloj.
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When her father died (she had always disliked him) her spirits rose, ans she determined to find scope for the 'great powers of which I am conscious' in London. Living in a poor neighbourhood, the obvious profession for a woman in those days was to do good; and Miss Willatt devoted herself at first with exemplary vigour. Because she was unmarried she set herself to represent the unsentimental side of the community; if other women brought children into the world, she would do something for their health. She was in the habit of checking her spiritual pogress, and casting up her accounts in the blank pages at the end of her diary, where one notes one's weight, and height and the number of one's watch; and she has often to rebuke her 'unstable spirit that is always seeking to distract me, and asking Whither?' Perhaps therefor she was not so well content with her philanthropy as Miss Linsett would have us believe. 'Do I know what happiness is?' she asks in 1859, with rare candour, and answers after thinking it over, 'No.' To imagine her then, as the sleek sober woman that her friend paints her, doing good wearily but with steadfast faith, is quite untrue; on the contrary she was a restless and discontented woman, who sought her own happiness rather than other people's. It was then that she bethought her of literatur, taking the pen in hand, at the age of thirty-six, more to justify her complicated spiritual state than to say what must be said. It is clear that her state was complicated, even if we hesitate, remote as we are, to define it. She found at any rate that she had 'no vocation' for philanthropy, and told the Rev. R. S. Rogers so in an interview 'that was painful and agitating to us both' on February the 14th, 1856. But, in owning that, she admitted that she was without many virtues, and it was necessary to prove, to herself at least, thet she had others. After all, merely to sit with your eyes open fills the brain, and perpahps in emptying it, one may come across something illuminating. Goerge Eliot and Charlotte Bronte between them must share the parentage of many novels at this period, for they diclosed the secret that the precious stuff of wich books are made lies all about one, in drawing-rooms and kitchens where women live, and accumulates with every tick of the clock.
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Es un hombre tosco, pero a mí me gusta porque es un criado leal y sabe más de tierras y ovejas que nadie en todo Norfolk. Fue él quien le rompió la crisma a Lancelot el último día de San Miguel, por hablarle mal a mi madre. Se pasa el día recorriendo las tierras y las quiere más, eso le digo yo, que cualquier otro ser humano. Está muy apegado al terruño y aprecia en él las mil bellezas y cualidades que los hombres corrientes ven en sus mujeres. Como nosotros hemos trotado con él desde que aprendimos a andar, nos ha transmitido parte de su afecto; Norfolk, y el municipio de Long Winton, en Norfolk, significan para mí tanto como mi propia abuela: un pariente amable, querido, cercano y silencioso a quien habré de honrar a su debido tiempo. ¡Qué bendición sería no casarse nunca, no envejecer! ¡Pasar la vida, inocente y despreocupada, entre los árboles y los ríos, los únicos que pueden preservar la pureza y la ingenuidad de las preocupaciones del mundo! El matrimonio, como cualquier otra dicha, empañaría esa clara visión que aún conservo. Y ante la sola idea de perderla grité en secreto: “No, nunca te dejaré... por un marido o un amante”, y me lancé a perseguir a los conejos por el páramo, en compañía de Jeremy y de los perros.
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He is a crass man, but I like him because he is a faithful servant, and knows as much about land and sheep as any man in Norfolk. It as he also who broke Lancelot's head in last Michaelmas for usong bad language to my mother. He is for ever tramping our fields, and knows them better and loves them more, so I tell him, than any human creature. He is wedded to this clump of earth, and sees in their wives. And, as we have trotted by his side since we could walk alone, some of his affection has become ours too; Norfolk and the parish of Long Winton in Norfolk is to me what my own grandmother is; a tender parent, dear and familiar, and silent to whom I shall return in time. O how blessed it ould be never to marry, or grow old; but to spend one's life innocently and indifferently among the trees and rivers which alone can keep one cool and child like in the nidst of the troubles of the world! Marriage or any other great joy would confuse the clear vision which is still mine. And at the thought of losing that, I cried in my heart, 'No, I will never leave you -for a husband or a lover,' and straightway I started chasing rabbits across the heath with Jeremy and the dogs.
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A decir verdad, no hay nada en la palidez de mis días digno de ser contado, y el relato se vuelve tedioso. Por eso, mientras caminaba bajo el hiriente aire de esa mañana pensé que si alguna vez volvía a escribir no sería sobre Norfolk y sobre mí misma, sino sobre Caballeros y Damas y aventuras en tierras extranjeras. Hasta las nubes, que avanzan surcando el cielo desde el oeste, cobran forma de capitanes y soldados, y me resulta difícil dejar de imaginar yelmos y espadas, hermosos rostros y altos peinados en esas olas de bruma teñida de colores.

Pero como diría mi madre, las mejores historias son las que se cuentan al amor de la lumbre, y yo me sentiré más que satisfecha si logro terminar mis días como una de esas ancianas capaces de mantener a calma del hogar en las noches de invierno, con sus historias sobre las cosas extrañas que han visto y las hazañas ocurridas en su juventud. Siempre he pensado que estas historias surgían en parte de las nubes, de lo contrario, ¿por qué nos alteran más que cualquier otra visión? A buen seguro que ningún libro vale tanto como ellas.
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For, truly, there is nothing in the pale of my days that needs telling; and the record grows wearisome. And I thought as I went along in the sharp air of the morning, that if I ever write again it shall not be of Norfolk and myself, but of Knights and ladies and of adventures in strange lands. The clouds even, which roll up from the west and advance across the sky take the likeness of Captains and of soldiery and I can scarcely cease from fashioning helmets and swords, as well as fair faces, and high headdresses from these waves of coloured mist.

But as my mother would say, the best of storiess are those that are told over the fire side; and I shall be well content if I may end my days as one of those old women who can keep a household still on a winter'sevening, with her tales of the strange sights that she saw and the deeds that were done in her youth. I have always thought that such stories came partly out of the clouds, or why should they stir us more than any thing we can see for ourselves? It is cartain that no written book can stand beside them.
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en la cumbre del verano

Hay una semana, o tal vez es sólo un día, en que el año parece quedar conscientemente suspendido en su cumbre más alta. Permanece allí, inmóvil, por espacio de un intervalo breve o largo, en majestuosa contemplación, y luego, muy despacio, se hunde como un monarca que desciende de su trono y queda envuelto por la oscuridad.
¡Pero los cuerpos son cosas muy resbaladizas!

En este momento tengo la sensación de quien se eleva hacia regiones tranquilas, sobre el gran lomo del mundo. La paz de la nación y la prosperidad de uestro pequeño rincón -pues mi padre y mis hermanos están en casa -dibujan un perfecto círculo de satisfacción, y es posible pasar desde la tersa bóveda del cielo hasta nuestro tejado sin cruzar golfo alguno.
...

Comenzar con el ánimo fresco, como un caballo alimentado con avena, dejar que se encabrite y se lance al galope, transportándote raudo de acá para allá. Nada conseguirá obligarlo a seguir el camino; trotará por praderas cubiertas de rocío, aplastando mil delicadas flores bajo sus cascos.

Pero el día se vuelve más y más caluroso, y el animal, todavía al trote, consiente entonces en volver al camino; te transporta ligeramente, con un suave balanceo, hasta que el sol del mediodía te obliga a descansar. La pura verdad, sin metáfora alguna, es que la mente viaja libre de obstáculos por los laberintos de un espíritu estancado, impulsada por un enérgico par de piernas, y el ser cobra agilidad con el ejercicio. Supongo que durante las tres horas que pasé camino de Walsingham podría haber reflexionado tanto como en una semana de vida en casa.

