martes, 5 de octubre de 2010

el rey Alfonso X el Sabio y la astrología

Toledo, magia y cultura astrológica

Vicente Cassanya

Toledo es un punto neurálgico en el mapa de la magia y la astrología, no sólo de España, sino europea, y lo es para lo malo y para lo bueno: desde la condena a la astrología y al priscilianismo, por prácticas astrológicas, que se hizo en el del Concilio de Toledo hasta la extraordinaria labor divulgadora, estudiosa y defensora de la astrología del rey Alfonso X El Sabio y su Escuela de Traductores de Toledo.




¿Por qué Toledo? Quizá porque el monte sobre el que se asienta la ciudad está hueco, formando una gran cueva, como señala Marcelino Menéndez y Pelayo citando a Feijoo.

Toledo fue uno de los lugares donde se condenaron algunas de las prácticas astrológicas, como podemos entender fácilmente con uno de los fragmentos de Cristianismo y astrología en los siglos IV-V d.C.: Oriente y Occidente, del autor Santiago Montero:

El cristianismo, intolerante por principio a todo otro culto, también lo fue hacia la astrología....

Los Padres de la Iglesia, menos sutiles, atacaron la astrología, considerando pecado y vergüenza adorar no a Dios sino su obra (universo)...

Pero sobre todo fue el priscilianismo la secta condenada más frecuentemente como herética, quizá por incluir dentro de sus dogmas la relación de los 12 signos zodiacales con las partes del alma, con miembros del cuerpo y con patriarcas de Israel. En los concilios de Toledo (447) y Braga (561) priscilianismo y astrología son condenados como prácticas sinónimas.

Pero Toledo fue, sobre todo, cuna del saber astrológico y centro de transmisión de este hermoso conocimiento al mundo occidental, algo que se debe especialmente al rey Alfonso X El Sabio y a lo que se dio en llamar Escuela de Traductores de Toledo.

La Escuela de Traductores de Toledo

La Escuela de Traductores de Toledo viene a ser la culminación de una maravillosa etapa cultural y de convivencia de culturas (judíos, árabes y cristianos) cuyo punto de partida podríamos situar en el año 1085, cuando Alfonso VI conquista Toledo y la ciudad se convierte en un importante centro de intercambio cultural.

El arzobispo Raimundo Jiménez de Rada (Arzobispo de Toledo y gran canciller de Castilla, desde 1130 a 1150) aprovechó la armonía entre cristianos, musulmanes y judíos para auspiciar diferentes proyectos de traducción cultural, en los que, además, estaban interesadas todas las cortes europeas.

Alfonso VIII y Alfonso IX fundaron lugares de estudio en Palencia y Salamanca. Fernando III El Santo, el padre de Alfonso X, ya se implica quizá más personalmente en estos estudios, auspiciando traducciones como el Libro de los Doce Sabios.

Pero es Alfonso X El Sabio (Rey de Castilla y León de 1252 a 1284) quien se implica definitivamente y con un carácter marcadamente astrológico en esta gran labor traductora. Bajo su mandato es cuando se puede hablar de Escuela de Traductores, aunque en realidad eran unos catorce sus miembros y no estaban todos en Toledo, sino que algunos estaban en Sevilla, Murcia o Barcelona.

La Escuela de Traductores de Toledo era un grupo pequeño, pero selecto e internacional, algunos de cuyos componentes fueron: Juan Hispalense (Juan de Sevilla o Juan de Luna), Juan de Cremona, Dominico Gundisalvi, Hugo de Santalla, Hermann el Dálmata, Roberto Anglicus, Rodolfo de Brujas y Platón Tiburtino.

No obstante, a pesar de la importancia histórica y cultural, parece que actualmente se presta tan poca atención como en el pasado, algo de lo que ya se quejó amargamente Marcelino Menéndez y Pelayo, en su Historia de los Heterodoxos españoles ( II. Periodo de la Reconquista):

"Con harto dolor hemos de confesar que debemos a un erudito extranjero las primeras noticias sobre los escritores que son asunto de este capítulo, sin que hasta ahora haya ocurrido a ningún español, no ya ampliarlas, sino reproducirlas y hacerse cargo de ellas. El eruditísimo libro en que Jourdain reveló la existencia de lo que él llama Colegio de traductores toledanos, apenas es conocido en España, con haberse impreso en 1843. (El libro de Jourdain está impreso en París, por Crapelet) Y, sin embargo, pocos momentos hay tan curiosos en la historia de nuestra cultura medieval, como aquel en que la ciencia de árabes y judíos comienza a extender sus rayos desde Toledo...



