martes, 5 de octubre de 2010

Virginiawoolf sobre el cambio de sesgo tecnológico, en el economista Observador

Milton Friedman (1912-2006) se convirtió en portavoz de la “Economía de la Guerra Fría”, de “la magia del mercado”, y de la idea de que el distanciamiento de la realidad fortalece la teoría económica. En su libro de 1953 Essays in Positive Economics, dice: “Se verá que las hipótesis verdaderamente importantes y significativas se basan en “supuestos” que son representaciones descriptivas muy imprecisas de la realidad, y en general, cuanto más significativa sea la teoría, más irreales serán esos supuestos”. Su otro amigo Moses Abramovitz (1912-2000) sin embargo tenía otros planteamientos, pero ambos se distinguieron como economistas, uno en Chicago y el otro en Stanford. Todos estos son datos que yo recopilo de este libro que yo tengo sobre la “globalización” de la pobreza y de la riqueza, y que me ayuda a entender la economía, aunque sea un poco así, como en la filosofía cínica, a golpes de palos. Porque lo cierto esto de estimaciones permanentes, de “supuestos”, es algo que no es un lenguaje objetivo ni descriptivo. Estamos en el lenguaje de las estimaciones. Friedman estableció así una relación inversamente proporcional entre ciencia y realidad, en una profesión en la que las suposiciones irreales incrementaban el prestigio científico. Para él, “el mercado” ofrecía la respuesta a la mayoría de las preguntas; a ese respecto no se puede decir que le atormentaran las dudas. En cuanto a Abramovitz, en cambio, le estremecía nuestro nivel de ignorancia sobre las fuentes del crecimiento económico. De los dos, Friedman era el orador más convincente. Abramovitz dijo una vez: “He ganado muchos debates contra Milton, pero nunca cuando estaba presente”. Al final todo esto desemboca en una teoría del comercio libre, como es la de Friedman, que es una locura, mal hablando. Ya que defendió el libre mercado frente a la acusación de que genera monopolios. Pero ya John Kenneth Galbraith (1908-2006), describió en varios libros lo que distancia a las estructuras económicas de los países ricos de las de los países pobres: las primeras se caracterizan por competencias oligopolistas en la industria, donde el poder y las rentas se dividen entre los “poderes compensados” de los grandes negocios, las centrales sindicales y un gobierno económicamente activo, mientras que en los segundos es la economía la que sigue determinando su realidad, así como la de cada agricultor individual del Tercer Mundo, impotente frente al mercado mundial. ~ Y no sé por qué me meto en estas disquisiciones, porque este no es el debate hoy día, si libre mercado, tal vez sí, pero compensado con otros controles, como se dice. Aquí sí que hay una discordancia entre la retórica y la economía real. Es que hay un culto a la industria durante quinientos años que ha supuesto un paso obligado para el desarrollo económico. Pero el otro día me preocupé de decir las modificaciones que había sufrido este sector por el sesgo del cambio tecnológico. Capital y trabajo dicen algunos economistas que sólo explicaría el 15 por ciento del crecimiento económico, mientras que el otro resto el 85 por ciento, en EEUU se llevó a cabo un proyecto de investigación para averiguarlo a qué factores combinados se debía y a tratar de descomponer ese resto y atribuirlo a distintos factores como educación, investigación y desarrollo (I+D), cambio tecnológico, etc. Entre ellos el premio Nobel de 1987 Robert M. Solow, asumió este reto. ~ Eso son todos los datos que he podido entresacar, que no sé si influirán en nuestras estimaciones sobre las rentas disponibles o las futuras. Lo cierto es que si tenemos que pensar en el futuro tendremos que ahorrar, aunque hasta ahora el único modo de ahorrar era el de ir comprando un piso o poner una pensión, pero lo mismo podría decirse con la educación, y con otros gastos responsables.