Mi mente, en un principio rápida y alegre, brincando como un niño, se adaptó poco a poco a las fatigas del camino, sin perder no obstante su contento. Comencé a pensar en las cosas serias de la vida -como la vejez y la pobreza, la enfermedad y la muerte-, y concluí que sin duda sería mi destino conocerlas; pensé también en esas alegrías y esas penas que se daban mutua caza sin tregua a lo largo de mi vida. Las cosas pequeñas ya no me agradarían ni me atormentarían como antaño. Y aunque estas reflexiones me hacían sentir solemne, advertí también que había llegado el momento para mí en que tales sentimientos son ciertos, y luego, a medida que avanzaba, me pareció que podía ahondarse en ellos, estudiarlos, tal como caminé por el amplio espacio abierto de la cubierta del manuscrito de Maese Richard.

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Midsummer

There comes a week, or may be it is only a day, hen the year seems poised consciously on its topmost peak; it says there motionless for a long or a short time, as though in majestic contemplation, and then slowly sinks like a onarch descending from his throne, and wraps itself round in darkness.

But figures are slippery things!

At this moment I have the feeling of one swung high into tranquil regions; upon the great back of the world. The peace of the nation, and the prosperity of our own small corner of it -for my father and brothers are at home- make a complete circle of satisfaction; you may pass from the smooth dome of sky, to our own roof without crossing my gulf.
...

Start with your spirit fresh like a corn fed horse; let her rear and race, and bucket you hither end thither. Nothing will keep her to the road; and she will sport in dewy meadows, and crush a thousand delicate flowers beneath her feet.

But the day grows hot; and you may lead her, still with a springing step back to the straight way; and she will carry you lightly and swiftly, till the midday sun bids you rest. In sober truth, and without metaphor, the mind drives clearly through all the mazes of a stagnant spirit when a brisk pair of legs impells it; and the creature grows nimble, with its exercise. Thus I suppose I may have thought enough for a whole week lived indoors during those three hours that I spent striding along the road to Walsingham.

And my brain that was swift and merry at first, and leapt like a child at play, settled down in time to sober work upon the highway, though it was glad withal. For I thought of the serious things of life -such as age, and poverty and sickness and death, and considered that it would certainly be my lot to meet them; and I considered also those joys and sorrows that ere for ever chasing themselves across my life. Small things would no longer please me or tease me as of old. But although this made me feel grave, I felt also that I had come to the time hen such feelings are true; and further, as I walked, it seemed to me that one might enter within such feelings and study them, as, indeed, I had walked in a wide space within the covers of Master Richards's manuscript.
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Entonces, la pálida cruz con la Imagen apareció ante mis ojos, llamando a todo mi ser a reverenciarla.

No ocultaré que estos llamamientos se me antojaron lúgubres, pues el sol y las tormentas habían tornado la fgura dura y blanca, pero el empeño de adorarla como otros la adoraban llenó mi mente de grandeza y blancura, sin que hubiera cabida para otro pensamiento. Por una momento me entregué a ella, como jamás me había entregado a ningún hombre o mujer, y herí mis labios con la áspera piedra de la túnica mientras la luz y el calor me abrasaban la cabeza desnuda; y cuando el éxtasis hubo pasado, el paisaje que había a mis pies voló como un estandarte que se despliega súbitamente.

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But then the pale cross with the Image struck my eyes, and drew all my mind, in reverence towards it.

I will not pretend that I found that summons other than stern; for the sun and storm have made the figure harsh and white; but the endeavour to adore Her as others were doing round me filled my mind with an image that was so large and white that no other thought had room there. For one moment I submitted myself to her as I have never submitted to man or woman, and bruised my lips on the rough stone of her garment, White light and heat steamed on my bare head; and when the ecstasy passed the country beneath flew out like a sudden banner unfurled.

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Madrid estaba invadida por los sudamericanos, cada restaurtante, cada trozo que cruzas de calle, es como si hubieran dicho: Bueno, vosotros nos robásteis todo el oro de América, ahora tenéis que rendirnos cuentas a nosotros. Y eso que ellos no tienen el poder fáctico, pero sí tienen el poder presencial de la presencia, y pueden rebelarse, me impresionó mucho el mestizaje cultural de Madrid, porque aquí en Sevilla a pesar de que es una ciudad grande y abierta, Madrid es quizá algo grandioso, yo que estuve en Londres y en otras capitales europeas, me pareció fastuoso, no sólo latinos sino una población emergente de turistas muy grande, y ademas inmigrantes de todos los países de Africa, de Marruecos, de la India, tienen una comunidad creada y además la fuerza con que se impone el trabajo y la realidad económica en Madrid, eso no existe aquí en mi ciudad, eso me impactó.

Lo triste es que si nosotros le robamos todo el oro y la plata a América, resulta que lo malvendimos, casi lo regalamos a Holanda, que nos lo compró muy barato cuando ella después hacía productos manufacturados por diez veces o cien el valor de lo que nosotros le vendimos. No supimos valorar bien lo que teníamos, y mucho peor que eso y que todo el oro, dejamos que fueran otros países los que se industrialzaran por nosotros, ahí sí que perdimos el tren de la cola del capitalismo bien entendido, cuando empezaba la riqueza de las naciones a través de una industria que además estaba protegida por aranceles, y gracias a eso se enriquecieron algunos países como Holanda, Venecia, Inglaterra, Alemania. Pero nosotros estuvimos ciegos, no supimos ver, nos dejamos perder, aquí se perdió la cola de la industrialización, y con la lana y la ganadería perdimos también competencia, solo ya después del Tratado de Utrecht, en las condiciones miserables en que quedamos, sólo entonces en el siglo XIX y con mucho retraso empezó a industrializarse algo el norte de España. Ahora, porque el sector servicios es un sector que ha sido recompensado, que parece no tiene límites y no para de crecer gracias en gran parte al avance de las tecnologías y la informática, y no como se piensa que ha sido gracias al libre comercio, este ha sido posible también gracias a aquélla y no al revés, así que de esa forma, es como ahora nos situamos en la realidad económica. Habíamos creído siguiendo las teorías de David Ricardo entre otros y Adam smith que la teoría de la “ventaja comparativa” era lo mejor para el avance de la economía, pero esto se ha visto que ha sido nefasto y España es uno de los países de Europa que más paro ha generado, porque eso de especializarse en una sóla actividad económica, cual ha sido la construcción, pues no ha sido una gran idea, y más cuando ha caído de esa manera tan brutal las ventas, y ahora ¿qué?

Aquí ha habido bastante abuso en este país, no digo en otros, con su sofisticación financiera, Inglaterra, EEUU, Japón, todos esos países sin estar especializados en una sola actividad como nosotros, pues han tirado para adelante, ya Japón superó su última crisis gracias al poder de exportación de tecnología que tiene, y en general todos ellos han superado más crisis que ninguno gracias al poder que tienen de saber reconvertirse rápidamente en otra cosa. Pero aquí dónde está la imaginación, tenemos que salir gracias al turismo, como estamos viendo, o al sector servicios, pero no en todos los sitios es lo mismo, y nos está costando.

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el esfuerzo de esperar


Señor, ¡cuán indeciblemente asquerosa es la vida! Qué sucias jugadas nos hace. Un momento somos libres, y en el momento siguiente somos esto.

