Fernando Pessoa
“He perdido la visión de lo que veía. Me he cegado con vista. Siento ya con la trivialidad del conocimiento. Esto, ahora, no es ya la Realidad: es simplemente la Vida. ...Sí, la Vida a la que yo también pertenezco, y que también me pertenece a mí; no ya la Realidad, que es sólo de Dios, o de sí misma, que no contiene misterio ni verdad, que, puesto que es real o finge serlo, en algún lugar existirá fija, libre de ser temporal o eterna, imagen absoluta, idea de un alma que fuese exterior”.
“Todo el mundo, toda la vida, es un vasto sistema de inconsciencias que opera a través de conciencias individuales. Así como con dos gases, cuando se pasa por ellos una corriente eléctrica, se hace un líquido, así con dos conciencias —la de nuestro ser concreto y la de nuestro ser abstracto— se hace, pasando por ellas la vida y el mundo, una inconsciencia superior. Feliz, pues, el que no piensa, porque realiza por instinto y destino orgánico lo que todos nosotros tenemos que realizar por desvío y destino inorgánico o social”. -
“Aparte esos sueños vulgares, que son las vergüenzas corrientes de los estercoleros del alma, que nadie osará confesar, y oprimen las vigilias como fantasmas sucios, viscosidades y ampollas sebáceas de la sensibilidad reprimida, ¡lo que de ridículo, lo que de empavorecedor, e indecible, puede todavía el alma, aunque con esfuerzo, reconocer en sus rincones!”
“Sí, no son los éxtasis de lo abstracto, ni las maravillas de lo absoluto lo que puede encantar a un alma que siente: son los lares y las cuestas de los montes, las islas verdes en los mares azules, los caminos entre los árboles y las anchas horas de reposo en las quintas abolengas, aunque nunca las tengamos. Si no hubiese tierra en el cielo, más valdría que no hubiese cielo. Sea entonces todo la nada y termine la novela que /no tenía enredo”.
“Sigo, en un pensamiento divagatorio, la historia vulgar de las vidas vulgares. Veo cómo en todo son siervos del temperamento subconsciente, de circunstancias externas ajenas, de los impulsos de familiaridad y falta de ella que en él, por él y con él, se incuban como cosa de poco. Cuántas veces les he oído decir la misma frase que simboliza todo lo absurdo, toda la nada, toda la ignorancia hablada de sus vidas. Es esa frase que dicen a propósito de cualquier placer material: «es lo que uno se lleva de esta vida»... ¿A dónde se lo lleva? ¿Para dónde se lo lleva? ¿Para qué se lo lleva? Sería triste despertarlos de la sombra con una pregunta como éstas... Habla así una materialista, porque todo hombre o mujer que habla así es, aunque subconscientemente, materialista”.
“Los hombres de acción son los esclavos involuntarios de los hombres de entendimiento. Las cosas no valen más que en su interpretación. Unos, pues, crean cosas para que los otros, transmutándolas en significación, las tornen vivas. /Narrar es crear, pues vivir es tan sólo ser vivido”.
“Leyendo los riesgos que ha corrido el cazador de tigres, tengo toda la colección de riesgos que ha valido la pena tener, salvo el del mismo riesgo, que tanto no valió la pena sufrir, y que ha pasado”.
“Feliz el que más se asemeja a los brutos, porque es sin esforzarse lo que todos nosotros somos con un trabajo impuesto; porque sabe el camino de casa, que nosotros no encontramos sino por atajos de ficción y regreso; porque, enraizado como un árbol, es parte del paisaje y por lo tanto de la belleza, y no, como nosotros, mitos del paso, figurantes de traje vivo de la inutilidad y del olvido”. -
Los textos que he citado son todos de Fernando Pessoa, del Libro del desasosiego.
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