martes, 28 de diciembre de 2010

el capital es estéril sin oportunidades de inversión

confunden al portador del progreso, el comercio, con su causa, la alta tecnología
La paradoja histórica que cabe detectar en todo esto es que es precisamente durante los periodos en que las nuevas tecnologías están cambiando sustancialmente la economía y la sociedad -como el vapor en la década de 1840 y la tecnología de la información en la de 1990- cuando los economistas dan nuevo pábulo a las teorías basadas en el comercio y el trueque en las que la tecnología y los nuevos conocimientos no tienen lugar. Cabría decir, haciéndose eco de Friedrich List que confunden al portador del progreso, el comercio, con su causa, la tecnología. Paradójicamente, lo mismo se podría decir de la teoría del desarrollo económico de Adam Smith, quien no parecía percibir que a su alrededor se estaba produciendo una Revolución Industrial cuando la formuló.


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Éste es el punto clave en el que se desvía la actual economía estándar, descendiente de la “era del comercio” de Adam Smith, de la economía basada en la producción a la que me referí anteriormente como el Otro Canon, descendiente de la economía continental europea (en particular alemana) y estadounidense. La teoría moderna del comercio internacional, tras ignorar la importancia de la tecnología y la producción, como he dicho antes, insiste en que el libre comercio entre una tribu del Neolítico y Silicon Valley tenderá a enriquecer a ambas partes. La teoría del comercio del Otro Canon, por el contrario, insiste en que el libre comercio no beneficiará a ambas partes hasta que hayan alcanzado la misma etapa de desarrollo.


Al suponer que es el capital, más que la tecnología y los nuevos conocimientos, la fuente del crecimiento, enviamos dinero a unos países de África todavía preindustriales, sin atender a que ese capital no puede ser invertido rentablemente. Hace cien años los economistas alemanes y estadounidenses habrían entendido que la causa de la pobreza en África en su modo de producción, esto es, su ausencia de un sector industrial más que la falta de capital per se. Como juzgaban tanto el conservador Schumpeter como el radical Marx: el capital es estéril sin oportunidades de inversión, que provienen esencialmente de las innovaciones y nuevas tecnologías. Los economistas estadounidenses y alemanes de hace cien años también entendían las sinergias, y que sólo la presencia de la industria hacía posible la modernización de la agricultura.

Los textos estándar de economía no tienen en cuenta que las diferencias tecnológicas dan lugar a enormes variaciones en la actividad económica y por consiguiente también crean oportunidades muy diferentes para añadir capital al trabajo de una forma potencialmente rentable. La primera revolución industrial se produjo esencialmente en la producción de tejidos de algodón Los países sin ese sector industrial -las colonias- no tuvieron revolución industrial. Todos entienden la importancia de la revolución industrial, per la teoría del comercio internacional de Ricardo pretende convencernos de que las tribus de la Edad de Piedra se harían tan ricas como los países industriales con tal que adoptaron el libre comercio. No estoy presentando un espantajo fácil de combatir; como muestra la cita del primer secretario general de la OMC Renato Ruggiiero en la Introducción, ésta fue de hecho la concepción que configuró el orden económico mundial después del final de la Guerra Fría.


La idea fundamental aquí -que un producto acabado puede costar entre diez y cien veces el precio de las materias primas que se precisan para producirlo- volvió a aparecer recurrentemente durante siglos en la literatura europea sobre política económica. Entre la materia prima y el producto acabado hay un multiplicador: un proceso industrial que exige y crea conocimiento, mecanización, tecnología, división del trabajo, rendimientos crecientes y -sobre todo- empleo para las masas de subempleados y desempleados que siempre caracteriza a los países pobres. Hoy día, los modelos económicos del Banco Mundial suponen que en los países subdesarrollados existe pleno empleo aunque en algunos lugares menos del veinte o treinta por 100 de la fuerza de trabajo tenga lo que llamamos un “empleo”. En otros tiempos la gente dedicada a la política económica reconocía la magnitud del desempleo, del subempleo y del vagabundeo mendicante, y entendía que el trabajo necesario para transformar la materia prima en productos acabados aumentaría la riqueza de las ciudades y las naciones. La cuestión principal, no obstante, era que las actividades económicas que surgen cuando se trata la materia prima para convertirla en productos acabados obedecen a leyes económicas distintas que la producción de materias primas. El “multiplicador de la industria” era la clave tanto para el progreso como para la libertad política.