Aquí estamos, una vez más entre migas de pan y servilletas manchadas. Este cuchillo ya se congela de grasa. El desorden, la sordidez y la corrupción nos rodean. Nos hemos llevado a la boca cuernos de pájaros muertos. Es con esas grasientas migas, babeadas en las servilletas, con estos menudos cadáveres, con lo que tenemos que construirnos. Siempre vuelve a empezar. Siempre hay enemigo. Ojos que miran los tuyos. Dedos que se enlazan con los tuyos. El esfuerzo de esperar.
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Lord, how unutterably disgusting life is! What dirty tricks it plays us, one moment free; the next, this. Here we among the bread-crumbs and the stained napkins again. That knife is already congealing with grease. Disorder, sordidity and corrupction surround us. We have been taking into our mouths the bodies of dead birds. It is with these greasy crumbs, slobbered over napkins, and little corpses that e have to build. Always it begins again; always there is the enemy; eyes meeting ours; fingers twitching ours; the effort waiting.
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Debemos levantarnos de la silla. Debemos ir en busca de nuestros amigos. Debemos irnos. Deber, deber, deber... Detestable palabra. Una vez más, yo que me creía inmune, yo que había dicho: "Me he liberado de esto", me doy cuenta de que la ola me ha revolcado, me ha puesto cabeza abajo, ha esparcido todas mis posesiones, obligándome a recoger, a reunir, a amontonar, a hacer acopio de fuerzas, levantarme y hacer frente al enemigo.
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We must pull ourselves up out of our chairs. We must find ou coats. We must go. Must, must, must – detestable word. Once more, I who had thought myself immune, who had said, “Now I am rid of all that”, find that the wave has tumbled me over, head over heels, scattering my possessión, leaving me to collect, to essemble, to heap together, summon my forces, rise and confront the enemy.
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esta máscara a cuyo través

Es raro que nosotros, capaces de tanto sufrimiento, tengamos que infligir tanto sufrimiento. Es raro que la cara de una persona, a la que no conozco aun cuando creo que en cierta ocasión coincidimos en la pasarela de un buque que iba a zarpar rumbo al África -una simple aglomeración de ojos, mejillas y aletas de nariz-, tenga el poder de injuriarnos. Tú miras, comes, sonríes, te aburres, te deleitas, te irritas... Esto es cuanto sé. Sin embargo, esta sombra que se ha sentado junto a mí durante una o dos horas, esta máscara a cuyo través dos ojos miran, tiene el poder de hacerme regresar, de fijarme entre esas otras caras, de encerrarme dentro de una ardiente cámara, de mandarme volando, como una polilla, de vela en vela.

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It is strange that e, who are capable of so much suffering, should inflict so much suffering. Strange that the face of a person, whom I scarcely know save that I think we met once on the gangway of a ship bound for Africa -a mere adumbration of eyes, cheeks, nostrils- should have power to inflict this insult. You look, eat, smile, are bored, pleased, annoyed- that is all I know. Yet this shadow which has sat by me for an hour or two, this mask from which peep two eyes, has power to drive me back, to pinion me down among all those other faces, to shut me in a hot room; to send me dashing like a moth candle to candle.
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¡Bendita soledad! Ahora estoy solo. Esa persona casi desconocida se ha ido,
a coger un tren, a coger un taxi, a un lugar, al lado de alguien a quien no
conozco. El rostro que me miraba se ha ido. La presión ha desaparecido.
Aquí quedan las vacías tazas de café. Aquí están las sillas puestas patas
arriba, sin que nadie se siente en ellas. Aquí están, vacías, las mesas a las que
nadie vendrá a sentarse esta noche.
Permitidme que alce mi canción de gloria. Bendita sea la soledad.
Dejadme solo. Dejad que me quite y arroje lejos este velo del ser, esta nube
que cambia al más leve soplo del aliento, noche y día, y toda la noche ,, todo
el día. Mientras estaba aquí sentado, he cambiado. He visto cómo el cielo
cambiaba. He visto cómo las nubes cubrían las estrellas, cómo liberaban las
estrellas, cómo volvían a cubrirlas. Ahora ya no observo el cambio de las
estrellas. Ahora nadie me ve y he dejado de cambiar. Bendita sea la soledad
que ha quitado la presión de los ojos, la invitación del cuerpo, y toda
necesidad de mentiras y frases.
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'Heaven be praised for solitude! I am alone now. That almost unknown person has gone, to catch some train, to take some cab, to go to some place or person whom I do not know. The face looking at me has gone. The pressure is removed. Here are empty coffe-cups. Here are chairs turned but nobody sits on them. Here are empty tables and nobody any more coming to dine at them to-night.

'Let me now raise my song of glory. Heaven be praised for solitude. Let me be alone. Let me cast and throw away this weil of being, this cloud that changes with the least breath, night and day, and all night and all day. While I sat here I have been changing. I have watched the sky change. I have seen clouds cover the stars, then free the stars, then cover the stars again. Now I look at their changing no more. Now no one sees me and I change no more. Heaven be praised for solitude that has removed the pressure of the eye, the solicitation of the body, and all need of lies and phrases.
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Mi libro, repleto de frases, ha caído al suelo. Está debajo de la mesa, para que la mujer de la limpieza lo barra, cuando venga al alba en busca de trocitos de papel, billetes de tranvía, y aquí y allá una nota en un papel estrujado, en forma de pelota, entre los desperdicios que deben ser barridos. ¿Cuál es la frase para la luna? ¿Y la frase para el amor? ¿Qué nombre hay que dar a la muerte? No lo sé.

He roto con las frases.-

Necesito un lenguaje menudo, como el que los enamorados usan, palabras de una sola sílaba como las que dicen los niños cuando entran en la estancia y encuentran a su madre cosiendo, y cogen una porción de colorida lana, una pluma, un recorte de cretona. Necesito una lechuza, un grito. Cuando la tormenta cruza el tremedal y pasa sobre mí, tendido en el hoyo, donde nadie me ve, no necesito palabras. Nada claro necesito. Nada que surja ya hecho, con todos sus pies, para aposentarse en el suelo. Ni una de esas resonancias y amables ecos que resuenan y suenan de nervio en nervio, dentro de nuestro pecho, formando una música loca, falsas frases. He roto con las frases.

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My book, stuffed with phrases, has dropped to the floor. It lies under the table, to be swept up by the char-woman when she comes wearily at dawn looking for scraps of paper, old tram tickets, and here and there a note screwed into a ball and left with the litter to be swept up. What is the phrase for the moon? And the phrase for love? By what name are we to call death? I do not know. I need a little languaje such as lovers use, words of one syllable such as children speak when they come into the room and find their mother sewing and pick up some scrap of bright wool, a feather, or a shred of chintz. I need a howl; a cry. When the storm crosses the marsh and sweeps over me where I lie in the ditch unregarded I need no words. Nothing neat. Nothing that comes down ith all its feet on the floor. None of those resonances and lovely echoes that break and chime from nerve to nerve in our breasts, making wild music, false phrases. I have done with phrases.
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Cuánto más vale el silencio; la taza de café, la mesa. Cuánto mejor estar sola, como el solitario pájaro marino que despliega las alas posado sobre la estaca. Dejadme estar aquí sentada para siempre jamás, con cosas desnudas, esta taza de café, este cuchillo, este tenedor, cosas que son en sí mismas, tal como yo soy yo misma. No os acerquéis para inquietarme con vuestras insinuaciones de que ha llegado la hora de cerrar vuestra tienda e iros. Con gusto os daría cuanto dinero tengo para que no me molestéis, sino que me dejéis seguir sentada y sentada, en silencio y sola.
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'How much better is silence; the coffee-cup, the table. How much better to sit by myself like the solitary sea-bird that opens its wings on the stake. Let me sit here for ever with bare tings, this coffee-cup, this knife, this fork, things in themselves, myself being myself. Do not come and worry me ith your hints that it is time tu shut the shop and be gone. I ould willingly give all my money that you should not disturb me but let me sit o and on, silent, alone.
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El alba es como un emblanquecerse el cielo, como una renovación.
Otro día, otro viernes, otro veinte de marzo, enero o septiembre. Otro general
despertar. Las estrellas retroceden y se extinguen. Las barras adquieren
profundidad entre las olas. La película de niebla adquiere densidad sobre los
campos. El rojo se pone sobre las rosas, incluso en la pálida rosa que cuelga
junto a la ventana del dormitorio. Un pájaro gorjea. Los campesinos encienden
las tempranas velas. Sí, es la eterna renovación, el incesante alzarse
y caer, caer y alzarse otra vez.
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Dawn is some sort of whitening of the sky; some sort of renewal. Another day; another Friday; another twentieth of March, January, or September. Another general awakening. The stars draw back and are extinguished. The bars deepen themselves between the waves. The film of mist thickens on the fields. A redness gathers on the roses, even on the pale rose that hangs by the bedroom window. A bird chirps. Cottagers light their early candles. Yes, this is the eternal renewal, the incessant rise and fall and fall and rise again.
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Ahora el sol había descendido más en el cielo. Las islas de nube habían adquirido más densidad y, arrastrándose, pasaban ante el sol, por lo que las rocas se tornaban súbitamente negras, y el trémulo acebo perdía su azul para quedar de plata, y sombras como grises paños impulsados por un soplo se extendían sobre el mar. Las olas ya no visitaban las lejanas charcas, ni alcanzaban la punteada línea negra de trazo irregular, sobre la playa. La arena era gris perla, suave y brillante. Los pájaros trazaban altos círculos y arcos en el aire. Algunos volaban raudos por los surcos del viento, giraban y se deslizaban por ellos, como si fueran un solo cuerpo cortado en mil hilos. Como una red, caían los pájaros al descender a las copas de los árboles. Un pájaro voló solitario hacia el campo, y se posó en una blanca estaca, donde abrió las alas y las
volvió a cerrar.
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The sun had now sunk loer in the sky. The islands of clud had gained in desnsity and drew themselves across the sun do that the rockes went suddenly black, and the trembling sea holly lost its blue and turned silver, and shadows were blown like grey cloths over the sea. The waves no longer visited the further pools or reached the dotted black line which lay irregularly marked upon the beach. The sand was pearl white, smoothed and shining.

