Neopositivismo versus neorromanticismo
Entre esos balbuceos de los que Wittgenstein llegó a decir que era la ética (pues su silencio acerca de la ética habría constituido la mejor expresión de lo que muchos intentaron articular y a lo sumo sólo lograron balbucir, pues considera que la parte "no escrita" de su Tractatus era la importante, pues versaba sobre ética) y entre ellos Apel incluye los de tradiciones de pensamiento tan aparentemente alejadas de la que venimos considerando como el existencialismo, de Kierkegaard a Jaspers, de la misma manera que compara el decisionismo analítico con la ética sartriana de la situación, llegando incluso a hablar de “una complementariedad entre objetivismo ciencista y subjetivismo ético” -o, como alguna vez también se ha dicho, entre (neo)positivismo y (neo)romanticismo- en la que cabría ver una característica fundamental del pensamiento contemporáneo.
Los neopositivistas que aplaudieron la consigna wittgensteiniana de silencio la interpretaron en el sentido de que en efecto más vale callar mas no porque haya algo acerca de lo cual guardar silencio, sino porque en rigor no hay nada que decir.
Cuando te resistes al fluir de la vida en realidad te resistes a tu propia naturaleza interior ya que todo lo que nos sucede es un reflejo de quienes somos, en silencio en el seno de tu corazón di que no deseas tener miedo.
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Con Kant ha nacido la libertad sin paliativos y Hegel rompe con el pensamiento la cadena de la que se quejaba del fin de los tiempos cuando su contenido anterior era un Dios onerosamente omnipontente.
Y aquí arranco con el criticismo kantiano, que obliga a cuestionar las cosas y a cribar y discernir los conceptos.
El kantismo es la nueva religión de Hegel que predica que el hombre será un fin en sí mismo.
Pero ha asistido al culmen de la Ilustración y al nacimiento del Romanticismo y las insuficiencias del kantismo empiezan a revelársele casi inmediatamente. En su correspondencia con Schelling y Hölderlin le alegra mucho la entrada a saco del criticismo en el "Stift" de la religión, aunque le consta que los teólogos se confesarán kantianos a fin de cambiarlo todo para que no cambie nada, “acarrean materiales críticos para consolidar su templo gótico”; sin embargo, con optimismo opina que “entre los materiales que roban a la hoguera kantiana para impedir el incendio de la dogmática, se llevan también brasas a casa”.
Porque lo que se ha impuesto en el convictorio es el modo de operar de la “Crítica de la razón práctica” y el mecanismo ideado es sencillo: primero se prueba una necesidad de la naturaleza humana y al instante ahí está la antigua metafísica para cubrirla.
La Iglesia sigue en su táctica de sumirnos en el mal para darnos luego el remedio; de hecho, Hegel le concede a lo largo de los escritos de Berna el papel de avanzada como creadora de necesidades.
Así, por ejemplo, si los hombres se sienten culpables ha de haber Dios que los perdone, si les angustia su contingencia existirá una eternidad con el mismo Dios que la garantice, etc.
Por ello Hegel admirado de la altura en la que Kant ha colocado al hombre, se pregunta también y pregunta a Schelling: “en qué medida, tras haber fortificado la fe moral, necesitamos ahora... de la idea de Dios”.
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En el carácter de mi amigo hay una modestia, una debilidad, diría yo, que le hace distinto por ejemplo de otro que fuera más fuerte, pero hay mucha belleza, y en no esconder esa faceta de su alma es donde creo yo que está su fuerza o su gran fuerza, como a él le gustaba que se le reconociera, hasta que tuvo que hacerse fuerte a la fuerza. Había algo de romanticismo en su forma de ser.
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Yo no creo que el proyecto de la razón de la Ilustración se frustrara por culpa del Romanticismo, es más la Ilustración sin la "herencia romántica" ya le dije sería un mero o vulgar positivismo.
El peligro de frustración de este proyecto vino sobre todo con la postmodernidad y con los postmodernos, Lyotard, Rorty, llámense, que fueron los que criticaron más directamente el papel de la razón.
La añoranza de la religión que indujo un día a hablar de una ilustración insatisfecha no podría ser acallada, en cualquier caso, por la satisfecha autocomplacencia de una sociedad desilustrada.
Por lo que podemos también preguntarnos: si la capacidad de integración social de la tradición religiosa, que la Ilustración sacudió e hizo estremecer, no podría encontrar alguna equivalencia en el poder de unificar y generar consenso de la razón.
La autoconciencia de la modernidad discurre vertebrada en torno a figuras que se han mostrado preocupada por el mundo que perdimos.
Pero Habermas se enfrenta a los que en vez de reemplazar una "razón excluyente" por una "razón comprehensiva" tratan de oponerla a lo "otro de la razón".
"Lo otro de la razón" vendría a ser la naturaleza, el cuerpo humano, la fantasía, el deseo, los sentimientos o, mejor dicho, “todo eso en tanto en cuanto la razón carece del poder de anexionárselo”.
Pero Habermas -para quien en sus diversas configuraciones a lo largo de la historia la razón puede y debe ser criticada desde la perspectiva de lo otro que desde ella misma- apunta que semejante crítica no dejaría, en última instancia, de ser una crítica racional.
Por tanto, llevemos la razón hasta sus extremos de la crítica y no acabemos con el proyecto de la Ilustración tampoco.
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La sinrazón
La razón que otro tiempo igualaba a los hombres -si no de hecho, al menos sí en principio- comenzó a dividirlos, sacudida por toda clase de inclinaciones e intereses.
Calicles pudo aducir, así, que la moral no es otra cosa que un invento de los débiles para contrarrestar la hegemonía de los poderosos.
No es de extrañar que en medio de esta descorazonadora situación, el mensaje de Platón se alzase en lontananza como un augurio de restauración de la razón, una y la misma para todos y garante de unos valores en los cuales cupiese confíar aun cuando acaso no cupiese alcanzarlos.
Y comprendo también sus razones como yo no abrazaría tampoco la necesidad del platonismo, mas no pude plenamente porque, en última instancia, el error, la fealdad y el mismo mal siempre me parecieron menos inhumanos que las ideas de verdad, belleza o bien.
El proyecto de la razón más ambicioso que el hombre haya soñado nunca acometer es, como sabes, el de la instauración de una sociedad sin clases.
Y sólo en una sociedad así tendría sentido hablar de esa razón patrimonio de todos.
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Se trata de que tu confesado neoplatonismo es una forma de filosofía que yo no puedo compartir desde aquí contigo, aunque te admiro, y sé que tal vez hablas desde adopciones de ideas que no proceden directamente de la filosofía sino cuanto de la literatura y de romanticismo de una época más liberal.
Preferible un postmodernismo que no nos encierre en un idealismo neoplatónico ni neoaristotélico, en una comunidad encerrada y no nos exima de la moral kantiana.
Preferible es volver a la razón pero no a cualquier razón, a la la Grecia que se llena de Tracia y de Fenicia, a los estoicos, por supuesto, incluso a los cínicos. A oriente también y a Pitágoras.
Siendo respetuosa con con Aristóteles y exceptúando algún pensador de la corriente como Leo Strauss, mi propuesta por resumirla en dos palabras, propondría un "Mandemos a paseo a los neoaristotélicos”.
(y por descartado se entiende también a los neoplatónicos)~
La razón, que la postmodernidad exclusivamente funda en el principio de subjetividad, y en que su transición al "nosotros" tiene un componente hegeliano, se reducirá para Nietzsche a “pervertida voluntad de poder” y, ya en nuestros días se ha visto sucesivamente sometida a la reivindicación de “lo heterogéneo” o irreductible a la razón como en Bataille, a la purga de toda pretensión racional de validez en el discurso que acompaña al “desenmascaramiento de las ciencias humanas” por parte de Foucault, o a la denuncia del “logocentrismo” a manos de Derrida.
El panorama con que se concluye es cualquier cosa menos alentador. Más bien se abre una predisposición abiertamente retrógrada a hacer fracasar el proyecto de la razón.
Pero para mí es preferible partir de aquí, de los “contrailustrados”, “antiilustrados” o “postilustrados”. En resumidas cuentas, postmodernos, a la cabeza de los cuales -en el papel de gozne, “tornavía” o guardaagujas responsable del cambio de dirección operado en el pensamiento de este siglo- habría que situar en el siglo pasado a Nietzsche.
1 comentario:
LOS VALORES SUPREMOS DE LA TRASCENDENCIA HUMANA Y LA SOCIEDAD PERFECTA, DEBEN ORIENTAR LOS OBJETIVOS DEL CURRÍCULO ESCOLAR LAICO, A FIN DE ALCANZAR LA SUPRA HUMANIDAD. Nietzsche auscultó el alma cristiana, y descubrió que el malestar de nuestro tiempo no estaba el individuo sino en la civilización occidental enferma y decadente. Y diagnosticó la patología actual de nuestra sociedad: la indeferencia hacia la religión, y exclamó ¡Dios ha muerto! La teología y moral judeo cristiana son cuestionadas en tanto implican juicios valorativos/morales. Y señaló que la solución no es desarrollar una terapia tendente a adaptar el individuo una sociedad decadente sino renovar las creencias y valores morales judeo cristianos causales de la decadencia de la sociedad. E inició la lucha redentora contra el cristianismo por el cristianismo, a fin de actualizar la doctrina milenaria de la Iglesia que por su anacronismo y ex temporalidad, es la causa de la severa crisis de la Iglesia y de la perdida de la fe. El reto es superar el nihilismo de la sociedad actual formulando un cristianismo que se pueda vivir y practicar, no en y desde lo religioso y lo sagrado, sino en y desde el humanismo secular laico, la pluralidad y el sincretismo, resaltando la importancia genérica de Cristo y sus enseñanzas. Y para poder lograrlo tenemos que actualizar la teología, la cristología y la liturgia, enmarcadas en la doctrina y la teoría de la Trascendencia humana, conceptualizada por la sabiduría védica, instruida por Buda e ilustrada por Cristo; la cual concuerda con los planteamientos de la filosofía clásica y moderna, y las respuestas que la ciencia ha dado a los planteamientos trascendentales: (psicología, psicoterapia, logoterápia, desarrollo humano, etc.). Sincretismo religioso expresado por Raimon Panikkar, para explicar su sincretismo y pluralidad: «Me marché cristiano, me descubrí hindú y regresé budista, sin haber dejado de ser cristiano». http://www.scribd.com/doc/42618497/Imperativos-Que-Justifican-y-Exigen-Urgentemente-Un-Nuevo-Enfoque-Del-Cristianismo
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