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A finales del siglo XV se crearon dos instituciones distintas pero con propósitos similares: la protección de los nuevos conocimientos mediante las patentes y la transferencia de esos conocimientos a nuevas áreas geográficas mediante la protección arancelaria.Ambas se basaban en el mismo tipo de pensamiento económico: la creación y difusión geográfica de nuevos conocimientos mediante la instigación de una competencia imperfecta. Una parte indispensable de ese proceso de desarrollo eran las instituciones que “alteran los precios” con respecto a lo que el mercado habría hecho abandonando a sus propias fuerzas: las patentes que creaban un monopolio temporal para nuevos inventos y los aranceles que distorsionaban los precios para los productos manufacturados y permitían que se establecieran nuevas tecnologías y nuevas industrias lejos del lugar donde fueron inventadas.


Esos inventos e innovaciones se crearon de una forma que los mercados, por sí solos, nunca habría podido reproducir. La política económica actual y las instituciones de Washington defienden vigorosamente sólo una de esas instituciones -las patentes que crean flujos de renta cada vez mayores hacia los países más ricos- mientras que prohíben enérgicamente los instrumentos que permitirían la propagación geográfica de la competencia imperfecta en forma de nuevas industrias a otros países. Se acepta la protección de la competencia imperfecta en los países ricos, pero no en los pobres, y esto es lo que hemos denominado “duplicidad de hipótesis” de la teoría económica: en casa se utilizan teorías diferentes a las que se permiten en el Tercer Mundo, siguiendo la vieja pauta colonial. El juego del poder económico siempre da lugar a la misma regla de oro: el que tiene el dinero es el que hace las reglas.


Los países ya ricos podían permitirse una política muy diferente a la de los países todavía pobres. De hecho, una vez que un país se había industrializado sólidamente, los mismos factores que requerían una protección inicial -conseguir rendimientos crecientes y adquirir nuevas tecnologías- ahora requerían más mercados internacionales y más grandes para desarrollarse y prosperar. La protección industrial lleva consigo la semilla de su propia destrucción: cuando tiene éxito, la protección que se requirió inicialmente se hace contraproducente. Como decía un anónimo viajero italiano acerca de Holanda en 1786: “Los aranceles son tan útiles para introducir las artes (esto es, la industria) en un país, como dañinos son una vez que éstas se han establecido”. Ahí está la clave para entender como un proceso el establecimiento del libre comercio. Una vez más, esa enseñanza se ha olvidado en la teoría económica que actualmente se aplica en muchos países del mundo.

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Publicado por Ishtar Sylphide en 20:55 0 comentarios Enlaces a esta entrada
la teoría basada en la producción y el totemismo del mercado
En Europa se mantuvo durante siglos una gran diversidad de planteamientos con respecto a la tecnología y las instituciones; la combinación de diversidad y emulación dio lugar a multitud de escuelas teóricas y soluciones tecnológicas, continuamente comparadas, moldeadas y desarrolladas en los mercados. La competencia entre ciudades-Estado -más tarde entre naciones-Estado- financió el flujo de inventos que también surgieron como subproductos no pretendidos de la emulación entre naciones y gobernantes en la guerra y el lujo. Una vez que se observó que dedicar parte de los recursos a la resolución de problemas en periodo de guerra producía inventos e innovaciones, ese mismo mecanismo se pudo aplicar en tiempos de paz.