Birds swooped and circled high up in the air. Some raced in the furrows of the wind and turned ans sliced through them as if they ere one body cut into a thousand shreds. Birds fell like a net descending on the tree-tops. Here one bird taking its way alone made wing for the marsh and sat solitary on a white stake, opening its wongs and shutting them.
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En el jardín habían caído algunos pétalos. Reposaban sobre la tierra, ahuecados como conchas. La hoja muerta ya no seguía en su seto, sino que el viento la había arrancado, y ahora corría, y después se detenía, pegada a un tallo. Por todas las flores pasaba la misma onda de luz, en un
repentino estremecimiento y esplendor, como si una aleta hubiera cortado el verde cristal de un lago. De vez en cuando, un soplo rasante e imperioso agitaba arriba y abajo las multitudinarias hojas, y, cuando el soplo comenzaba a extinguirse, cada hoja recobraba su identidad. Las flores que quemaban al sol sus coloridos discos, se apartaban de la luz, cuando el viento las agitaba, y algunas cabezas, demasiado pesadas para volver a alzarse, quedaban levemente caídas.
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Some petals had fallen in the garden. They lay shell-shaped on the earth. The dead leaf no longer stood upon its edge, but had been blown, now running, now pausing, against some stalk. Through all the flowers the same wave of light passed in a sudden flaunt and flash as if a fin cut the green glass of a lake. Now and again some level and masterly blast blew the multitudinous leaves up and down and then, as the wind flagged, each blade regained its identity. The flowers, burning their bright discs in the sun, flung aside the sunlight as the wind tossed them, and then some heads too heavy to rise again drooped slightly.

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El sol de la tarde calentaba los campos, azulaba las sombras y enrojecía las espigas. Como un barniz, un profundo tinte cubría los campos. Un carro, un caballo, un vuelo de cornejas, todo lo que se movía a la luz del sol quedaba envuelto en dorada redondez. Si una vaca movía una pata, provocaba ondulaciones de oro rojizo, y los cuernos parecían forrados de luz. Haces de espigas con cabellera de lino yacían en los lindes de los campos, como caídos de los hirsutos carros llegados de los prados, los carros de cortas patas y primitivo aspecto. Las nubes de redondeadas cabezas desprendían otra en su avance, pero conservaban todos los átomos de su redondez. Ahora, en su camino, atraparon a un pueblo entero en su red, y al rebasarlo dejaron volar de nuevo, libremente, la red. A lo lejos, en el horizonte, entre millones de granos de polvo gris azulado ardía un vidrio, o se alzaba la solitaria raya de la aguja de una iglesia, o un árbol.

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The afternoon sun warmed the fields, poured blue into the shadows and reddened the corn. A deep varnish was laid like a lacquer over the fields. A cart, a horse, a flock of rooks -whatever moved in it was rolled round in gold. If a cow moved a leg it stirred ripples of red gold, and its horns seemed lined with light. Sprays of flaxen-haired corn lay on the hedges, brushed from the shaggy carts that came up from the meadows short legged and primeval looking.
The round-headed clouds never dwindled as they bowled along, but kept every atom of their rotundity. Now, as they passed, they caught a whole village in the fling of their net and, passing, let it fly free again. Far away on the horizon, among the million grains of blue-grey dust, burnt one pane, or stood the single line of one steeple or one tree.
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Las rojas cortinas y las blancas persianas agitadas por el vientovsalían y entraban por la ventana, golpeando su marco, y la luz que entraba a intermitencias irregulares, con desigual intensidad, tenía un pardo matiz, y había cierto abandono en su soplo por entre las cortinas alzadas por las
rachas. La luz matizaba aquí de castaño una alacena, enrojecía allí una silla, y más cerca estremecía el cristal de la ventana. Durante unos instantes, todo vaciló y se curvó, incierto y ambiguo, como si una gran mariposa hubiera ensombrecido, al cruzar la estancia, la
inmensa solidez de las sillas y las mesas con sus alas flotantes.
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The red curtains and the white blinds blew in and out, flapping against the adge of the window, and the light which entered by flaps and breadths unequally had in it some brown tinge, and some abandonment as it blew through the blowing curtains in gusts. Here it browned a cabinet, there reddened a chair, here it made the window waver in the side of the green jar.
All for a moment wavered and bent in uncertainty and ambiguity, as if a great moth sailing through the room had shadowed the immense solidity of chairs and tables with floating wings.
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«Y el tiempo», dijo Bernard, «deja caer su gota. La gota que se ha formado en la techumbre de nuestra alma cae. En la techumbre de mi mente el tiempo, formándose, deja caer su gota. La semana pasada, mientras me afeitaba, la gota cayó. Estando en pie, con la navaja barbera en la mano, me di cuenta bruscamente de la naturaleza meramente habitual de mi acto (esto significa la formación de la gota), y felicité a mis manos, irónicamente, por perseverar en él. Afeitad, afeitad, dije. Seguid afeitando. La gota cayó. Durante la labor del día, sin cesar, aunque a intervalos, mi pensamiento se fue a un lugar vacío y dijo: "¿Qué se ha perdido? ¿Qué ha terminado?" Y "listo y finiquitado", musitaba, "listo y finiquitado", solazándome en estas palabras. La gente se dio cuenta de la vacuidad de mi semblante y de la vaguedad de mis frases. Las últimas palabras de la frase se perdían en la nada. Mientras me abrochaba el abrigo para ir a casa, dije con más dramatismo: "He perdido la juventud."
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'And time', said Bernard, 'lets fall its drop. The drop that has formed on the roof of the soul falls. On the roof of my mind time, forming, lets fall its drop. Last week, as I stood shaving, the drop fell. I, standing with my razor in my hand, became suddenly aware of the merely habitual nature of my action (this is the drop forming) and congratulated my hands, ironically, for keeping at it. Shave, shave, shave, I said. Go on shaving. The drop fell. All through the day's work, at intervals, my mind went to an ampty place, saying, “What is lost? What is over?” And “Over and done with”, I muttered, “over and done with”, solacing myself with words. People noticed the vacuity of my face and the aimlessness of my conversation. The last words of my sentence tailed away. And as I buttoned on my coat to go home I said more dramatically, “I have lost my youth”.
~






