¿Qué vieron Seckendorff y otros economistas de la época en los Países Bajos que les hizo tanta impresión? Conocemos bastante sobre industra y comercio en la ciudad holandesa de Delft en la época en que Seckendroff visitó el país, y aunque no sabemos si visitó esa ciudad, podemos tomarla como ejemplo. Las teorías del economista alemán Werner Sombart sobre la guerra y el lujo pueden verse representadas en Delft por la construcción naval y el arte de la pintura como incentivos en el desarrollo del capitalismo; pero con sus fabricantes de microscopios convertidos en científicos la ciudad confirma la tesis del economista noruego.estadounidense Thorstein Veblen de que la “curiosidad veleidosa” -no guiada por la codicia- también es una fuerza impulsora del capitalismo. En el siglo XVII Delft mostraba que la guerra marítima, el arte como producto de lujo y la curiosidad científica pueden entrelazarse para dar lugar a innovaciones y riqueza en núcleos productivos muy diversificados. La importancia de la diversidad por se -otro factor olvidado por la economía estándar de hoy día- es algo en lo que insisten prácticamente todos los visitantes extranjeros de los Países Bajos en aquella época. En el núcleo de Delft destacan los fabricantes de lentes de vidrio -lupas- utilizadas para el control de calidad en la industria textil.
En el siglo XV los pintores flamencos y holandeses fueron pioneros en el uso de la pintura al óleo sobre lienzo, mientras que los pintores italianos solían pintar al fresco sobre paredes recientemente enyesadas. Los pintores holandeses obtenían su aceite de linaza y sus lienzos de lino o cáñamo de la Armada y la Marina mercante, donde esos materiales se utilizaban para el tratamiento de la madera y la producción de velas. En el siglo XVII Delft le tomó la delantera a Florencia como principal fabricante europeo de vidrio para usos científicos. Como he mencionado, las lupas se utilizaban en la industria textil, pero sus fabricantes encontraron otros campos donde emplearlas. La Armada necesitaba binoculares y telescopios, y algunos de los fabricantes de elntes de vidrio comenzaron a producir microscopios. A veces esos mismos fabricantes de microscopios se convirtieron en científicos, describiendo el nuevo mundo revelado por sus lentes. En Delft el gran fabricante de microscopios y científico Antoni van Leeuwenhoek (1632-1723) creó una sinergia entre la industria textil, la producción de microscopios y las ciencias naturales, centradas en las lentes de vidrio. Para registrar sus descubrimientos empleaba a artistas como ilustradores. Jan Vermeer (1632-1675), que vivía muy cerca de Van Leeuwenhoek, comenzó a utilizar en su pintura una especie de cámara oscura primitiva con lentes de vidrio, como muestra una reciente película, La joven de la Perla. Los lazos entre arte y ciencia se reforzaron cuando Vermeer, antes de su muerte, nombró albacea testamentario a Van Leeuwenhoek.
Otra consecuencia de las operaciones de la Armada era la necesidad de mapas, que ocupaban un lugar destacado en muchas de las pinturas de Vermeer; de hecho, uno de sus biógrafos comenta su “obsesión por los mapas”. En Italia éstos se solían confeccionar como grabados sobre madera; ahora los holandeses comenzaron a producir grabados sobre cobre. El cobre y el latón eran materiales utilizados normalmente para fabricar los binoculares de la Armada y los microscopios científicos, creando así otro nuevo vínculo entre ciencia, arte y armamento naval. Otro holandés, nacido también en 1622 y que también inició su carrera como fabricante de lentes de vidrio, fue el filósofo Baruch Spinoza.
Los Países Bajos eran en aquella época un laboratorio en el que se podían observar los mecanismos del desarrollo económico. A los investigadroes de la época les parecía evidente que las innovaciones y la riqueza eran el resultado de las muchas oportunidades existentes para la invención fuera de la agricultura, la caída de los costes unitarios de producción y los rendimientos crecientes en las actividades urbanas, y la amplitud de la división del trabajo en muchas profesiones diferentes entrelazadas en diversas sinergias. Antonio Serra, basándose en la observación de los mismos fenómenos en Venecia, describía claramente esos tres rpincipios en su obra de 1613, añadiendo que “un factor da fuerza al otro”; con otras palabras, describe un sistema autocatalizado de crecimiento económico. Serra también incluía un capítulo sobre el tipo de política económica que un Estado debe poner en práctica para crear riqueza basándose en ese tipo de sistema. Es como si aquellos teóricos dijeran: si se desea estimar la riqueza de una ciudad, cuéntese el número de profesiones, más rica será la ciudad. La diversidad de actividades económicas era un objetivo en sí mismo que hacía posible que los nuevos conocimientos “saltaran” de un sector a otro como hemos observado. Esos descubrimientos teóricos seguían la tradición delben comune formulado por Brunetto Latini en el siglo XIII.
El objetivo de la política económica era pues la emulación de la estructura económica vigente en Venecia y Holanda, fomentando tantas profesiones diversas como fuera posible y procurando obtener rendimientos crecientes y facilitar e cambio tecnológico, aunque nunca se trató de copiar exactamente la política económica de Venecia o la República holandesa. Los economistas de la época entendían que su estructura económica era el resultado de una situación geográfica muy particular que las incitaba a la navegación y de la escasez de tierra cultivable. Con otras palabras, la estrategia de desarrollo europea consistió en fijar determinadas referencias y tratar de emularlas.