En la teoría basada en el trueque y en el intercambio -representada hoy día por la teoría neoclásica estándar- la economía es una máquina que genera armonía si se la deja funcionar por su cuenta, sin interferir en ella. De ahí la atención tan especial que se presta actualmente a las variables financieras y monetarias. En esa teoría, los factores que potencian el crecimiento económico -nuevos conocimientos, nuevas tecnologías, sinergias e infraestructura-, o bien quedan fuera de la teoría, o desaparecen en una búsqueda abstracta de promedios tales como la “empresa representativa”. En la teoría basada en la producción, en cambio, donde las variables financieras y monetarias no son más que el andamiaje necesario para poner en marcha el motor central, esto es, la capacidad productiva del país, sucede lo contrario. Pero precisamente porque los factores antes mencionados son ignorados es por lo que la teoría estándar llega a conclusión de que la globalización beneficiará por igual a todos, incluso a los países que desde el punto de vista de los conocimientos necesarios se hallan todavía en la Edad de Piedra. El desarrollo, así pues, tiende a entenderse como acumulación de capital más que como emulación y asimilación de conocimientos.

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Esas dos visiones diferentes de las características económicas fundamentales de los seres humanos llevan a teorías y políticas económicas notablemente divergentes. Si bien Adam Smith tienen en cuenta los inventos, éstos provienen de algún lugar fuera del sistema económico (son exógenos), no están condicionados (información perfecta) y en principio llegan simultáneamente a todas las comunidades e individuos. Del mismo modo, las innovaciones y nuevas tecnologías son creadas automáticamente y libres de cargas por una mano invisible que, en la ideología económica actual, se llama “el mercado”. Resulta notable que Abraham Lincoln y Karl Marx, generalmente considerados polos opuestos en el eje derecha-izquierda de la política moderna, estuvieran totalmente de acuerdo en su oposición a la visión de la humanidad expuesta por Adam Smith.


Durante los dos periodos mencionados, las décadas de 1840 y de 1990, se propagó la fe más fuerte que nunca se ha tenido en el mercado como única forma de asegurar la armonía y el desarrollo. En la dácada de 1840 ese fenómeno recibía el nombre de “libre comercio”, y hoy se le llama “globalización”. Durante un largo periodo de tiempo el mercado de valores no apreció las diferencias entre el enorme aumento de productividad y la posición dominante en el mercado de las empresas que encabezaban el nuevo paradigmática tecnoeconómico, como US Steel and Microsoft, y las características de las industrias en sectores maduros como la producción de cuero y otros artículos de baja tecnología. Incluso ahora, los políticos de todo el mundo parecen convencidos de que ha sido la apertura de la economía y su libre comercio, más que sus avances tecnológicos, los que han enriquecido a las empresas de Silicon Valley.