Es curioso advertir que, en toda crisis, siempre aparece una frase incongruente que insiste en acudir en nuestro auxilio. Es el castigo de vivir en una vieja civilización, con una libretita de frases. La caída de la gota antes dicha nada tiene que ver con la pérdida de la juventud. La caída de esta gota no representa más que el tiempo adelgazándose hasta formar un punto. El
tiempo, que es un soleado prado en el que baila una luz, el tiempo, que es tan ancho y llano como un campo al mediodía, comienza a formar una pendiente. El tiempo se adelgaza hasta formar un punto. Del mismo modo que la gota cae del vaso con un denso sedimento, cae el tiempo. Estos son los verdaderos ciclos, éstos son los verdaderos acontecimientos. Entonces, como si toda la luminosidad de la atmósfera se retirara, veo el fondo desnudo. Veo lo que las costumbres ocultan. Atono, guardo cama días y días. Ceno, y después me quedo con la boca abierta, como un bacalao. No me tomo la molestia de terminar las frases y mis actos, por lo general muy imprecisos, adquieren mecánica exactitud. En esta ocasión, al pasar ante una oficina,
entré y adquirí, con la compostura propia de una figura mecánica, billete para Roma.
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It is curious how, at every crisis, some phrase hich does not fit insists upon coming to the rescue -the penalty of living in an old civilisation with a notebook. This drop falling has nothing to do with losing my youth. This drop falling has nothing to do with losing my youth. This drop falling is time tapering to a point. Time, which is a sunny pasture covered with a dancing light, time, which is wide-spread as a field ar midday, becomes pendant. Time tapers to a point. As a drop falls from a glass heavy with some sediment, time falls. These are the true cycles, these are the true events. Then as if all the luminosity of the atmosphere were withdrawn I see to the bare bottom. I see what habit covers. I lie sluggish in bed for days. I dine out and gape like a codfish. I do not trouble to finish my sentences, and my actions, usually so uncartain, acquire a mechanical precision. On this occasion, passing an office, I went in and bought, with all the compusure of a mechanical figure, a ticket for Rome.
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Ahora estoy sentado en este banco de piedra, en estos jardines,
contemplando la Ciudad Eterna, y el hombrecillo que hace cinco días se
afeitaba en Londres ya ha adquirido el aspecto de un montón de ropas viejas.
Londres también se ha hundido. Londres está formado por fábricas
derrumbadas y unos cuantos gasómetros. Pero, al mismo tiempo, soy ajeno a
esa gente de aquí. Contemplo a los sacerdotes con sus fajas de color violeta y
a las pintorescas amas de cría; sólo me doy cuenta de las apariencias
externas. Estoy sentado aquí como un convaleciente, como un hombre muy
simple que sólo sabe palabras de una sílaba. "El sol da luz", digo. Me siento
como un insecto que viaja aposentado en la cumbre de la tierra, y podría
jurar, aquí sentado, que percibo su movimiento giratorio y su dureza. No
experimento el menor deseo de seguir una trayectoria contraria a la de la
tierra. Si pudiera prolongar esta sensación unas seis pulgadas más, tengo el
presentimiento de que tocaría un territorio muy raro. Pero mi trompa tiene
sus límites. Jamás he deseado prolongar estos anímicos estados de alejamiento;
me desagradan; y también los desprecio. No quiero convertirme en
un hombre que se pasa cincuenta años sentado en un mismo sitio, pensando
en su ombligo. Siento deseos de quedar uncido a un carro, a un carro cargado
de verduras que traquetea en un camino pedregoso.

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'Now I sit in a stone seat in these gradens surveying the eternal city, and the little man who was shaving in London five days ago looks already like a heap of old clothes. London has also crumbled. London consists of fallen factories and a few gasometers. At the same time I am not involved in this pageantry. I see the violet-sashed priests and the picturesque nursemmaids; I notice externals only. I sit here like a convalescent, like a very simple man who knows only words of one syllable. “The sun is hot”, I say. “The wind is cold”. I feel myself carried reound like an insect on top of the eart and could swear that, sitting here, I feel its hardness, its turning movement. I have no desire to go the opposite way from the earth. Could I porlong this sense another six inches I have a foreboding that I should touch some queer territory. But I have a very limited porboscis. I never wish to prolong these states of detachement; I dislike them; I also despise them. I do not thinking of his navel. I wish to be harnessed to a cart, a vegetable-cart that rattles over the cobbles.
~









La verdad es que yo no soy uno de esos que encuentran su satisfacción en una persona, o en el infinito. Las estancias íntimas me aburren y el cielo también. Mi ser sólo destella cuando todas sus facetas entran en relación con mucha gente. Más vale dejar que fracasen, y estoy lleno de orificios, perdiendo porciones y porciones, como un papel quemado. ¡Oh, señora Moffat, señora Moffat! -dijo-, venga y bárralo todo! Las cosas se han desprendido de mí. He superado ciertos deseos. He perdido amigos, algunos arrebatados por la muerte -Percival-, y otros por la simple
imposibilidad de cruzar la calle. No estoy tan bien dotado como en pasados tiempos parecía estarlo. Ciertas cosas no están a mi alcance. Jamás comprenderé los duros problemas de la filosofía. Roma es el límite de mi viajar. Al caer dormido, por la noche, a veces pienso con dolor que jamás veré a los salvajes de Tahití pescando con jabalina a la luz de un llameante
fanal, o el salto del león en la selva, o al hombre desnudo comiendo carne cruda. Ni tampoco aprenderé ruso o leeré los Vedas. Nunca más volveré a tropezar con el buzón. (Sin embargo, en mi noche, todavía han caído unas cuantas hermosas estrellas, pocas, a consecuencia de la violenta percusión.) Pero, creo, me he acercado un poco más a la verdad. Durante muchos años
he canturreado complacido: "Mis hijos... mi esposa... mi casa... mi perro." Después de abrir con el llavín la puerta de mi casa, me dejaba llevar por la familiar liturgia y me envolvía en estas cálidas mantas. Ahora el dulce velo ha caído. Ahora nada quiero poseer. (Nota: una lavandera italiana merece, en cuanto a refinamiento físico, la misma calificación que la hija de un duque
inglés.)

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'The truth is that I am not one of those who find their satisfaction in one person, or in infinity. The private room bores me, also the sky. My being only glitters when all its facets are exposed to many people. Let them fail and I am full of holes, dwindling like burnt paper. Oh, Mirs. Moffat, Mrs. Moffat, I say, come and sweep it all up. Things have dropped from me. I have outlived certain desires; I have lost friends, some by death -Percival- others through sheer inability to cross the street. I am not so gifted as at one time seemed likely. Certain things lie beyond my scope. I shall never understand the harder problems of philosophy. Rome is the limit of my travelling. As I drop asleep at night it strikes me sometimes with a pang that I shall never see savages in Tahiti spearing fish by the light of a blazing cresset, or a lion spring in the jungle, or a naked man eating raw flesh. Nor shall I learn Russian or read the Vedas. I shall never again walk bang into the pillar-box. (But still a few stars fall through my night, beautifully, from the violence of that concussion). But us I think, truth has come nearer. For many years I crooned complacently, “My children ... my wife ... my house ... my dog” As I let myself in with my latch-key I would go through that familiar ritual and wrap myself in those warm coverings. Now that lovely veil has fallen. I do not ant possessions now. (Note: an Italian washer-woman stands on the same rung of physical refinement as the daughter of an English duke).
~



