En América se quería limitar el poder, se asiste a discusiones constitucionales donde prevalece la necesidad de proteger a las minorías frente a la tiranía de la mayoría, y esto dirige la elaboración de la Constitución.
Pero en Francia se instauraba en cambio el poder absoluto. Ahora es cuando los dos mundos parecían separarse del todo. Precisamente para impedir esos excesos se ha promulgado la Declaración de los derechos del hombre(1789).
Cuando llegó al poder, Robespierre pensó que había que buscar la unanimidad de la nación aniquilando a los disidentes. En 1795 mientras se discutía de nuevo la Constitución -la tercera ya-, Sieyês reconoció que el origen del Terror estaba en haber definido mal el concepto de soberanía nacional. Cuando Napoleón llegó al poder no tuvo que esforzarse mucho para instaurar el poder absoluto. Bajo la marea revolucionaria, la concepción absoluta del poder había permanecido firme, como un arrecife. Convirtió la nación en imperio y emprendió la conquista de Europa.
El hecho es que se había aprovado la Declaración y que sus mismos autores estaban asombrados de que se hubiese llegado a un acuerdo. La razón era la gran componedora de los ánimos Barère escribió en su periódico -Le Point du Jour-: "Uno de los espectáculos más interesantes para un filósofo es observar los progresos rápidos de la verdad y de la razón en la Asamblea Nacional".
Malouet dice en sus memorias: "No se sabe cómo, sin plan, sin objetivo determinado, hombres divididos por sus intenciones, sus costumbres, sus intereses, han podido seguir la misma ruta y llegar de común acuerdo a una subversión total"
Según la Declaración, los derechos del hombre, aquellos que el hombre ya tenía al llegar a la sociedad, eran cuatro: La libertad, la propiedad, la seguridad y la resistencia a la opresión. La propiedad se declaraba derecho inviolable y sagrado del que nadie podría ser privado, aunque fuera por necesidad pública, sin indemnización previa. Esto me parecía más tranquilizador.
Se decía que todos los hombres nacen y permanecen libres e iguales en derechos, es decir que todos eran iguales en su derecho a la libertad, a la propiedad, a la seguridad y a la resistencia a la opresión. Se lee y relee la Declaración y se puede estar a la vez optimista y receloso.
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