En la vivencia de culpa a los niños (y a los mayores también), se les presenta el miedo a que las personas cercanas no les quieran, pues no se consideran merecedores de su amor. Como para ellos sentirse queridos es fundamental, tenderán a hacer lo que sus padres, amigos, etc. les digan para, así, contar con su cariño, aunque el pago sea ceder o anular una parte de sí mismos.
Para abandonar el sentimiento de culpa es necesario dejar la mentalidad dual (las cosas están bien o mal, son blancas o negras). Para ello se aceptará que las cosas están como están y que cada persona da la mejor respuesta que puede a cada situación. No estar acertado ante un problema no implica que haya que sentirse culpable por ello, pues ese “error” se convierte en una ayuda para aprender.
Conviene renunciar al perfeccionismo pues, al darse un nivel de exigencia muy alto para uno y para los cercanos, se repara más en lo que falta por hacer que en lo realizado y se tenderá a culpabilizar a los demás o a uno mismo de ello. Se asumirá que el compromiso de cada persona es intentar hacer las tareas lo mejor que se pueda, pero no perfectas, dado que la perfección no es posible.
Se precisa que cada uno asuma la responsabilidad de gestionar sus emociones y educar a los hijos en esa dirección. Si se hace así, se empiezan a dejar las dependencias emocionales y sufrimientos como la culpa. Entonces ya no se busca tanto el apoyo y el cariño de los demás, porque uno se valora y se quiere a sí mismo; ya no se necesita la aprobación de los otros, ni le afectan sus comentarios, porque se tiene seguridad y coherencia interna.
Pepe López
El sentimiento de culpa es una de las emociones más destructivas, y la mayoría de las personas la experimentamos en mayor o menor grado, tanto si es por algo que hemos hecho como por algo que no hemos sido capaces de hacer. No es un sentimiento agradable, por eso, cuando alguien nos pide algo que no queremos hacer, dudamos antes de negarnos por que tememos volver a experimentar ese terrible sentimiento.
Quizá valga la pena analizar qué es lo que nos hace sentirnos culpables y por qué tiene ese efecto sobre nosotros. La predisposición a sentirnos culpables puede haberse originado en la infancia, especialmente si teníamos el tipo de padres o profesores que nos hacían sentirnos culpables por cada falta, por pequeña que fuera, Es evidente que hemos cometido errores en el pasado, como todo el mundo. Todos podemos recordar acciones que desearíamos no haber hecho o palabras que preferiríamos no haber pronunciado. Recordar los errores del pasado es útil sólo cuando aprendemos de ellos. Mirar atrás para aumentar el sentimiento de culpa supone un gran derroche de energía. Sería mucho mejor darle la vuelta a esa energía y emplearla para algún propósito más positivo.
Si hay algo del pasado que le hace sentirse culpable, en vez de intentar confinarlo en algún lugar recóndito de su mente (donde le hará más daño), de téngase a estudiarlo y hágase unas cuantas preguntas.
. ¿Surgen los sentimientos de culpa debido a algún accidente o a una acción deliberada por su par te? La intención es muy importante en sus sentimientos. No es lo mismo romper accidentalmente un precioso ornamento que lanzarlo deliberadamente contra la pared, aunque el resultado final sea el mismo. Si ha cometido un error, lo único que puede hacer es tratar de remediarlo de la forma más apropia da posible y proponerse que no vuelva a suceder.
. ¿Ha cambiado su actitud o su conducta desde el día en que se produjo ese sentimiento de culpa? Si es así, siempre que el cambio sea para mejor, quizá tenga que sentirse agradecido porque esa situación le ha ayudado a ser mejor persona.
. ¿Su sentimiento de culpa se debe a las palabras de otra persona? Algunas personas se sienten muy bien echando la culpa de todo a los demás. En ese caso, reflexione detenidamente sobre la situación. ¿Hasta qué punto fue culpa suya y hasta qué punto esas palabras se debían a la inseguridad del acusador? En el caso de que ambos partan del mismo punto, ¿lo que a uno le parece mal también se lo parece al otro? Si no es así, ¿por qué acepta automáticamente que la opinión de la otra persona era la correcta?
