domingo, 5 de diciembre de 2010

Creta como metrópoli

Ahora queremos seguir indagando si también en otros lugares se pueden descubrir huellas de este matriarcado. Herodoto (IV, 45) atribuye a Creta el poblameinto de Licia; Estrabón coincide completamente con él. ¿Debe encontrarse en Creta algo parecido?

En primer lugar, me encuentro con un punto que decididamente está relacionado con esto. Creta es el único país donde no se dice "patria", sino "metrópoli", no patris, sino metris. Esto nos lo atestigua Plutarco en el excelente escrito sobre si un anciano puede llevar la dirección del Estado (Hutten), donde se dice en una traducción literal: "Anciano, si tuvieses como padre a un Titono, en efecto, él sería inmortal, pero necesitaría siempre muchos cuidados por su avanzada edad, a lo que yo confío que no te negarías, ni encontrarías molesto cuidarlo lo mejor posible, tratarlo amigablemente y contribuir a su auxilio, porque él desde hace mucho tiempo te ha hecho mucho bien. Sólo tu patria, o como los cretenses acostumbran a decir, tu metrópoli, es mucho más vieja, y tiene todavía más privilegios que los padres. Se ha librado de la larga vida, pero con todo no de los males de la edad, ni es autosuficiente en todos los aspectos. Y porque se requiere siempre mayor cuidado, socorro y atención, entonces lo aprovecha con mucho gusto el hombre de Estado, y se agarra a él como una niña que va con su madre y deseando que la tome en brazos, le tira del vestido, la detiene aunque tiene prisa y la mira con ojos llorosos para que la levante del suelo. (Iliada)"

Si los licios, a la pregunta de quiénes son, nombran a la madre y cuentan siempre su genealogía materna, entonces deben llamar a su país de origen metrópoli y no patria. El matriarcado conduce necesariamente a esta denominación, y por esto es importante que Creta la conserve, después de que en otras partes fuese hecha desaparecer y sustituida por la nueva "patria". En las relaciones coloniales, por el contrario, se dice metrópoli. Aquí la denominación perteneciente al antiguo matriarcado ha conservado su derecho hasta hoy en día. Cimón se acostó en sueños con su madre muerta, que entonces se volvió la vida. De este modo se predice el restablecimiento de Mesenia (Pausanias).

La denominación de "metrópoli cretrense" se encuentra incluso en otros dos escritores: Eliano (de natura animum) y Platón (República), aquí con la adición de que los cretenses dicen "querida metrópoli", expresión de fidelidad que destaca vigorosamente en la cualidad materna del país natal. Platón (Repulbica, III, 414) deduce de esta cualidad materna del país natal. Platón deduce de esta cualidad materna de la tierra natal el parentesco de todos los ciudadanos que, porque nacieron de un mismo vientre materno también deben abrigar un sentimiento familiar los unos hacia los otros, tanto como hacia el país. "Les pareció (es decir, a los guerreros de su Estado) en sueños como si hubieran estado bajo tierra,y allí adentro fuesen criados y formados, y construidas sus armas. Pero después de que hubiesen sido completamente elaborados y la tierra, como madre suya, los enviase hacia arriba, debían cuidar con su consejo y su apoyo del país en que se encontraban, como de su madre y nodriza, si alguien lo amenazaba, y asimismo, también ser para con sus conciudadanos como hermanos e igualmente nacidos de la tierra".

Poor ideas de este tipo se explica la peculiar expansión que en la Roma primitiva tuvo el paricidum. Aunque en estas palabras está contenida innegablemente y hasta el final la idea del parricidio, ante todo de aquellos el línea ascendente, no quieren decir que sólo el que mata a un pariente sea paricida, sino el que asesina a cualquier hombre libre. Este concepto tan amplio está atestiguado para los tiempos más antiguos.

La noción de parentesco se extiende entonces a todos los miembros del Estado. El que mata a un conciudadano es, según la ley de Numa un parricida. La idea platónica de la consanguinidad arraigada en la filiación común de todos los hombres libres aparece, en suma, como el modo de ver las cosas del mundo más antiguo. Y por esto es tan significativo que aparezca en relación con el nombre de Numa. El parentesco de la legislación numaica con las concepciones pitagóricas es que lleva a la suposición de una relación más estrecha de ambos hombres tanto como a la afirmación de una filiación etrusca de Pitágoras (Plutarco).