¿Adónde iba tan deprisa?, se preguntó Lily.
Aunque, en realidad, no era que corriese ni que se apresurara; de hecho subió la escalera con cierta lentitud. Se sentía más bien inclinada a detenerse un momento después de toda aquella charla y concentrarse en una sola cosa, en algo verdaderamente importante, separarlo, aislarlo, limpiarlo de todas las emociones y posibles añadiduras para después colocárselo delante y presentarlo ante el tribunal, donde, reunidos en cónclave, se hallaban los jueces que ella había nombrado para decidir sobre aquellas cuestiones. ¿Es bueno, malo, justo o injusto? ¿Hacia dónde nos dirigimos?, etcétera. De aquella manera recuperaba el equilibrio después de la sacudida producida por el acontecimiento y, de manera inconsciente e incongruente, utilizaba las ramas de los olmos como ayuda para estabilizar su posición. Su mundo estaba cambiando, pero los árboles permanecían inmóviles. El suceso le había dado una sensación de movimiento. Todo debía estar en orden. Tenía que arreglar esto y aquello otro, pensó, aprobando de manera maquinal la dignidad de los árboles inmóviles y enseguida, de nuevo, la extraordinaria elevación (como la proa de una nave cuando remonta una ola) de las ramas de los olmos levantadas por el viento. Porque la noche estaba ventosa (se detuvo un momento para mirar al exterior). Hacía viento, de manera que de cuando en cuando las hojas descubrían una estrella y las estrellas mismas, temblorosas, parecían lanzar sus luces y esforzarse por introducir sus destellos entre los bordes de las hojas. Sí; estaba hecho y conseguido; y, como todas las cosas terminadas, adquiría solemnidad. Ahora, al pensar en ello, libre de chácharas y de emoción, parecía haber existido siempre, aunque sólo ahora apareciera a la luz y, por el hecho de mostrarse, dotara de estabilidad a todas las cosas. Una y otra vez, pensó, por mucho que vivan, volverán a esta noche, a esta luna, a este viento, a esta casa; y también a ella. Le complacía pensar, al tocarla en el punto más susceptible al halago, cómo, por muchos años que vivieran, siempre estaría presente en su corazón; y también esto y eso y aquello, pensó, mientras subía las escaleras, riéndose, aunque afectuosamente, del sofá del descansillo (de su madre), de la mecedora (de su padre) y del mapa de las islas Hébridas. Todo aquello reviviría en las vidas de Paul y Minta; “los Rayley”, dijo, ensayando el apellido de la nueva familia; y, con la mano en la puerta del cuarto de los niños, sintió la comunidad de sentimientos con el prójimo, gracias a la cual le pareció que las paredes divisorias se habían adelgazado tanto que prácticamente (el sentimiento era de alivio y de felicidad) todo era una única corriente y que sillas, mesas, mapas eran suyos y también de ellos, no importaba de quién, y que Paul y Minta la mantendrían viva cuando hubiese muerto.
~

Where, Lily wondered, was she going so quickly?
Not that she did in fact run or harry; she went indeed rather slowly. She felt rather inclined just for a moment to stand still after all that chatter, and pick out one particular thing; the thing that mattered; to detach it; separate it off; clean it of all the emotions and odds and ends of things, and so hold it before her, and bring it to the tribunal where, ranged about in conclave, sat the hudges she had set up to decide these things. Is it good, is it bad, is it right or wrong? Where are we going to? And so on. So she righted herself after the shock of the event, and quite unconsciously and incondruously, used the branches of the elm trees outside to help her to stabilise her position. Her world was changing: they were still. The event had given her a sense of movement. All must be in order. She must get that right and that right, she thought, insensibly approving of the dignity of the trees' stillness, and now again of the superb upward rise (like the beak of a ship up a wave) of the elm branches as the wind raised them. For it was windy (she stood a moment to look out). It was windy, so that the leaves now and then brushed open a star, and the stars themselves seemed to be shaking and darting light and trying to flash out beteen the edges of the leaves. Yes, that was done then, accomplished; and as with all things done, become solemn. Now one thought of it, cleared of chatter and emotion, it seemed always to have been, only was shown now, and so being shown struck everything into stability. They would, she thought, going on again, however long they lived, come back to this night; this moon; this wind, this house: and to her too. It flattered her, where she was most susceptible of flattery, to think how, ound about in their hearts, however long they lived, she would be woven; and this, and this, and this, she thought, ging upstairs, laughing, but affectionately, at the sofa on the landing (her mother's) at the rocking-chair (her father's); and the map of the Hebrides. All that would be revived again in the lives of Paul and Minta; 'the Rayleys' – she tried the new name over, and she felt, with her hand on the nursery door, that coomunity of feeling with other people which emotion gives as if the walls of partition had become so thin that practically (the feeling was one of relief and happiness) it was all one stream, and chairs, tables, maps, were hers, were theirs, it did not matter whose, and Paul and Minta would carry it on when she was dead.
~

Cuando la oscuridad llega, prescindo de este
cuerpo tan poco envidiable -mi larga nariz, mis delgados labios, mi acento
colonial- y vivo en el espacio, me transformo en compañero de Virgilio y de
Platón. Soy el último vástago de una de las más grandes familias de Francia.
Pero, al mismo tiempo, soy también aquel que se impondrá la obligación de
abandonar estos territorios barridos por el viento e iluminados por la luna,
estas divagaciones de medianoche, y se enfrentará con puertas de rugoso
roble. Conseguiré en el curso de mi vivir -permitid Cielos que sea pronto--
una gigantesca fusión de las dos discrepancias que con tan repulsiva claridad
se ven en mí. Lo conseguiré merced a mis sufrimientos. Llamaré a la puerta.
Y entrare.»

«He, arrancado totalmente mayo y junio», dijo Susan, «y veinte días
de julio. He arrancado los días y los he estrujado, de tal modo que han dejado
de existir, y sólo son un peso en mi costado. Han sido días inválidos, como
polillas de alas atrofiadas, incapaces de volar. Únicamente faltan ocho días.
Dentro de ocho días, me apearé del tren y quedaré en pie en el andén, a las
seis veinticinco. Entonces se desplegará mi libertad, y todas esas limitaciones
que arrugan y encogen -horas, orden y disciplina, estar ahí y allí en el exacto
momento debido- quedarán hechas añicos. Huirán del día, en el momento en
que abra la puerta del vagón y vea a mi padre con su viejo sombrero y sus
polainas. Me estremeceré. Me echaré a llorar. El día siguiente me levantaré
al alba. Saldré por la puerta de la cocina. Pasearé por el páramo. Los grandes
caballos de los jinetes fantasmales atronarán el aire con sus cascos a mis
espaldas y se detendrán bruscamente. Veré la golondrina rasando el césped.
Me arrojaré al suelo en la orilla del río y veré el pez entrando y saliendo de
los manojos de plantas acuáticas. Las agujas de pino dejarán huellas en las
palmas de mis manos. Entonces me abriré y arrancaré de mí cuanto aquí he
hecho; algo duro. Sí, porque algo se ha formado en mí aquí, a través de los
inviernos y los veranos, en escaleras y dormitorios. No deseo, tal como Jinny
desea, ser admirada. No quiero que, al entrar, la gente levante la vista con
admiración. Quiero dar, quiero recibir, y quiero soledad en la que desplegar
cuanto tengo.