Ursula Marka
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EL SENTIMIENTO DE CULPA
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La concepción del “sentimiento de culpa”, ha sido ampliamente utilizada ... cristiana, al considerar que el sentimiento de culpa y sus derivados afectivos ...
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La concepción del “sentimiento de culpa”, ha sido ampliamente utilizada ... cristiana, al considerar que el sentimiento de culpa y sus derivados afectivos ...
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Laura Rojas-Marcos nos descubre todo sobre la culpa y el modo de evitarla. De la autora de hablar y aprender.
El sentimiento de culpa está determinado por factores sociales, culturales, religiosos, familiares y personales, y se puede producir por infinitas razones. La culpa surge cuando hacemos daño a otra persona, cuando nos avergonzamos de nuestras palabras o de nuestras conductas; o brota cuando sentimos ira y actuamos de forma perversa.
A veces nos culpamos por ser manipuladores y otras por ser víctimas de manipulaciones. Nos sentimos culpables por no cumplir las expectativas de los demás o de nosotros mismos, cuando rompemos con la pareja, cuando fracasamos en nuestros proyectos o sencillamente cuando comemos mucho o poco. La culpa tiene el poder de deteriorar nuestra autoestima, nuestra paz interior y nuestra felicidad. Sin embargo, también tiene aspectos positivos. Es como un barómetro que nos ayuda a controlar nuestros impulsos, a diferenciar entre la buena y la mala conducta, a ser delicados con los demás y nos induce a subsanar los daños producidos a otros.
Laura Rojas-Marcos nos ofrece en El sentimiento de culpa una enseñanza positiva y constructiva sobre este sentimiento tan poderoso y universal. En él nos habla de las diferencias entre la culpa real y la culpa falsa así como de la importancia de superar este sentimiento tan dañino. Y nos explica de forma sencilla que para liberarnos de este peso debemos entender su origen y sus motivos, conocer nuestras habilidades para resolver conflictos, afrontar nuestra culpa, superar el resentimiento, saber pedir ayuda y aprender a perdonar a los demás o a perdonarnos.
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Laura Rojas-Marcos nació en Nueva York en 1970, pero se trasladó a Sevilla en 1978. En 1989, después de estudiar durante un año Humanidades en la Universidad de la Sorbona de París, regresó a Nueva York, donde se licenció en Psicología en la Universidad de Nueva York y cursó el Master en Psicología por la Universidad Albert Einstein de Yeshiva. Trabajó en el Hospital Bellevue de la Universidad de Nueva York, el Instituto de Familia Puertorriqueña y el Proyecto Renovación. Tras los atentados de las Torres Gemelas fue voluntaria de apoyo para la Cruz Roja y colaboró en el Proyecto Libertad, un programa creado por el Gobierno federal estadounidense para ofrecer asistencia psicológica a las víctimas del atentado del 11-S. Desde 2002 reside en Madrid, donde trabajó como coordinadora del programa La Vida es Cambio. El Cambio es Vida en la Fundación ”la Caixa” hasta diciembre de 2006. En la actualidad mantiene una consulta privada de psicología y colabora con instituciones dedicadas a diversos temas sociales y de salud mental. En 2007 publicó Hablar y aprender en Aguilar.
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Laura Rojas-Marcos nació en Nueva York en 1970, pero se trasladó a Sevilla en 1978. En 1989, después de estudiar durante un año Humanidades en la Universidad de la Sorbona de París, regresó a Nueva York, donde se licenció en Psicología en la Universidad de Nueva York y cursó el Master en Psicología por la Universidad Albert Einstein de Yeshiva. Trabajó en el Hospital Bellevue de la Universidad de Nueva York, el Instituto de Familia Puertorriqueña y el Proyecto Renovación. Tras los atentados de las Torres Gemelas fue voluntaria de apoyo para la Cruz Roja y colaboró en el Proyecto Libertad, un programa creado por el Gobierno federal estadounidense para ofrecer asistencia psicológica a las víctimas del atentado del 11-S. Desde 2002 reside en Madrid, donde trabajó como coordinadora del programa La Vida es Cambio. El Cambio es Vida en la Fundación ”la Caixa” hasta diciembre de 2006. En la actualidad mantiene una consulta privada de psicología y colabora con instituciones dedicadas a diversos temas sociales y de salud mental. En 2007 publicó Hablar y aprender en Aguilar.
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