Pero el propio Pitágoras es el reanimador de las ideas órficas que para los antiguos pasan por ser expresión de la forma de vivir y de pensar originaria de los hombres más primitivos. Platón vuelve a ellas muy a menudo. La aceptación de la maternidad de la tierra y el parentesco de ella derivada, y la hermandad de todos los hombres, no son ideas especulativas, sino una concepción del mundo más antiguo.

Hemos deducido la paridad de todos los miembros libres de un estado de su filiación común del vientre de una Madre, la Tierra, y reconocido en el paricidium, hacia el que siempre se puede ser dirigido, un asesinato de los padres. Resulta entonces una diferencia entre el sexo masculino y el femenino. La ffiliación de una Madre Tierra originaria vale en sentido estricto sólo para los miembros masculinos del Estado, y como lo afirmaba Platón, sólo para los guerreros. Las mujeres no sólo mantienen una relación de filiación con la Tierra: ellas son la Tierra misma, cuya maternidad se les transmite. llevan en sí un grado mayor de sacralidad que los hombres. Su inviolabilidad descansa sobre su maternidad terrestre, la de los hombres, en su filiación a partir de la misma. De esto se sigue que la ley de Numa sobre el paricidum obtiene su significado de su extensión al sexo masculino. Lo que, en primer lugar, y también sin ley, vale para la madre, y toda mujer, es ahora transferido a los hombres, donde no se entiende desde los mismos presupuestos. La inviolabilidad de la mujer descansa sobre su identidad con la tierra de la que todo nace, y la del hombre es reconocida por la ley. También hemos encontrado la sacralidad de la mujer en la condición puramente natural. La del hombre no. Esta es declarada por ley, y justificada por la atribución del hombre a la maternidad de la tierra.

De ahí se explica que en las declaraciones de los antiguos sobre el paricidium ante todo se destaque esta tendencia hacia el sexo masculino. Así se expresa en Festo el propio Numa, y Plutarco (Rómulo), interpreta el paricidium según patroktonía. Y sigue: "y durante largo tiempo aparece justificado que no se haya tenido en cuenta el crimen del parricidio. Durante seis siglos nunca fue perpetrado en Roma por nadie. El primer parricida fue Lucio Ostio tras el fin de la guerra de Aníbal". Plutarco no pensaba sólo en el hombre ni en la mujer, ni el parricida o el matricida. Recuerda sólo a Lucio Ostio, no a Publicio Maleolo, al que la historia romana nombre como primer matricida y lo traslada a las guerra címbricas. En efecto, paricidium parece a Plutarco etimológicamente igual a patricidium y por lo tanto lo único correcto es escribirlo con "r" doble. También la observación de que toda la androphonía es una patroktonía, y que no haya sido diferenciado el parricidio individual, muestra que sólo se pensaba en hombres. Pero confirma también nuestra interpretación de la posición del sexo masculino. El hombre es interpretado solamente en su cualidad general de potencia generadora de la Naturaleza. No es tenida en cuneta la relación individual, muestra que sólo se pensaba en hombres. Pero confirma también nuestra interpretación de la posición del sexo masculino.

El hombre es interpretado solamente en su cualidad general de potencia generadora de la Naturaleza. No es tenida en cuenta la relación individual del asesino con el asesinado, sino la general con la potencia masculina generadora. Según esto, todo homicidio es un parricidio, pero el propio patricidio no es diferenciado como homicidio, como violación de la potencia masculina de la Naturaleza, y por lo tanto, como asesinato cualificado. No se tiene ninguna consideración hacia el matrimonio y la ficción civil de la paternidad individual unida a él. Se trata del punto de vista puramente natural, que no sabe nada de una paternidad particular. Pero la potencia masculina está en relación filial con la femenina. El principio originario material es la mujer. La potencia masculina sólo adquiere una representación visible en el nacimiento del hijo. Entonces también la androphonía contiene en su base más profunda una agresión contra la Madre Tierra originaria. De este modo, coincide de nuevo el asesinato del hombre con el de la mujer. La diferencia está en el carácter indirecto o inmediato de la relación con la Tierra.
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