»Entonces regresaré a lo largo de los trémulos senderos, bajo los
arcos de hojas de castaños. Adelantaré a una vieja que empuja un cochecito
de niño, repleto de ramas, y también al pastor. Pero nada nos diremos.
Volveré a entrar por la puerta de la cocina, y antes veré las curvas hojas de
las coles con gotas de rocío, y la casa en el huerto, ciega, cubiertas las
ventanas con las cortinas. Subiré a mi aposento, y sacaré mis cosas,
cuidadosamente guardadas en el armario: las conchas, los huevos, las
curiosas briznas de hierba.
~





La aguada luz de luna ~ moonlight watery light



Me sentaré en la temblorosa orilla del río y contemplaré los nenúfares, anchos y luminosos, que con su aguada luz de luna iluminan en haces el roble que se cierne sobre el agua. Cogeré flores. Formaré con ellas un ramo, lo tomaré en la mano y lo ofreceré... ¡Oh! ¿A quién? Hay un obstáculo en el fluir de mi vida. Una profunda corriente tropieza con algo. Y este algo se estremece. Tira. Un nudo en el centro opone resistencia. Es dolor, es angustia. Me debilito, cedo. Mi cuerpo se reblandece. Quedo abierta, quedo incandescente. Ahora la corriente se desborda en una profunda marea fertilizante que abre lo antes cerrado, forzando lo antes prietamente plegado, y fluye sin limitación. ¿A quién daré cuanto ahora me recorre, cuanto nace y fluye de mi cuerpo cálido y poroso? Recogeré las flores y las ofreceré... ¡Oh! ¿A quién?

»Marineros pasean ociosos por el puerto, pasan parejas de enamorados. Los autobuses ruedan ruidosos por los muelles, camino de la ciudad. Daré. Enriqueceré. Devolveré al mundo esta belleza. Formaré con mis flores un ramo y avanzando con el brazo extendido al frente lo ofreceré... ¡Oh! ¿A quién?»

~
I will sit by the river's trembling edge and look at the water-lilies, broad and bright, which lit the oak that overhung the hedge with moonlight beams of their own watery light. I will pick flowers; I will bind flowers in one garland and clasp them and present them – Oh! To whom? There is some check in the flow of my being; a deep stream presses on some obstacle; it jerks; it tugs; some knot in the centre resists. Oh, this is pain, this is anguish! I faint, I fail. Now my body thaws; I am unsealed, I am incandescent. Now the stream pours in a deep tide fertilising, opening the shut, forcing the tight-folded, flooding free. To whom shall I give all that now flows through me, from my warm, my porous body? I will gather my flowers and present them – Oh! to whom?
'Sailors loiter on the parade, and amorous couples; the omnibuses rattle along the sea front to the town. I will give; I will enrich; I will return to the world this beauty. I will bind my flowers in one garland and advancing with my hand outstretched will present them – Oh! to whom?'
~











yo creo que la Luna no nos deja de engañar, pero por lo mismo hay que ser hábil, porque en el amor el amante es un cazador y le gusta el peligro y el juego, luego tenemos que tomarla más bien como un juego, pienso yo y no como el resultado de algo definitivo, de lo contrario la luna perdería todo su encanto. Es cierto que todo tiene un límite, y que a veces es muy cruel la luna, pero si sabemos jugar con ella, más bien tiene que ser como un buen aliado que tenemos que sabernos atraer a nuestro terreno, sabiendo que la dificultad es lo que alienta al adversario y que ponemos una pequeña trampa casi siempre.

Naná cita el poema de Romeo y Julieta:

"No jures por la inconstante luna, que de apariencia cada mes varía... no sea que tu amor resulte tan variable."

~














Por entre cortinas penetraré sin cesar en intimidades, y exigiré palabras musitadas a solas. Y así parto, dubitativo pero excitado, con temor a intolerables dolores. Sin embargo, pienso que, en mis empeños de conquista tras grandes sufrimientos, estoy predestinado con toda certeza a descubrir al fin cuál es mi deseo. Ahí, por última vez, veo la estatua de nuestro pío fundador, con palomas en la cabeza. Las palomas volarán eternamente alrededor de su cabeza, dejándola blanca, mientras el órgano gime en la capilla. Voy en busca de mi asiento, y cuando lo haya encontrado, en un rincón de nuestro compartimento reservado, levantaré con la mano un libro
hasta la altura de los ojos, para ocultar una lágrima, para observar, para mirar un rostro.
~

I shall always push through curtains to privacy, and want some shispered words alone. Therefore I go, dubious, but elate; apprehensive of intolerable pain; yet I think bound in my adventuring to conquer after huge suffering, bound, surely, to discover my desire in the end. There, for the last time, I see the statue of our pious founder with the doves about his head. They will wheel for ever about his head, whitening it, while the organ moans in the chapel. So I take my seat; and, when I have found my place in the corner of our reserved compartment, I will shade my eyes with a book to hide one tear; I will shade my eyes with a book to hide one tear; I will shade my eyes to observe; to peep at one face.

~




Este es el primer día de las vacaciones de verano», dijo Susan.
«Pero el día está todavía enrollado. No lo examinaré hasta que pise el andén
al atardecer. No me permitiré ni siquiera olerlo hasta que a mi olfato llegue
el frío aire verde de los campos. Pero estos campos ya no son campos de
escuela. Y éstos no son setos de escuela. En estos campos los hombres hacen
cosas de veras. Cargan carros con heno de veras. Y éstas son vacas de veras,
y no vacas de escuela. Sin embargo, el olor a fenol de los corredores y el olor
a yeso de las aulas están aún en mi olfato. Y el brillo de las pizarras está aún
en mis ojos. He de esperar hasta que los campos y los setos, los bosques y los
campos, y la tierra, con algún que otro matojo, de los desfiladeros por los
que el tren pasa, y los túneles y los huertos de los suburbios, con mujeres
colgando ropa a secar, y más campos, y niños recorriendo semicírculos
montados en las puertas de las verjas, cubran y entierren esta escuela que he
odiado.

~





















Pero espera. Mientras preparan la cuenta detrás del biombo, espera. Ahora que te he injuriado, por el golpe que me mandó tambaleándome a este lugar de mondas, migas y restos de carne, haré constar en palabras de una sílaba que también bajo tu mirada, sometido a su -influjo, comienzo a percibir esto, aquello y lo otro. El reloj emite su tic-tac, la mujer estornuda, el camarero se acerca... Hay un gradual movimiento de acercamiento, de reunión, de aceleración y unificación. Escucha: suena un silbato, ruedas ruedan, gimen las bisagras de la puerta. Recobro el sentido de la complejidad, de la realidad y de la lucha, y a ti debo agradecerlo. Y, con cierta lástima, cierta envidia y muy buena voluntad, estrecho tu mano y te digo buenas noches.
~

But wait. While they add up the bill behind the screen, wait one moment. Now that I have reviled you for the blow that sent me staggering among peelings and crumblings and old scraps of meat, I will record in words of one syllable how also under your gaze with that compulsion on me I begin to perceive this, that and the other. The clock ticks; the woman sneezes; the waiter comes – there is a gradual coming together, running into one, acceleration and unification. Listen: a whistle sounds, heels rush, the door creaks on its hinges. I regain the sense of the complexity and the reality and the struggle, for which I thank you. And with some pity, some envy and much good will, take your hand and bid you good night.
~


»Ahora la cena ha terminado; estamos rodeados de mondas y migas de pan. He intentado arrancar este racimo y dártelo. Pero ignoro si en él hay sustancia o verdad. Tampoco sé con exactitud dónde nos hallamos. ¿Cuál es la ciudad que esta porción de cielo mira desde lo alto? ¿Será París, será Londres, el lugar donde nos hallamos sentados, o alguna ciudad del sur, con
casas pintadas de color de rosa, bajo cipreses, bajo altas montañas donde vuelan las águilas? En estos momentos, no lo sé de cierto.

»Ahora comienzo a olvidar, comienzo a dudar de la fijeza de las mesas, de, la realidad del aquí y del ahora, comienzo a golpean con los nudillos los bordes de objetos aparentemente sólidos y digo: "¿Eres duro?" He visto tantas cosas diferentes, he hecho tan diferentes frases... En el proceso de comer y de beber, y de pasar la ,vista por superficies, he perdido esa delgada y dura cáscara que aloja el alma, cáscara que en la juventud lo aprisiona a uno en su interior; de ahí la ferocidad, el tap, tap, tap, de los implacables picos de los jóvenes. Y ahora pregunto: "¿Quién soy?" He hablado de Bernard, Neville, Jinny, Susan, Rhoda y Louis. ¿Seré acaso todos ellos a la vez? ¿Soy uno y distinto? No lo sé. Aquí estamos sentados, juntos. Pero Percival ha muerto, y Rhoda ha muerto; estamos divididos; no estamos aquí. Sin embargo, no veo obstáculo alguno que nos separe. No hay división entre ellos y yo. Mientras hablaba, pensaba: "Soy tú." Esa diferencia ala que tanta importancia damos, esa identidad que tan febrilmente ansiamos, quedó
superada.

~

Now the meal is finished; we are surrounded by peelings and bread-crumbs. I have tried to break off this bunch and hand it you; but whether there is substance or truth in it I do not know. Nor do I know exactly where we are. What city does that stretch of sky look down upon? Is it Paris, is it London where we sit, or some southern city of pink-washed houses lying under cypresses, under high mountains, where eagles soar? I do not at this moment feel certain.

I begin now to forget; I begin to doubt the fixity of tables, the reality of here and now, to tap my knuckles smartly upon the edges of apparently solid objects and say, “Are you hard?” I have seen so many different things, have made so many different sentences. I have lost in the process of eating and drinking and rubbling my eyes along surfaces that thin, hard shell which cases the soul, which, in youth, shuts one in -hence the fiercenezz, and the tap, tap, tap of the remorseless beaks of the young. And now I ask, “Who am i ” i have been talking of Bernard, Neville, Jinny, Susan, Rhoda and Louis. Am I all of them? Am I one and distinct? I do not know. E sat here together. But now Percival is dead, and Rhoda is dead; we are divided; we are not here. Yet I cannot find any obstacle separating us. There is no division between me and them. As I talked I felt “I am you”. This difference we make so much of, this identity we so feverishly cherish, was overcome.
~




Es curioso advertir que, en toda crisis, siempre aparece una frase incongruente que insiste en acudir en nuestro auxilio. Es el castigo de vivir en una vieja civilización, con una libretita de frases. La caída de la gota antes dicha nada tiene que ver con la pérdida de la juventud. La caída de esta gota no representa más que el tiempo adelgazándose hasta formar un punto. El
tiempo, que es un soleado prado en el que baila una luz, el tiempo, que es tan ancho y llano como un campo al mediodía, comienza a formar una pendiente. El tiempo se adelgaza hasta formar un punto. Del mismo modo que la gota cae del vaso con un denso sedimento, cae el tiempo. Estos son los verdaderos ciclos, éstos son los verdaderos acontecimientos. Entonces, como si toda la luminosidad de la atmósfera se retirara, veo el fondo desnudo. Veo lo que las costumbres ocultan. A tono, guardo cama días y días. Ceno, y después me quedo con la boca abierta, como un bacalao. No me tomo la molestia de terminar las frases y mis actos, por lo general muy imprecisos, adquieren mecánica exactitud.
~

'It is curious how, at every crisis, some phrase which does not fit insists upon coming to the rescue – the penalty of living in an old civilisation with a notebook. This drop falling has nothing to do with losing my youth. This drop falling is time tapering to a point. Time, which is a sunny pasture covered with a dancing light, time, which is wide-spread as a field at midday, becomes pendant. Time tapers to a point. As a drop falls from a glass heavy with some sediment, time falls. These are the true cycles, these are the true events. Then as if all the luminosity of the atmosphere were withdrawn I see to the bare bottom. I see what habit covers. I lie sluggish in bed for days. I dine out and gape like a codfish. I donot trouble to finish my sentences, and my actions, usually so uncertain, acquire a mechanical precision.
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pasaré yo a otras vidas

Ahí está Percival con su bombín. Me olvidará. Dejará mis cartas sin contestar, entre armas y perros. Le enviaré poemas, y contestará con una postal. Pero lo amo por ser así. Propondré que nos veamos, bajo un reloj, o una Cruz; esperaré y no vendrá. Pero lo amo por ser así. Olvidadizo, casi un completo ignorante, desaparecerá de mi vida. Por increíble que parezca, pasaré yo a otras vidas; esto es sólo una escapada, quizá, un preludio. Ya siento, aunque no puedo aguantar la ridiculez pomposa del doctor ni sus emociones fingidas, que las cosas que sólo hemos percibido de forma oscura se acercan. Quedaré en libertad para entrar en el jardín en el que Fenwick levanta la maza. Tendrán que reconocer mi soberanía los que me han despreciado. Pero a causa de alguna ley inescrutable de mi ser no serán suficientes la soberanía y el poder; correré siempre las cortinas sobre la intimidad, y desearé algunas palabras en soledad. De suerte que me voy, con dudas, pero exultante, con temores de dolores intolerables, pero creo que mi obligación será la aventura de conquistar tras inmensos sufrimientos, obligado, seguramente, a descubrir mi deseo al final.
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There is Percival in his billcock hat. He will forget me. He will leave my letters lying about among guns and dogs unanswered. I shall send him poems for that that I love him. I shall propose meeting -under a clock, by some Cross; and shall wait, and he will not come. It is that I love him. Oblivious, almost entirely incredible as it seems, into other lives; this is only an escapade perhaps, a prelude only. I feel already, though I cannot endure the Doctor's pompous mummery and faked emotions, that things we have only dily perceived draw near. I shall be free to enter te garden where Fenwick raises his mallet. Those who have despised me shall acknowledge my sovereignty and possession of power will not be eough; I shall always push through curtains to privacy, and want some whispered words alone. Therefore I go, dubious, but elate; apprehensive of intolerable pain; yet I think bound in my adventuring to conquer after huge suffering, bound, surely, to discover my desire in the end.
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Al lado del cuerpo que está confinado al momento presente en el tiempo y limitado al lugar que ocupa en el espacio, que se conduce como un autómata y reacciona mecánicamente a las influencias exteriores, captamos algo que se extiende mucho más allá del cuerpo en el espacio y que perdura en el tiempo, algo que reclama o impone al cuerpo movimientos ya no automáticos y previstos, sino imprevisibles y libres: eso que desborda el cuerpo por todos lados y que crea actos recreándose a sí mismo continuamente es el “yo”, es el “alma”, es el espíritu -siendo precisamente el espíritu una fuerza que puede sacar de sí misma más de lo que contiene, devolver más de lo que recibe, dar más de lo que tiene. Esto es lo que creemos ver. Tal es la apariencia.
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Henry Bergson, El alma y el cuerpo, Conferencia pronunciada en Foi et Vie en 1912.


Henry Bergson fue uno de los filósofos que más influyó en Virginia Woolf y en el grupo de Bloomsbury, al que pertenecían ella, a esa época que también englobaba a Freud, y a ese grupo, con otros intelectuales, como Wittgenstein y Russell.
Quiero traer por eso algo aquí de la filosofía de Henry Bergson, es uno de los primeros intelectuales que se dan cuenta de que si ha habido algún error en la filosofía racionalista hasta los tiempos ha sido el de separar el alma y el cuerpo como si fueran cosas distintas y no lo son, aun sin caer en un materialismo reduccionista, porque este autor no hace eso, sino que busca conciliar ambos, ni siquiera Spinoza hizo eso con su mecanicismo universal, no, no es eso. Y Virginia Woolf toma la infuencia y la dirección de esta autor que no desprecia para nada el cuerpo, ni la sensualidad, ni las formas del cuerpo, sino que todo confluye como iremos viendo a partir de ahora, presentamos a este autor que influyó en Virginia, como también traeremos a otras filósofas mujeres en quien esta autora influyó también.

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