Del mismo modo que en tales periodos la conciencia popular espera que las cotizaciones en Bolsa atraviesen el techo, sea cual sea el sector industrial en cuestión, también se crea la ilusión paralela de que todos se pueden hacer más ricos con tal de que se conceda al mercado una libertad total. John Kenneth Galbraith llamaba a esto “totemismo del mercado”.
Publicado por Ishtar Sylphide en 20:47 0 comentarios Enlaces a esta entrada
la unidad metodológica de las ciencias reales
acerca del concepto de utopía de la actual crítica al utopismo, hay que registrar el hecho de que el neomarxismo que ya no es cientificista-tecnocrático -en primer lugar Bloch y Marcuse, pero también Habermas- se encuentra aún más que el marxismo ortodoxo en el centro de la crítica al utopismo.:) esto quiere decir que el factor tecnologico es el centro de la crítica del marxismo y del neomarxismo de otros (por el dilema de la dialéctica sujeto-objeto cientificista-tecnocrática), luego no se puede descartar;) ni tampoco se puede descartar toda la industrialización, todo lo que el proceso había sido capaz de construir hasta ahora y que había sido aceptado por la mayoría de los trabajadores:) - sylphide *
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También la Escuela de Francfort se separa del marxismo-leninismo ortodoxo (“objetivista”) y además del diagnóstico -en Horkheimer y Adorno muy pronto pesimista- de la “dialéctica del Iluminismo” en la moderna sociedad industrial en su totalidad.:) la Escuela de Francfort, de lo que se trataba era más bien de desconectar la fundamentación teórico-científica de una “teoría crítica” de las ciencias sociales histórico-reconstructivas, del programa cientificista de la unidad metodológica -determinada por intereses tecnológicos- de la explicación y predicción nomológicas de los procesos naturales y sociales.;) esto quiere decir: a considerar la posibilidad de una fundamentación normativa dialógica y teórico-comunicativa de las ciencias sociales reconstructivas y -lo que es mucho más difícil- de la organización democrática de la praxis social. Y en este contexto se desarrolló por parte de Habermas y también por el autor de este estudio, la concepción de una ética de la “situación ideal del discurso” es decir, de la - sylphide *
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es decir, de la “comunidad ideal de comunicación”.:) por tanto no se puede separar como tú haces el empirismo del racionalismo.) el antiguo positivismo y, según parece, fue también sostenido por Popper y Albert en el sentido de la “unidad metodológica de las ciencias reales” (a pesar de que irónicamente Popper y Lakatos en aquellos años, bajo la impresión del debate histórico-científico, dieron pasos decisivos en dirección de la eliminación del programa de la unidad metodológica). - sylphide * (modificar | eliminar)
he derivado hacia la cuestion metodologica:) pero es cierto que es muy grave y lamentable las cosas que he leído esta tarde en el blog y cómo se va interpretando el fracaso de las empresas, como una ineficacia de ellas, sin que tenga ninguna responsabilidad ningún otro sector de la política ni de la economía :) por esta lógica que dejen caer tambien a los bancos y menos paternalismo para ellos. - sylphide * (modificar | eliminar)
Yo abandono ese blog para siempre, es un fraude de tipo. No soy marxista, he leído a Marx y sé criticarlo. Pero la labor crítica de Marx es encomiable. - Lord Daven
Si la economía no es falsable no es ciencia sino un "mantra" detrás de otro. - Lord Daven
Publicado por Ishtar Sylphide en 20:45 0 comentarios Enlaces a esta entrada
la cuestión del comercio libre y el cambio de sesgo tecnológico
El caso de Holanda:

El caso de Holanda desde luego es extraordinario.

Holanda junto con Venecia fueron los primeros países de Europa que se hicieron ricos, representaban el modelo ciudad-Estado, todavía no se habían creado las naciones-Estado, eso vino después con Inglaterra, para que veas que todo responde a intereses económicos.

Todo es muy paradójico que en estas ciudades que no tenían nada de agricultura se hicieran tan ricas, y todo fue por el comercio, sí, pero no olvidemos, también y sobre todo en Holanda, por la gran innovación, palabra esta mágica.

Hoy día la innovación de la tecnología es lo que ha llevado a la riqueza a los paises mas ricos, por eso es tan importante, y gracias a ella es por lo que el propio comercio se ha podido extender tanto.

No olvidemos tampoco que Adam Smith habla de comercio y libre, en un momento en que en Inglaterra la economía se sostiene gracias a la gran industrialización, es decir, Smith se olvida de la base de la economía.

Alemania despues de la guerra aceptó el plan Marshall y por eso se pudo industrializar, porque había otra corriente que estaba en contra. Y esto es lo que ha hecho rica a Alemania tan pronto, y no el comercio.

Porque Holanda lo que hizo al innovar es comprarnos todo el oro a nosotros a precios tirados y ella venderlo en productos manufacturados al mil por cien, así se hicieron ricos, como muchos judios, que habitaban y moraban.