Otro economista, Phiplipp Wilhelm von Hörnigk (1638-1712) señalan los principios que debían seguir los Estados alemanes atrasados a fin de emular la estructura económica de los países europeros más ricos. Vale la pena señalar que esta estrategia estaba dirigida primordialmente a Austria y fue publicada por primera vez en 1684, tan sólo un año después del último asedio de Viena por los turcos.
Desde muy pronto encontramos la observación de que la proximidad de una ciudad suele mejorar las prácticas agrícolas. Según Botero, “las ovejas holandesas paren tres o cuatro corderos cada vez, y las vacas suelen parir dos terneros; además producen tanta leche que quien no lo haya visto no podría creerlo”. Sin embargo, la importancia clave de la sinergia entre ciudad y campo -el argumento de que sólo los agricultores que comparten un mercado laboral con una ciudad industrial pueden alcanzar la riqueza- no obtuvo un reconocimiento generalizado hasta la Ilustración.
Los alemanes también eran conscientes de que, al menos a corto plazo, no podían emular el sistema político, más democrático, de los Países Bajos o Venecia. Existía una clara relación entre la estructura económica de un Estado y su estructura política y a corto plazo Alemania tenía que vivir con los gobernantes que tenía. La forma de desarrollar el país era convencer a los gobernantes de que modificaran su política económica, lo que a su vez cambiaría -a largo plazo- la forma de gobierno en una dirección más democrática. La autocracia de los gobernantes se iba a convertir en lo que Wilhelm Roscher llamó más tarde (1868) despotismo ilustrado, y los filósofos y economistas de alrededor de 1648 intentaron cambiar paulatinamente la percepción de los gobernantes sobre lo que constituía un reino con éxito.
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A partir de 1485 Inglaterra emuló esa triple estructura de rentas que se había creado en ciudades-Estado europeas sin grandes recursos naturales. Mediante una intervención económica del Estado decisiva, Inglaterra creó su porpio triple sistema de rentas: industria, comercio a larga distancia y el cuasimonopolio de una materia prima, en su caso la lana. El éxito de Inglaterra conduciría finalmente a la decadencia de las ciudades-Estado y el auge de los Estados-nación: las sinergias descubiertas en las ciudades-Estado se extendieron a áreas geográficas más amplias. Ésta iba a ser la esencia del proyecto mercantilista en Europa.
A los países pobres de Europa les quedó pronto claro que había una importante relación entre la estructura productiva de las pocas ciudades-Estado pudientes y su riqueza. Las ciudades-Estado más ricas -Venecia y Amsterdam- tenían un poder de mercado dominante en tre áreas distintas: en términos económicos disfrutaban del tipo de renta al que nos hemos referido anteriormente, que permitía un aumento de los beneficios, de los salarios reales y de los ingresos sometidos a impuestos; en ambas existían sectores artesanales e industriales muy abundantes y diversificados: a principios del siglo XVI la manufactura representaba alrededor del 30 por 100 de todos los empleos en Holanda, mientras que en Venecia había 40.000 hombres empleados tan sólo en los astilleros (el arsenale); además, una y otra controlaban un importante mercado de determinada materia prima, la sal en Venecia y el pescado en Holanda (desde las primeras fases de desarrollo, cuando todavía era realtivamente pobre, Venecia se había esforzado duramente por mantener su posición dominante en el mercado de la sal; en cuanto a Holanda, la invención del arenque salado y encurtido a principios del siglo XIV le había permitido crear un enorme mercado bajo su control); en tercer lugar, ambas habían establecido un comercio a larga distancia muy rentable. La primera prosperidad en Europa se basaba así pues en tre tipos de renta, con un triple poder de mercadoen actividades económicas notoriamente ausentes en países europeos más pobres: la industria, un cuasimonoplio de una importante materia prima y un comercio a distancia muy rentable. La riqueza se había creado y mantenido tras altas barreras para obstaculizar la entrada, constituidas por sus mayores conocimientos, la posesión de una gran variedad de actividades industriales que creaban sinergias sistemáticas, el poder de mercado, los bajos costes derivados de las innoavaciones y los rendimientos crecientes -tanto en determinadas industrias como a escala sistemática-, la enorme envergadura de sus operaciones y las economías de escala en el uso de la fuerza militar.
Retrocediendo por un momento a la teoría económica: antes de Adam Smith se solía suponer que el desarrollo económico se basaba en la búsqueda colectiva de rentas derivada de las sinergias establecidas entre rendimientos crecientes, innovaciones y división del trabajo, que se daba únicamente en las ciudades. Esto es lo contrario de la competencia perfecta postulada actualmente por los textos estándar de economía. Desde los escritos de Ricardo y en particular sus Principios de Economía Política e Impuestos, publicados en el apogeo de la industrialización de Ingaterra en 1817, la pauta es la misma: los países ricos mantienen pobres a los países pobres basándose en teorías que postulan la inexistencia de los mismo factores que dieron lugar a su propia riqueza. Como veremos, todos los países que se hicieron ricos después de 1485 lo hicieron desafiando las teorías económicas de Ricardo.
Por Erik Reinert, profesor de economía y tecnologías y desarrollo de la universidad de Estonia, nacido en Noruega.
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Este artículo enlaza con el anterior sobre la creatividad y el talento, donde hablo de las actividades comprimidas, del talento creado en las ciudades, diversificadas al mismo tiempo pero comprimidas como resultó ser también Holanda, y Venecia como ciudades-Estados pero que al mismo tiempo contaron con la batalla naval como subterfugio para crear un espacio de expansión.
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