Ha comentado hace 9 minutos acerca de Cuestión de ahorro en El economista observador
Pues yo no lo fiaría todo a las materias primas, porque ciertamente la madre naturaleza da riquezas pero luego las quita, o son variables; y las reservas de petróleo también las venimos contando por décadas de años. Además no todo el mundo tiene la suerte de tener riqueza en petróleo. Los países ricos se especializan en ventajas comparativas producidas por el hombre, mientras que los pobres se especializan en ventajas comparativas proporcionadas por la naturaleza. Las ventajas comparativas en las exportaciones de productos naturales ocasionarán más pronto o más tarde rendimientos decrecientes, porque los recursos que ofrece la Madre Naturaleza suelen ser de calidad variable, y normalmente se utilizarán antes los de mejor calidad. Los países pobres carecen en general de políticas sociales o pensiones para los ancianos, por lo que tener muchos hijos es la forma habitual de procurarse cierta forma de “seguro de vejez”. Sin embargo, el aumento de población resultante suele chocar pronto con el “muro flexible” de los rendimientos crecientes, como ha sucedido recientemente en Mongolia y Ruanda. El desarrollo sostenible global depende por tanto de que en los países pobres se cree empleo fuera de los sectores con rendimientos decrecientes, en particular fuera de los sectores basados en la producción de materias primas, que, en ausencia de un sector con rendimientos crecientes, suelen dar lugar a círculos viciosos maltusianos de la pobreza y violación de la naturaleza. Estas son algunas ideas del profesor Erik Reinert. Aunque ciertamente hay por ahí algunas joyas de la naturaleza, como este fin de semana que vinieron a mi ciudad los "Angelus Apátridas", desde Albacete, y tengo el horario de sueño trastocado. Todo el tiempo blasfemando contra los políticos corruptos, ¿cómo pueden salir estos grupos tan minoritarios en nuestro país, con estas influencias que casi todas vienen de los países anglosajones? ~ Un país que se especializa en la producción de materias primas en el marco de la división internacional del trabajo experimentará -en ausencia de un mercado laboral alternativo- el efecto opuesto al que experimenta Microsoft: cuanto más aumente la producción, más altos serán los costes de producción de cada nueva unidad. Si no existe un empleo alternativo fuera del sector que depende de los recursos naturales, la población se verá obligada a vivir únicamente de éstos. A partir de determinado momento se necesitará más trabajo para producir la misma cantidad y esto creará una presión a la baja sobre el nivel salarial nacional. Pero en economía cuando Malthus y su amigo Ricardo recompusieron más tarde la economía con los rendimientos decrecientes como rasgo central, su ciencia recibió merecidamente el calificativo de “ciencia lúgubre”. Porque la superpoblación era en el pasado, la pista falsa favorita para explicar la pobreza. Se pasaba por alto la relación entre modo de producción y densidad de población con la misma inconsciencia con que se pasa por alto la relación entre modo de producción y estructura política. ~
Ha comentado hace 13 horas acerca de Latam y las materias primas en El economista observador
Un elemento clave en la creación de riqueza desde 1848 fue el poder sindical, que aseguraba lo que hemos llamado expansión difusiva del crecimiento económico: la situación de la gente en los países ricos mejoró gracias a los salarios más altos posibilitados por los aumentos de productividad, no en forma de precios más bajos como habría sucedido en el caso de una “competencia perfecta”. Para ellos el desarrollo económico exigía un equilibrio de poder compensado entre el capital y el trabajo. Una señal a este respecto es el máximo alcanzado por los salarios reales durante la década de 1970 no sólo en Estados Unidos, sino en la mayoría de los países latinoamericanos (en 1973). En Estados Unidos ese problema se puede resolver políticamente aumentando el salario mínimo, pero en un país pobre la solución es mucho más compleja y supone cambios radicales en la estructura productiva del país. La combinación de la producción en masa fordista con un sector industrial primordialmente basado en la nación creó condiciones únicas para subir los salarios reales. Esto tiene que ver con un factor que los economistas manejan muy mal: el poder económico y político. Pero hoy día todo lo basado en la nación (lo que se llamó el mercantilismo y el fordismo) está de capa caída por el nuevo sesgo de los cambios tecnológicos. Los economistas de la escuela institucional americana, durante toda su existencia -desde John Commons (1862-1945) hasta John Kenneth Galbraith (1908-2006)- eran muy conscientes del papel del poder político. Hay varias razones por las que esa vía para el enriquecimiento de un país es mucho menos factible ahora que antes. Las innovaciones en el producto (nuevos productos) tienden a crear una competencia imperfecta y salarios más altos, frente a las innovaciones en el proceso (nuevas formas de producir viejos productos) tienden a fomentar la competencia de precios y presiones sobre los salarios. El siglo XX también vio el ascenso de la emulación mediante la ingeniería inversa: los japoneses podía comprar un automóvil estadounidense, descomponerlo en piezas y hacer otro mejor. Actualmente Microsoft es un proveedor global y está protegido internacionalmente por patentes y copyrights, lo que hace casi imposible la ingeniería inversa. Estas modificaciones paralelas en el “sesgo” del cambio tecnológico han contribuido al hundimiento de las formas tradicionales de enriquecimiento de los países ricos. El profesor Erik Reinert, especializado en el estudio de las innovaciones tecnológicas, señala estas 4 modificaciones: 1.Existe una tendencia a abandonar las economías de escala en una sola fábrica -enormes fábricas que reunían en el mismo lugar a muchos trabajadores- en favor de “economías de ámbito” multilocalizadas. 2.Al mismo tiempo el empleo está decreciendo en la industria y creciendo en los servicios, en parte porque la industria aumenta el grado de automatización de una forma inalcanzable para el sector servicios. 3.Los trabajadores de los servicios tradicionales carecen de la capacidad de negociación derivada del nivel de cualificación de los trabajadores industriales especializados, y pueden ser fácilmente sustituidos por gente “venida de la calle”. 4.La franquicia descentralizada en lugar de la propiedad centralizada también disminuye el poder de los trabajadores porque hay muchos patronos distintos con los que negociar. Los capitalistas realmente ilustrados entienden que un nivel salarial elevado aumentará también la demanda de su propios productos, y con ello sus beneficios. Pero cualquier capitalista medianamente avispado entiende que conceder un aumento salarial a sus empleados no le supondrá un gran problema mientras esté seguro de que sus competidores tendrán también que hacerlo. Es decir, que no lo hacen. En realidad, aquí se juega una baza política o se podría jugar. Pero no parece que sea el salario lo que preocupa sino la productividad en sí. Igual ha llegado el momento de ir pensando en un nuevo sistema para proteger y fomentar la innovación. Tampoco está dando resultados parece ser el sistema de patentes, con la cantidad de demandas cruzadas que existen. ~
Ha comentado hace 5 días acerca de Huelga ¿general? en El economista observador
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hoy día hay que distinguir el ámbito de las ciencias naturales del de las ciencias sociales para establecer profecías. La simetría entre explicación y predicción de los fenómenos naturales -que ni siquiera tendría por qué concurrir en el ámbito de la mecánica cuántica- está lejos de darse, desde luego, en el terreno de las ciencias sociales. En ellas, el científico que mejor o peor logra explicar un determinado fenómeno social -supongamos, el estallido de una revolución- no se halla, por principio, en situación de predecirlo con seguridad. Y la simetría obedece en este caso a la sencilla razón de que los actores sociales pueden contribuir -en una medida en que evidentemente no lo pueden hacer los astros- a acelerar el cumplimiento de la predicción, o bien pueden también contribuir a que la predicción no se cumpla, es decir, a frustrar su cumplimiento. Tal distinción entre self-fulfilling y self-defeating prophecies, que es hoy el lugar común en la teoría sociológica, no gozó de extendido reconocimiento en el propio pensamiento social del siglo XIX, por ejemplo con las tan traídas y venidas predicciones de Marx sobre el derrumbe del capitalismo, pero tampoco desde Kant que no desconocía las estadísticas de su tiempo, con las que a veces se familiarizó. Y desde luego para apostar en el juego de la bolsa para aprender hay que estar dispuesto a perder, aunque algunos pueden tener la suerte del principiante; pero casi siempre nos fijamos en los fuertes speeds de la bolsa y esto es una tendencia que se mide por lo que hacen unos pocos, los más fuertes, y generalmente los demás hacen igual, es decir, la especulación en bolsa está también determinada por lo que hacen los primeros; lo que pasa hoy día es que estos juegan también a destruir la economía, y en cierta forma juegan así porque son más fuertes. Luego lo predictivo se puede predecir pero son los "actores sociales" los que a posteriori hacen que una predicción se cumpla o se frustre. Aunque a veces podemos echar mano del truco del que Melquíades, el personaje de Cien años de soledad de Gabriel García Márquez, se valía en orden a evitar que los eventuales lectores de sus profecías tratasen de impedir que se cumplieran. Y era que sus predicciones las formulaba en clave para no poner sobre aviso a sus adversarios políticos. Mi abuelo estuvo trabajando seis años en Detroit en la fabrica de la Ford, sobre el año 26. Despues se volvió al campo o al pueblo también. Y también como diría el filósofo Cioran, independientemente de nuestro grado de cultura lo que hace la ciencia es que reduce los espíritus y la conciencia metafísica, y que un analfabeto que es capaz de reflexionar sobre los grandes interrogantes, sobre la vida y sobre la muerte, sobre todo, es más que un gran sabio que sólo sea eso. Cioran dice que esos son nulidades, haciendo tal vez una filosofía autodestructiva, pero que viene bien a veces para despertar el espíritu. ~
Ha comentado Sep 22, 2010 acerca de Riesgo Soberano en El economista observador

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