Precedentes árabes

En cierto modo, la Escuela de Traductores de Toledo tiene un precedente: bajo el impulso del Califa al-Ma'amûn, que gobernó en Bagdad desde el 813 al 833, se tradujeron numerosos textos científicos griegos de todas las disciplinas.

Fundada anteriormente, quizá por Hârûn al-Rashîd, ya estaba en marcha, en Bagdad, la "Casa de la Sabiduría" que desempeñaba funciones de biblioteca, centro de enseñanza y centro de traducción e investigación.

La importancia de la astrología en el mundo árabe de aquellos siglos era tan importante que el historiador árabe Qazwini, al comentar la fundación de Bagdad (24 de Julio 762) decía:

"AL-MANSUR.... mandó a los astrólogos entre los que estaba Nawbajt que eligieran la hora de la fundación. Escogieron como ascendente el grado de Sagitario en el cual se encontraba el Sol pues esta posición indicaba que la ciudad tendría una vida larga y prospera; numerosa población y estaría bien protegida frente a los enemigos. Nawbajt , además, añadió: Hay algo más Emir de los Creyentes - ¿De qué se trata?- De que ningún califa morirá en ella....."



Alfonso X El Sabio

Rey de Castilla y León de 1252 a 1284, destacó por su constante y profundo apoyo al desarrollo de las artes y las ciencias y, en especial, a la Astrología.

Hijo del rey Fernando III El Santo y Beatriz de Suabia, Alfonso nació el 23 de noviembre de 1221 en Toledo y se casó en Valladolid, el 26 de noviembre de 1246, con Yolanda de Aragón (Violante de Hungría), hija de Jaime I El Conquistador. Murió el 4 de abril de 1284 en Sevilla.

Algunos le acusan de centrarse más en ampliar el saber que en las tareas propias de reinar. Pero fue un rey humanista y tolerante, bajo cuyo reino convivieron las tres culturas: judíos, árabes y cristianos. A él mismo le gustaba llamarse "rey de las tres religiones". Le cabe el mérito de haber sido el impulsor para que la Astrología, traída a España por la invasión árabe, se difundiera por Europa.

En la Escuela de Traductores de Toledo reunió a un grupo de selectos astrólogos, matemáticos y eruditos para traducir, del árabe al latín y al romance, algunas de las mejores obras astrológicas.

Claramente partidario de la Astrología, el rey intervenía personalmente en los trabajos de investigación y traducción, además de elegir las obras que debían ser traducidas.

El rey tiene en tal alta estima la astrología que incluso se ocupa de ampararla legalmente. En el Titulo XXIII de la Partida VII, del Libro de las Siete Partidas, su compendio jurídico dice que es legítimo practicar la adivinación por la astrología, por quienes verdaderamente entienden el arte de adivinar por el curso natural de los planetas y las estrellas.

Veamos, a continuación, algunas de las obras más destacadas que el rey Alfonso X El Sabio y la Escuela de Traductores de Toledo nos dejaron como legado:

Las Tablas Alfonsíes

Las Tablas Alfonsíes (1272) son efemérides planetarias destinadas a mejorar los cálculos y a corregir los defectos de las efemérides que se usaban hasta entonces, especialmente las Tablas de Toledo de Azarquiel. A tal efecto el monarca creó un observatorio (probablemente en el Castillo de San Servando), desde el que trabajaron los sabios para componer las tablas. Este libro de posiciones planetarias estaría vigente durante varios siglos, aproximadamente hasta el siglo XVII.

Compuestas por Isaac ben Sid y Judah ben Moses entre 1263 y 1272, se trata de un conjunto de tablas astronómicas calculadas para las coordenadas de la ciudad de Toledo y comenzando el 1 de enero de 1252 (el lugar de nacimiento del rey y el año de su coronación). Estas efemérides que acabaría estudiando y subrayando el mismísimo Copérnico, acabaron repercutiendo sobre la reforma del Calendario Gregoriano.



El libro cumplido de los juicios de las estrellas

Una de las obras ideológicamente más importantes en la baja Edad Media fue el Tratado de Astrología de Ali Abenragel, mandado traducir al castellano por Alfonso X con el título El libro conplido de los iudizios de las estrellas.