Pero la cuestion es que nosotros con la fiebre del oro no nos industrializamos a tiempo, solo imitábamos a Florencia con la lana y creíamos que podíamos competir con ella, hasta que Inglaterra se ocupó tambien de quitarle el negocio de la lana a Florencia y se vino con nosotros, pero sólo también porque se la vendíamos mas barato y porque ella se dedicaba ya al comercio y a la producción industrial más sofisticada de tejidos.

Y luego Estados Unidos está tratando a los países de Latinoamerica del mismo modo, les está impidiendo que se industrialicen, tímidamente, Chile, Mexico, con algo de tecnologías, que les venden, lo cierto es que falta la integracion regional de estos países entre sí, para que salgan adelante y falta que se industrialicen.

A mí no me hables de Keynes, de quien sea o de Hayek, la cuestión no es esa, la cuestión es de la estructura productiva, ¿se tiene o no se tiene? Y esta se crea solo pasando por etapas, y con integracion regional, y se crea con innovación, porque si no innovas vas al callejón, que es lo que nos está pasando. Y no quiero ni verlo.

Yo ya he sufrido mucho con las estructuras académicas que tenemos. Y no podemos decir que estamos mal, que nuestra renta per capita es de 20.000 dolares por cabeza, como Francia, y Japón, mientras que la de China solo llega a 10.000 y todavía está por detrás, la pregunta es ¿nos alcanzará?

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Uno se salva salvando al otro:

Irlanda se desarrolló en tecnología y ha llegado la crisis a ella, también, tal vez es una cuestión de proteccionismo o más bien de integración regional creo yo, e Irlanda siempre ha tenido la animadversión de Inglaterra, triste, porque el proteccionismo está muy mal visto porque nos aisla. Pues integrémonos. Pues si vienen otros países a por nuestro sol que vengan, pero no podemos tampoco darle buenos precios si no nos ayudan a desarrollarnos también en tecnologías, siempre este sector y el de servicios es el que ha subvencionado al resto. Y no digamos la industria del automóvil salvándola como podemos. Y ¿qué pasa con el crédito bancario?, hasta que esto no se soluciones qué hacer. Porque los bancos lo único que han hecho es salvarse a sí mismos y meter el dinero que les ha dado el gobierno en bonos del Estado, con lo que uno se salva salvando al otro pero no hace nada realmente por los demás, por el consumidor o el ciudadano social.

Por otra parte, funciona la tecnocracia en todo ello, es decir, lo que contribuye a una suerte despolitización o desideologización, como se ha visto. Hoy día se obedece más a problemas técnicos que a problemas prácticos, y por ello, el gobierno se inhibe de dar soluciones.

Cuando la política, volvemos a lo mismo que cuando hablábamos de Japón, en absoluto es neutra, y no es neutra la política sobre tecnologías y sobre la importancia de lo que ellas pintan para la economía de los países más ricos, y no sólo eso sino para poder construir rentas medias, y no salarios de pobres y salarios de ricos, que es lo que tenemos.

Por otra parte el modelo educativo de Finlandia.-

El modelo de Finlandia lo que hace es que incentiva a los alumnos a una actividad creativa también como la pintura, la musica, el arte y el deporte, mientras que aquí estamos todo el día en el bar, digamos que no podemos construir así un medio donde la creatividad no se potencie, sobre esto yo también lucharía para cambiar en lo posible muchos aspectos de la estructura social y creo que cambiarán los modelos de ocio hacia los que vamos.

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el sector financiero ha crecido hasta seis veces más
¿Cree que es estable un sistema en el que en 40 años el sector financiero ha crecido hasta ser seis veces mayor que la economía real?
R. Claro, claro, eso lo he denunciado, la verdad es que uno no se debe citar a sí mismo, es demasiado vanidoso. Pero en 1999 presenté un informe, encargado por la tribu a la que pertenezco, la Internacional Socialista, sobre el funcionamiento de los mercados de capitales en el mundo. Una de las cosas que dije fue exactamente eso en el informe, si la economía mundial crece a un 4 % y el comercio mundial al 4,5 % y los movimientos de capital al 60 % acumulativo, algo no funciona bien. Tiene que haber un sistema de semáforo, y lo dije ya hace muchos años, que diga si crecen los movimientos de capital tres veces más que la economía real, muy bien, está financiándose el futuro y tal, muy bien. Pero a partir que crezca 4 veces mas, habrá que tener una señal amarilla y roja inmediatamente después para pararlo, no.

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En economía y en historia clásica se habla de una “teoría de las etapas”, que proviene de la de los ciclos.

Las teorías de las etapas nacidas durante la primera Revolución Industrial -las de Turgot y el primer Adam Smith- nos presentan a los humanos primero como cazadores y recolectores, luego como pastores de animales domesticados y después como agricultores, para alcanzar finalmente la etapa del comercio. Es muy significativo que desde finales del siglo XVIII los economistas clásicos ingleses concentran sus análisis en la última etapa de la evolución, el comercio -la oferta y la demanda y los precios-, más que en la producción. Durante el siglo XIX los economistas alemanes y estadounidenses insistían en una interpretación muy diferente de las etapas de desarrollo. Para ellos todas las etapas anteriores se asociaban al modo de producir bienes, y juzgaban un grave error clasificar la siguiente etapa de desarrollo de otra forma. Esta diferencia de opinión sentó los cimientos para la divergencia abierta durante el siglo XIX entre la política económica alemana y estadounidense y la que prescribía la teoría inglesa. Para los economistas ingleses la última etapa era del “comercio”, mientras que para los alemanes y estadounidenses era la de la “industria”.

Éste es el punto clave en el que se desvía la actual economía estándar, descendiente de la “era del comercio” de Adam Smith, de la economía basada en la producción, descendiente de la economía continental europea (en particular alemana) y estadounidense. La teoría moderna del comercio internacional, tras ignorar la importancia de la tecnología y la producción, insiste en que el libre comercio entre una tribu del Neolítico y Silicon Valley tenderá a enriquecer a ambas partes. La teoría del comercio del Otro Canon, por el contrario, insiste en que el libre comercio no beneficiará a ambas partes hasta que hayan alcanzado la misma etapa de desarrollo.

Al concentrar su análisis en el comercio y no en la producción, la teoría económica inglesa, y más tarde neoclásica, fue equiparando poco a poco todas las actividades económicas entendiéndolas como cualitativamente iguales. Las teorías de la producción que se añadieron más tarde a esta tradición anglosajona de la economía -la teoría estándar actual- la veían esencialmente como un proceso consistente en añadir capital al trabajo, de una forma bastante mecánica comparable al riesgo de plantas genéticamente idénticas que crecen en condiciones idénticas. La economía desarrolló, por utilizar la frase de Schumpeter, “la opinión pedestre de que es el capital per se el que impulsa el motor capitalista”.

Los textos estándar de economía no tienen en cuenta que las diferencias tecnológicas dan lugar a enormes variaciones en la actividad económica y por consiguiente también crean oportunidades muy diferentes para añadir capital al trabajo de una forma potencialmente rentable.

No estoy presentando un espantajo fácil de combatir; como muestra la cita del primer secretario general de la OMC Renato Ruggiiero en la Introducción, ésta fue de hecho la concepción que configuró el orden económico mundial después del final de la Guerra Fría”.

(Erik Reinert, es economista, especializado en la investigación tecnológica para el desarrollo)



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Cito una opinión filosófica, la de Karl Otto Apel, que yo suscribiría en su integridad también:

“Justamente porque la marcha de la historia no puede ser predicha ni en pronósticos “incondicionados” ni “condicionados”, las personas necesitan objetivos a largo plazo que puedan apoyar en todo momento. Me parece que estos objetivos no deben ser inferidos de “imperativos sistemáticos” funcionales -por ejemplo, de política del poder o económicos- porque a través de ellos tendencialmente los sujetos humanos de la acción son degradados a meros medios. Naturalmente, en una “ética de la responsabilidad”, las personas transitoriamente tienen que transformarse también en abogados de la racionalidad funcional de los “sistemas”: pues manifiestamente la supervivencia de la comunidad real de comunicación humana depende de la autoafirmación de sistemas sociales funcionales. Pero el desarrollo a largo plazo de aquella racionalidad consensual-comunicativa que -desde el surgimiento del lenguaje y del pensamiento- está dada en el mundo de lo vital de todos los hombres y que caracteriza el objetivo por lo menos del entendimiento no violento sobre fines y objetivos, tiene que conservar prioridad teleológica frente a una “colonización del mundo vital” a través de estructuras y mecanismos y de conducción tendencialmente anónimos de la llamada racionalidad sistemática.”
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Hay que darse cuenta que la parte de la economía clásica que nos ha quedado, la teoría de Smith y la de David ricardo, quizás lo que nos ha quedado es la parte más simpática o la que es más suave del proceso del capitalismo, quiero decir, la que predica el compañerismo, el hacer las cosas por el beneficio de todos.

En realidad lo que no se ha tenido en cuenta son el lado oscuro de esas teorías, sobre Smith, la de que la era del comercio, sería como la última etapa en una larga etapa de desarrollo, y de la teoría de Ricardo, de quien habría que decir que no todas las economías pueden comerciar o especializarse en un solo producto o una actividad, pues no todas las actividades son igualmente competitivas y esto a la larga no crea riqueza colectiva, sino solo de unos pocos.

Estherllull



Otra razón poderosa en favor del libre comercio es la innovación y el cambio tecnológico, producto del continuo desarrollo de nuevos conocimientos tecnológicos se puede distribuir entre un número mayor de consumidores y, además del abaratamiento, podrán llegar antes a cada ciudadano individual en todas partes. Cuanto mayor sea el mercado más fáciles resultan las innovaciones.

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, yo no es que no crea en el capitalismo, lo que no soporto es que se quiera vender como si todo fuera lo mismo, como si no tuviera un proceso y un desarrollo social e histórico, incluso biológico (porque hablamos de personas) y en cada momento habrá que ver qué medidas hay que imponer.
Está el ejemplo también de la “mano invisible” de Adam Smith, porque no se ha hablado demasiado sobre este mito que aún sigue vivo.
La única vez que Adam Smith menciona “la mano invisible” en La Riqueza de las Naciones es después de haber alabado la política inglesa de altos aranceles en las Leyes de Navegación, y entonces añade que tras esa política proteccionista es como si una mano invisible hubiera impulsado a los consumidores ingleses a comprar productos industriales ingleses.
Vale la pena señalar que entre Enrique VII y Adam Smith hubo tres siglos de rigurosa protección arancelaria. La mano invisible no sustituyó en realidad a los altos aranceles hasta que la industria manufacturera, tras un largo periodo, resultó internacionalmente competitiva.
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Pero lo que quisiera dejar claro es que no sólo son los rendimientos crecientes, que crean estas empresas monopolísticas, lo que hace que el capitalismo crezca, sino la diversidad de actividades, el hecho mismo de la diversidad, crea sinergias y cuantas más actividades diferentes es posible crear más empleo, y el comercio entonces sí explosiona con esa magia y esas grandes sinergias, pero siempre con integración regional y de dichas actividades. De esta manera las zonas que sólo eran ricas en recursos naturales tardaron mucho más en hacerse ricas que aquellas otras que eran ricas en el comercio a través del mar, y que no tenían recursos naturales, pero desarrollaron muchas diferentes actividades.
Publicado por Ishtar Sylphide en 20:18 0 comentarios

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