jueves, 30 de diciembre de 2010

si los judíos tuviesen que afrontar un antisemitismo profesional

i los judíos no tuviesen que afrontar más que el antisemitismo profesional, su drama se vería sensiblemente disminuido. Enfrentados de hecho con la casi totalidad de la humanidad, saben que el antisemitismo no representa un fenómeno de época, sino una constante, y que sus verdugos de ayer empleaban los mismos términos que Tácito...
Si atormentan su conciencia, lo hacen para procurarse sensaciones. Y se procuran aún más si atormentan la vuestra. En cuanto descubran algunos escrúpulos, algún desgarramiento o la presencia obsesiva de una falta o de un pecado, ya no os soltarán, os obligarán a exhibir vuestro problema o a gritar vuestra culpabilidad, mientras ellos asisten, sádicos, al espectáculo de vuestra zozobra. Llorad si podéis: eso es lo que esperan, impacientes de emborracharse con vuestras lágrimas, de chapotear, caritativos y feroces, en vuestras humillaciones, de regodearse con vuestros dolores.
Representa la existencia separada por excelencia o, para emplear una expresión con la que los teólogos califican a Dios, lo absolutamente otro. Consciente de su singularidad, piensa en ella sin cesar y no la olvida jamás; de dónde le viene ese aire forzado, crispado; o falsamente seguro de sí, tan frecuente entre los que llevan la carga de un secreto.

En lugar de enorgullecerse de sus orígenes, de exhibirlos y proclamarlos, los camufla: pero ¿acaso su suerte, distinta a cualquier otra, no le confiere el derecho de mirar con altanería a la turba humana? Siendo víctima, reacciona a su manera, como un vencido sui generis. Por más de un aspecto, se emparienta con esa serpiente de la que hizo un personaje y un símbolo. No vayamos, sin embargo, a creer que él también tiene la sangre fría: sería ignorar su verdadera naturaleza, sus apasionamientos, su capacidad de amor y de odio, su gusto por la venganza o las excentricidades de su caridad. (Ciertos rabinos hasidicos en nada ceden a los santos cristianos).

Su soltura para el desequilibrio, la rutina que ha adquirido en él, le convierte en un desquiciado, experto en psiquiatría como en toda clase de terapéuticas, un teórico de sus propios males:
no es como nosotros, anormal por accidente o por esnobismo, sino naturalmente, sin esfuerzo y por tradición: tal es la ventaja de un destino genial a la escala de un pueblo. Ansioso entregado a la acción, enfermo incapaz de guardar cama, se cura mientras avanza. Sus reveses no se parecen a los nuestros; hasta en la desgracia rechaza el conformismo. Su historia es un interminable cisma.
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Pero ¿qué pasa ahora o qué ha pasado? Usted lo dice, no se mezclan, permanecen sólo unidos entre ellos, y están actuando como actuaron con ellos. La transvaloración de los valores, que ya anunció Nietzsche, denunciando cómo el esclavo que se rebela y llega al poder crea una moral de los señores, donde el esclavo es ahora el señor y el poderoso.
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