El momento apropiado para empezar la traducción de este libro fue elegido astrológicamente (12 de marzo de 1254 a las seis de la mañana), lo que demuestra que tanto el rey como sus colaboradores regían sus vidas en función de los astros.

El Libro de las Cruces

El Libro de las Cruces (1259), traducido directamente al castellano. Este trabajo se basa en cómo la Astrología puede afectar a un rey y su reinado. Además, a la traducción del libro original se añadió, por indicación del rey, el capítulo 59, referente a España y de contenido totalmente astrológico.

Lapidario

El Lapidario (1279), que trata de las influencias mágicas de las gemas y su relación con los diferentes grados del Zodíaco.

Según Demetrio Santos, podría ser una versión de una obra del mismo nombre atribuida a un tal Abolays, quien habría recopilado su obra de fuentes caldeas, de donde provenía su familia, y de ahí los frecuentes términos caldeos (incluso topónimos) del escrito.

Picatrix

Libro compuesto en tierras de la península hispánica, alrededor del año 1050. En realidad, es anónimo, por más que se haya atribuido a un tal Maslama madrileño o que se haya apuntado que Picatrix era una deformación de Hipócrates.

En 1256 Alfonso X la manda traducir, de donde procede la versión latina.

Contiene una amplia herencia mágico-astrológica de la antigüedad que, además, influirá en el hermetismo, la cultura y el arte del Renacimiento, llegando a implicar obras cumbre como las de Tomasso Campanella o Leonardo da Vinci.

El Picatrix empieza con un aforismo del Centiloquio de Ptolomeo: "Omnia hius mundi, coeslestibus oboediunt formis" (Todas las cosas de este mundo obedecen a las formas celestes]

Se ha dicho que es un libro de magia talismánica, pero en realidad es mucho más; ¿cómo, si no, habría logrado tener tanta trascendencia hasta siglos posteriores y en personajes de tal renombre?

En esta obra, el hombre es una posibilidad abierta a todos los planos, es el fulcro de unión entre todos los planos, entre el macrocosmos y el microcosmos.

Eugenio Garin, en su obra El Zodíaco de la vida, señala la inspiración que esta obra podría haber tenido en temas tan concretos como la famosa caverna de Leonardo o la Ciudad del Sol de Campanella.

Muestra este libro una filosofía del Uno, de la vibración del todo, de la magia por simpatía de todo cuanto existe en el Universo. En medio de oraciones destinadas a los planetas, procedimientos astrológicos mágicos, poder erótico de los números, cómo fabricar un talismán...

Las grandes conjunciones de Albumasar

Una de las obras que más trascendencia tendría, incluso hasta hoy en día, sería la de Albumasar (siglo IX), traducido al latín por Juan de Sevilla con el título De magnis conjuntionibus et annorum revolutionibus.

En esta obra se explica que ningún estado es eterno y que las conjunciones entre Júpiter y Saturno (con sus tres tipos de ciclos importantes) señalan el nacimiento, auge y decadencia de los mismos.

Según dice Albumasar en el libro De magnis conjuntionibus,..."la secta mahometana durará 875 años". Vernet hace notar que esos son los años exactos que hay desde el 616 al 1491, cuando el rey Fernando conquista Granada.

Juan Vernet, en su recomendable obra Lo que Europa debe al Islam de España, El Acantilado, Barcelona, 1999) comenta aspectos muy interesantes sobre esta temática:

"Pero por lo mismo que el sistema gustaba a los musulmanes enemigos del poder constituido fue por lo que los cristianos peninsulares lo adoptaron desde el comienzo de la traducción por Juan de Sevilla del Magnis conjuntionibus, ya que les daba la esperanza de que algún día triunfarían sobre el Islam".

"Y muy pronto, a base de las mismas, se hicieron toda suerte de profecías: desde el diluvio universal para los años 1185, 1229, etc. hasta otras mucho más concretas..." Gengis Kan... "o como la del cardenal Pedro D'Ailly (1350-1420) quien anuncia para 1789 grandes cambios "si el mundo dura aún en ese año, cosa que sólo Dios sabe"..."Ese mismo sistema es el empleado por Nostradamus o Diego de Torres Villarroel (Almanaque de 1756) para predecir la Revolución Francesa, por Kepler para determinar la fecha del nacimiento del Salvador..."

(Extracto de la conferencia inaugural pronunciada por Vicente Cassanya en el Congreso Ciudad de Toledo, celebrado en marzo de 2009 y publicado en la revista Tu Suerte nº 169, julio 2009)

No hay comentarios: